domingo, 23 de diciembre de 2007

Diario de un escribidor (Día 19)



Alejandro Kozarts

Han sido días extraños, gratamente extraños, con muchos reencuentros. Ya está en Salta Arturo y el jueves nos tomamos un café y también caminamos un rato para ponernos al día, de nuestras vidas en este año, de esta provincia postromerista (aunque Ávalos tiene razón cuando escribe que puede seguir habiendo romerismo sin Romero) y él me también me habla de este año en Capital Federal, ahora una ciudad tan espantosamente PRO. Y hoy he visto a Mariano, que ha vuelto desde Córdoba y se lo ve muy bien con una buena barba y el pelo largo y lo más importante con mucha energía. Hablamos poco, porque tenía que salir a cenar y yo me tenía que venir para acá, para el hotel; pero mañana retomaremos nuestra charla.


A la tarde, breve conversación telefónica con Alejandro Dallacaminá. Sigue escribiendo y en poco tiempo se viene un nuevo libro de cuentos. Quedamos en llamarnos la semana que viene para organizar un encuentro junto a Rodrigo España y el resto de los salvajes si es posible.

Después de esa llamada fui a visitar al poeta y escritor Luis Ferrario. No solemos hablar mucho, por lo general llego a su casa, él saca un tablero de ajedrez y empezamos a jugar y así pasamos dos horas, casi en el mayor de los silencios. Después de tres partidas (dos ganadas por Ferrario y otra finalizada en tablas) me mostró algunos poemas de su nuevo libro (creo que tiene 18 o 19 libros escritos, de los cuales 17 son de poesía y dos novelas; sólo 1 –el primero- publicado). Como siempre ha sido un placer leer sus versos. Uno de esos poemas está dedicado a la profesora de Letras Alicia Chibán, que falleció este año. También me contó que uno de los alumnos que él prepara de manera particular, del colegio Santa Teresa si no mal recuerdo, cayó con una antología de poemas, entre los que se encontraba un texto (el título era “auxilio policía”) de Daniel Medina. Lo gracioso es que Medina se avergüenza mucho de esos versos, publicados en una antología del taller literario del café del once, que dirigía Salvatierra. Tanto se avergüenza Medina de esos versos, que cuando regala ese libro a las personas que aprecia suele cortarles las hojas en las que aparecen sus poemas.


Todavía no terminé el monólogo; creo que esta noche, si tengo fuerzas suficientes –dormí 3 horas-, estará casi listo.


Me preocupan algunos compromisos que estoy adquiriendo para este verano. Desde mi participación en un largometraje que me tomaría todo el verano de manera casi exclusiva hasta programas de radio en los que supuestamente voy a opinar sobre política. Lo único que quiero este verano es sentarme con algunos libros y con una computadora cerca para intentar escribir mis cuentos y un par de guiones para cortos que desde hace rato me dan vuelta por la cabeza.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

siempre paso y nunca firmo, supongo q da temor q los comentarios no esten a la altura del blog.

a todos nos pasa de hipotecar el verano, hoy me di cuenta de q todavia no termino diciembre y ya tengo ocupada gran parte de la agenda de enero/febrero. yo queria ver peliculas.

en fin, problemas de fines/comienzos de año

por cierto, hay q juntarse a editar

un abrazo

Anónimo dijo...

Sr. Kozarts:( será posible que nunca preste atención a cómo se escribe su nombre!) . Sé por sus diarios "íntimos" que es muy amigo del Sr. Medina, es más, es como su narrador omnisciente por eso aprovecho este medio, él único donde ud. se hace presente, para que le informe a su personaje principal, el estimado Medina, que si tiene ganas puede pasarse por mi casa a brindar. Este año la paso acá, no vaya a ser cosa que se me inunde otra vez la casita.