domingo, 29 de abril de 2012

RODRIGO ESPAÑA: "Lo mejor que he leído de literatura en el norte es un quincenario policial de Orán"



Nací en cholonca city, más conocida como Tarija, Bolivia, hace como un cuarto de siglo y me vine para estos lares estudiar algo y terminé haciendo todo lo contrario, y como me iba bien y era posible la despenalización del consumo decidí quedarme. Ahora duermo por las mañanas, saco fotocopias de certificados de defunción por las tardes y a la noche voy a un terciario por el sur. Hay un par de libritos dando vueltas por ahí, son las partes de la novelacra que hace un tiempo vengo escribiendo con el hígado, las patas y como el culo.


¿Por qué escribís?

Uno hace lo que hace porque no tiene otra cosa mejor que hacer, porque está enteramente al pedo, en pedo y de pedo cuanto se interna en estas cuestiones disque artísticas. Tal vez existan otras motivaciones más nobles, como levantar minitas, vender el alma al diablo para tocar bien la viola, pegarle una patada a un alemán, etc. Que nos llevan a cometer tales actos de irreverencia como lo es la escritura de ficción. Alguna vez intenté hacerlas todas y no me salió ninguna, así que me di con que escribo cuando estoy al pedo. Hay que sentar las bases del pedorrealismo de una buena vez, creo que en otra ocasión lo conversamos, pero no viene al caso. Lo importante es que los chilenos nos devuelvan el mar, eso es lo importante. Y ya que estamos, que los piratas reconozcan que las Malvinas son argentinas, que la lucha del pueblo palestino no se acabe y que el nuevo orden mundial no nos agarre con los pantalones abajo y un patito de goma introducido en el ojete.

¿Cuándo empezaste a escribir?

Cuando tenía como 11 o 12 años con un amigo del barrio hacíamos algo así como pequeñas funciones de títeres bastante warangas para los más changuitos en mi casa que por las tardes siempre estaba vacía, cobrábamos 10 centavos la entrada y con esa plata luego nos íbamos al vicio al jugar al mortal kombat. Además grabábamos algo así como radioteatros improvisados en casetes parodiando noticieros y demás programas de televisión que siempre terminaban en el delirio o la pornografía. Creo que esos fueron los primero acercamientos a la escritura, aunque me parece no haber escrito nada sino hasta unos años después cuando quería impresionar a una amiga que nunca me dio bola, pero que se llevó muchos de los primeros textos.

¿Qué autores despertaron esta vocación?

Más que autores pienso en situaciones en las que no tenía nada por hacer, ganar o perder, lo mismo que con la lectura, aunque no creo que sea una vocación, sino más bien una consecuencia de las circunstancias: el cerro detrás de mi casa, las tardes interminables tirando piedras a botellas en un basural, la erosión y los churkis, los perros hinchados que traía la quebrada. Todo eso, me di cuenta un día, había que contarlo de alguna manera.



¿Qué libros o autores te influenciaron?

En orden transversal: el diablo Etcheverry en el mundial del 94, Bruce Lee en Operación dragón, el bajo de dos cuerdas Mark Sandman, la bala que le revienta el marote a Cobain (no Cobain en sí), innumerables borrachines con los que he podido compartir algunos alcóles y noches-días de interminable búsqueda de algo que no sospechábamos, el disco de Reynols: Gordura vegetal hidrogenada, un par de películas de John Waters, el cine porno en general, el enano que se caga de risa en la película de Herzog, y ya que estamos también el compadre Kinski repartiendo a golpes a los extras en Aguirre o la ira de dios y también cuando agarra al mono en la balsa.


¿Hay algunos autores salteños o del noroeste argentino que te gusten? (por qué)

 que lo hace un compadre que ahora no recuerdo el nombre pero que hasta hace unos años circulaba con regularidad y cada vez que pasaba por ahí me compraba varios números, ahora no se si sale, se llamaba Por encima de la ley o Fuera de la ley, no lo recuerdo bien porque todos los ejemplares que tenía los presté a varios amigos y nunca me los devolvieron. También algunos cuentos de Aparicio en Sombra de fondo (cuando no se pone tan melancólico) me resultaron agradables la primera y única vez que los leí, luego textos varios de amigos y no tanto que andan escribiendo o haciendo la suya por ahí sin interesarles demasiado la cuestión literaria ni el vedetismo intelectual.

