martes, 10 de julio de 2012

FABIO MARTÍNEZ: "Me recomendaron Carver y me voló la cabeza".


ASÍ SE PRESENTA:

Campamento Vespucio era uno de los lugares más lindos que uno pudiera imaginar. Las casas eran amplias, con grandes jardines que se llenaban de flores y plantas en primavera. En los fondos estaban las piletas; todas, llenas de alegría. En Vespucio, además de canchas de tenis, estadio de fútbol y de básquet, había un hospital con los mejores médicos. En una de esas salas, hace veintiocho años, yo nací. Tartagal queda cerca de Vespucio, igual que Yacuiba queda cerca de Tartagal. En esa ciudad, con aires a pueblo y una plaza llena de árboles de mangos viví toda mi infancia y adolescencia. Llegué a Córdoba con diecisiete años. Me recibí de Licenciado en Comunicación Social y trabajé de muchas cosas: encuestador, vendedor de libros, tele marketing, secretario, administrativo, director de una revista. Siempre pensé que tenía algo que decir y en la literatura encontré la forma de expresarlo. Todo lo que aprendí de las letras, lo hice en talleres literarios. Stefanich, Falco, Lamberti fueron mis maestros. Actualmente, trabajo en una escuela secundaria. Enseño Lengua y las mayorías de mis clases son un caos.


¿Por qué escribís?




Escribo por un lado porque las historias no me dejan en paz. Me taladran la cabeza y tengo que escribirlas para poder dormir o por lo menos no tener pesadillas.

Por otra parte desde que era un adolescente me surgieron muchas inquietudes, muchas preguntas sobre lo que pasaba a mi alrededor, con mi ciudad, mis amigos, los fucking 90 y entonces también trato de escribir para entender esas inquietudes. Para comprender. Para dar mi visión sobre ellas o simplemente contar las heridas que esos tiempos les dejaron a mi generación.

Escribo también para ser feliz, aunque la mayoría del tiempo no lo sea. Porque escribir requiere de mucho trabajo, tiempo, esfuerzo, confianza, porque uno no escribe un cuento, sino que los construye y esa construcción muchas veces es dolorosa.



¿Cuándo empezaste a escribir?

Cuando era adolescente escribía poemas de amor. Eran muy malos. Ya en la universidad escribí letras de canciones. También muy malas. Y a los 22 o 23 años asistí a un taller literario y empecé mi aprendizaje en la escritura. Porque lo cierto era que no tenía idea de cómo usar el lenguaje. Tenía cosas para contar, historias que me surgían pero no sabía cómo. Ahora tampoco es que lo domine demasiado pero por lo menos me esfuerzo y pido mucha ayuda.



¿Qué autores despertaron esta vocación?

Creo que lo primero que me llevó a relacionarme con la narración fue el cine. Me encantaba ver películas. Hasta fui monaguillo sólo porque te daban entradas para la matiné que era de triple función. Y cuando volvía del cine lo que más me gustaba era contar lo que había visto. En esa narración oral me parece que se fue despertando mi vocación por la escritura.



¿Qué libros o autores te influenciaron?

El primer libro que leí fue Cuarteles de invierno de Osvaldo Soriano. Hace poco intenté volver a leerlo y no me pareció tan bueno. Así que lo dejé para que la magia no se apagara. Pero en ese tiempo, a los quince años me cambió un poco la forma de entender la vida. Fue como una gran cachetada que me hizo abrir los ojos y comprender que la vida no tiene finales felices. Y que somos eternos perdedores.

Por otra parte ya de más grande cuando estaba empezando a escribir me recomendaron Carver y me voló la cabeza. Me parece que Carver es muy recomendable para la gente que recién empieza a escribir, porque uno puede aprender a contar una historia leyendo a Carver. También me influyeron autores contemporáneos a los cuales, por suerte, pude conocer personalmente a través de talleres o Clínicas como Luciano Lamberti, Federico Falco, Fernando Stefanich y Fabían Casas. Desde sus obras y sus consejos me hicieron entender de una manera más amplía la literatura.


¿Hay algunos autores salteños o del noroeste argentino que te gusten? (por qué)

Lamentablemente como vivo en Córdoba hace mucho tiempo conozco muy poco de la literatura salteña. Conozco la poesía de Martín Maigua y su trabajo como editor en Nudista y la verdad que me parece muy hermosa su poesía y muy valorable su trabajo como editor.

¿Hay algunos autores salteños o del noroeste argentino que te parezcan abiertamente malos? (por qué)

Me parece que un escritor te puede gustar o no, pero me parece injusto tildarlo de malo. Más en estos momentos donde la mayoría de los escritores vivimos de otro trabajo y para escribir tenemos que hacernos un gran tiempo, dejar de lado muchas cosas, como en algunos casos la familia para dedicarnos a un oficio que requiere, desde mi punto de vista, muchísima entrega. Y muchas veces aunque uno brinde lo máximo siempre algo no va a salir como se esperaba.


¿ Te llevó mucho tiempo escribir tu primer libro?

Mi primer libro me llevó más o menos tres años. Había escrito muchos cuentos muy malos que por suerte me di cuenta que eran malos y los fui dejando. Pero en un momento me encontré con cinco cuentos que más o menos se podían sostener y los fui corrigiendo. Los llevé a clínicas literarias, se los pasé a amigos escritores y de esa manera me fui dando cuenta que tenía la posibilidad de sacar un libro.

¿Alguna vez pensaste en no ser escritor? ¿De no ser escritor, qué te gustaría ser?

Todos los días dudo un poco sobre ser escritor. De chico quería ser cantante de rock, de folclore. Pero siempre canté muy mal.



¿Qué hace, en tu opinión, que una obra de ficción sea buena o funcione?

Primero tiene que ser honesta. Segundo debe intentar plasmar una visión del mundo, o por lo menos detalles y particularidades propias que otros no pueden mostrar. Para ser un poco más claro, si yo quiero contar la historia de un estudiante universitario. Creo que cualquiera lo puede hacer. El trabajo del escritor es encontrar particularidades en ese estudiante que lo hagan diferente a todos los demás. Como así también a la historia.

Por último el lenguaje es importante. Personalmente a mí me cuesta mucho utilizar correctamente el lenguaje, pero gracias a otros escritores que me marcan mis errores trato de mejorar. Y por eso mismo comprendo que el lenguaje puede potenciar tu obra como así también debilitarla.