¿Hay algunos autores salteños o del noroeste argentino que te parezcan abiertamente malos? (por qué)

Abiertamente malos no sé si lo sean, pero cerradamente pelotudos sí, seguro, todos aquellos que escriben dos versos y ya se andan diciendo poeta esto poeta lo otro, hay veces que no entiendo la necesidad de llamarse a sí mismos o al grupo de personas que los rodean como poetas, como mencionando un rango en el regimiento de escritores, también me caen pesados todos lo que utilizan la palabra bohemia para describir sus actividades diarias. Ahora que si vamos a la parte de la escritura estrictamente la gran mayoría de las cosas que se producen por estos lados (tanto jóvenes como veteranos) son muy “light” por decirlo de alguna manera, todo bien lindo y bien escrito, sin errores de ortografía ni sintaxis, en el medio, siempre en el medio, sin tomar partido por nada ni por nadie. Escritura hecha para caretear y poder leer un par de poemitas en alguna noche de empanadas y vino en algún centro cultural, para que en la calle te vean y digan ¡ahí va el poeta! Citando al pepe “que el choto me chupe la poesía”

¿ Te llevó mucho tiempo escribir tu primer libro?

Como un año, un par de meses largos y cuarto hígado, aunque todavía lo sigo corrigiendo (el libro, no el hígado).

¿Alguna vez pensaste en no ser escritor? ¿De no ser escritor, qué te gustaría ser?

Me hubiese gustado tocar el bajo en una banda de música chicha que haga fusión con el jazzcore.

¿Qué hace, en tu opinión, que una obra de ficción sea buena o funcione?

La ficción funciona sola, no necesita de nada, es independiente al relato o a las palabras mismas. Ahora para que sea buena tal vez necesita de un poco de ridículo extremo, de ritmo y buenos diálogos, de palabras que estén al pedo y no sirvan de nada, de descripciones que no lleguen nunca a agotar lo dicho y de bifurcaciones que te dejen pensando en qué carajo estabas haciendo la mañana del 11 de septiembre mientras los yanquis armaban el autoatentado y que te den ganas de clavarte una paja furibunda y luego añorar a las mujeres que alguna vez han estado sentadas con la pierna cruzada un poco no tanto como para que se le vea la sombra de la tanga.

Tu top ten de escritores.

Juan Carlos Onetti, David Foster Wallace, John Kennedy Toole, Victor Hugo Vizcarra, Jeff Magnum, Antonio Di Benedetto, Mark Sandman, Boris Vian, Werner Herzog y el compadre de los policiales de Oran que no me acuerdo el nombre.

domingo, 22 de abril de 2012

LUCILA ROSARIO LASTERO: "Dar algo bueno es contar buenas historias"





Una breve autobiografía: nací en Florencio Varela, Provincia de Buenos Aires, en 1978. Me radiqué en Salta en 1980. Me recibí de Profesora en Letras en la Universidad Nacional de Salta en el año 2003. Recibí algunas menciones y premios literarios en concursos nacionales de cuentos. En el año 2007 gané el Primer premio en los Concursos Literarios anuales de la Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta, por el libro de cuentos No habrá nunca una puerta. En el año 2010 gané una beca en el “Concurso Becas para artistas y escritores del interior del país, Especialidad Letras” del Fondo Nacional de las Artes. En el año 2011 gané nuevamente el Primer premio en los Concursos Literarios anuales de la Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta, esta vez por el libro de poemas Tres heridas. Actualmente ejerzo como docente auxiliar en la cátedra “Literatura argentina” de la Universidad Nacional de Salta y en varias instituciones secundarias y terciarias de la Provincia de Salta e integro un proyecto de investigación sobre estudios literarios en la Universidad Nacional de Salta. Escribo de vez en cuando en el blog “Palabreríos o imposturas” ( www.palabreriosoimposturas.blogspot.com )

¿Por qué escribís?


Creo que es, en primer lugar, mi forma de comunicarme y algo que necesito hacer, es decir, es una necesidad vital. Si no pudiera difundir mis textos nunca más y si todo el mundo me dijera que escribo mal, igual seguiría escribiendo porque, en principio, es un compromiso conmigo misma, más allá de la aceptación y la evaluación. Pero, por otra parte, mientras mis textos puedan leerse, también pienso que hay un compromiso social en eso, que es simplemente hacer que la gente disfrute de algo bueno. Y dar algo bueno es contar buenas historias.

¿Cuándo empezaste a escribir?

En la adolescencia, como pasatiempo solitario. Con mayor seriedad, a los 20 años más o menos, cuando escribí mi primer cuento.

¿Qué autores despertaron esta vocación?

Marco Denevi. Fue leyendo un cuento de él cuando dije “yo quiero escribir cuentos”.

¿Qué libros o autores te influenciaron?

Creo que los relatos de Marco Denevi, Abelardo Castillo y Liliana Heker. Salinger y Camus también fueron parte de mis lecturas de cabecera (no sé si me influyeron precisamente o no).

¿Hay algunos autores salteños o del noroeste argentino que te gusten? (por qué)

Me fascinó la escritura de Carlos Hugo Aparicio, cuando la descubrí en la universidad. También tuvo mucha importancia para mí la narrativa breve de César Alurralde. Me gustan mucho las autoras Gloria Lisé, Libertad Demitrópulos y Ana Gloria Moya, por sus reconstrucciones de la historia argentina y de la mujer en la historia. Las novelas de Jorge Accame y de Héctor Tizón me parecen fascinantes.

¿Hay algunos autores salteños o del noroeste argentino que te parezcan abiertamente malos? (por qué)

Sí, pero ninguno que sea parte del canon. Es decir, no son conocidos. Cuando un autor no es conocido y escribe, y no escribe “bien”, igual me parece valioso que escriba. Creo que la escritura es algo para todos. Cualquier persona que tiene ganas de escribir puede hacerlo. De allí que ingrese al canon o no, eso se verá después.

¿Te llevó mucho tiempo escribir tu primer libro?

Sí, cerca de 10 años. Además de la inexperiencia, en ese tiempo era estudiante universitaria y de Letras, y eso me quitó muchísimo tiempo de “creación”.

¿Alguna vez pensaste en no ser escritora? De no ser escritora, qué te gustaría ser?

Nunca pensé en no ser escritora porque, como dije antes, para mí es algo vital, algo necesario. De todas formas, lo que me atrapa es la construcción de personajes, por lo tanto, si no me dedicaba a la escritura y si no fuera porque soy exageradamente tímida, me hubiese gustado ser actriz.

¿Qué hace, en tu opinión, que una obra de ficción sea buena o funcione?

Debe tener una historia atrapante y un final grandioso. Tiene que dejar pensando al lector, pensando en la vida, en la muerte, en mil cosas; si no deja pensando, no funciona.

Tu top ten de escritores.

1. Marco Denevi

2. Alessandro Baricco

3. Julio Cortázar

4. Abelardo Castillo

5. Isidoro Blastein

6. Albert Camus

7. Liliana Heker

8. J. D. Salinger

9. Martín Kohan

10. Carlos Hugo Aparicio

(dudo un poco del orden, pero es un intento)

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ASÍ ESCRIBE



Hoy sí que va’ be’ linda venta, le había dicho su madre, con la voz un poco más aguda por el entusiasmo y, quizás, por el jodido polvo que levantaba la tierra del patio (que por la falta de lluvia se le colaba por la garganta mientras barría) y que la hacía carraspear todo el tiempo. Linda venta, repitió la mujer, tosió de nuevo, y guardó un pan con salame y queso en la mochila de su hija.

Después, la chica salió de la casa, con las manos llenas de claveles blancos y rojos. El colectivo atestado de gente y el viaje hasta el centro, de pie y balanceándose tras la búsqueda del pasamanos del cual colgarse con los dedos que le quedaran libres, la obligaban a abrazarse al ramo continuamente. Y en ese abrazo protector un pétalo le rozaba de tanto en tanto la boca, y ella fruncía la cara y apartaba la flor como si se tratase de una pelusa inmunda.

[…]
Fragmento de La vendedora de flores

jueves, 19 de abril de 2012

EL PAISAJE Y EL TERRITORIO (NEGRA, TURBIA, ENVOLVENTE: ATMÓSFERA NARRATIVA SALTEÑA ACTUAL)






Por Juan Pas





“- Según usted, ¿por qué surge el conflicto en los suburbios?
- Porque no son un paisaje.”
Paul Virilio, El Cibermundo,la política de lo peor




1. LA ZONA. “Cuarto oscuro, Apaga la luz”, organizado por Fer Lunática y Andre Sbaraglia tuvo lugar en el Centro cultural Aristene Papi el sábado 14 de abril de 2012 a las 20 horas, es decir antes de que abrieran los bares y las peñas folclóricas de la zona de la Balcarce, y reunió en una hora de lectura las voces de representativos jóvenes narradores salteños.

2. EL CLIMA. Llegué. La gente esperaba afuera. Las puertas estaban cerradas. Adentro se oían ruidos, gritos, muebles en movimiento. Debíamos esperar. Demoraron. Algunos conversaban, otros fumaban, otros miraban sin animarse a pedir una seca, otros ya habían fumado y sonreían, otros únicamente fumaban tabaco, otros nunca habían fumado, otros fumarían si les ofrecieran pero no le agarrarían el hábito, otros ni siquiera pensaban que fumar fuera una posibilidad. En fin, la complejidad es tal que resulta imposible separar a las personas entre fumadores y no fumadores. Eso sí, muchos eran ex o actuales estudiantes de letras de la universidad nacional. También había quienes iban a buscar cervezas, otros a buscar un baño porque el centro cultural no cuenta con uno: la vía, un bar vacío, iluminado y sucio, todavía sin maquillaje, las sillas sobre las mesas, un montoncito de mugre cerca de la pala, junto a una escoba estacionada y una mujer que dice ‘es por ahí’. Parecía que iba a llover, era la frase que daba con los ánimos por el suelo. Aunque lloviera, mejor no hablar de ciertos temas. Por fin ingresamos. Había un sendero de velas encendidas que dirigían nuestros pasos en dirección a un túnel hecho con una tela negra. Pasamos por debajo. Recibimos la bienvenida de las anfitrionas. Nos transportamos a la oscuridad. Los espectadores comenzaron a ocupar su espacio en el piso, no había sillas, o las que había no tenían mucho sentido usarlas: el espacio lo hacen los deseos, el deseo de sentirse cómodo. En definitiva, podías elegir qué espectador ser: algunos decidieron recostarse, la mayoría se sentaron, orientados en diferentes direcciones, los menos permanecían de pie, apoyados contra las paredes o en las pocas sillas. De vez en cuando unas linternas diminutas daban luz, luego desaparecían, igual que en el teatro Provincial, aunque en este caso obedecía a la necesidad de crear una atmósfera y no era el recurso para buscar asientos . Alejandro Luna presentó sin muchos rodeos a los narradores y comenzó la lectura.

3. LA OSCURIDAD. Un grupo de actores (o de personas que cumplían ese rol) dio inicio a una sesión de teatro leído. Con la ayuda de las pequeñas linternas iban desarrollando un guión pensado para enmarcar los textos que cada autor iba a leer. A cada turno le correspondía un linternazo, luego la luz se extinguía. El guión ficcionalizaba un encuentro de lectores reunidos para comentar y compartir sus impresiones acerca de los cuentos. Algunos eran anodinos pero cómicos, como uno que dice “No se la pudo coger a la Ceci el boludo este”, respecto del cuento de Rodrigo España; otros, como el del cierre, producía estremecimiento: “¿Estamos existiendo ahora?”, pregunta uno de los actores en el clímax final, “Creo que sí, apagá la luz”, es la respuesta que obtiene. Cada vez que un autor iba a leer, todas las linternas dejaban de funcionar, menos, claro, la del lector, quien la mayoría de las veces estaba apostado en un sitio diferente de la sala al que ocupaba el grupo de actores. Luego supe que esto estaba previsto por el guión. A veces el ruido del tren de carga, que jamás terminaba de agarrar viaje, entorpecía la escucha o, desde otro punto de vista, obligaba a reforzar la atención en los oyentes. Un micrófono hubiera resuelto el problema, salvo que ya no hubiesen sido las emanaciones de los cuerpos lo que recibiríamos sino la mediación impuesta por la tecnología. La linterna ya era suficiente prótesis.

4. LA REVUELTA DE LOS ALDEANOS. Leyeron Rodrigo España, Alejandro Luna, Fer Lunática, María de los Ángeles Rojas y Daniel Medina. Cada uno aportaba una cuota de dramatismo al evento. Una voz, de pronto, se apropiaba de la escena negra, fluía como una serpiente que circulaba, envolvía, envenenaba, convocaba ciertos rituales en donde el cuerpo presente del narrador comparte el calor del cuerpo deseante del oyente: en la ausencia de luz construían una comunidad pasajera, cuyo estatuto era el secreto, su posesión, su distribución. Cada uno pasaba las hojas de su cuento como si fuera un buzo explorando el fondo marino, apenas ayudado por una linterna del tamaño de un dedo. Sumergido, sí, pero recubierto por una burbuja ciega que lo aproximaba a los demás, que aproximaba a los demás a una respiración común, a veces opresiva en la que muchas cosas que se contaban eran, como dice Salas de uno de sus personajes, raras, feas y sucias como ninguna.

5. LA VELOCIDAD DEL SONIDO. La primera envolvente: la tela negra por la que ingresamos. La oscuridad, la sala sin iluminación, apenas un sendero de ocho velas cuya luz moría a los pocos pasos. La oscuridad, los ojos cerrados, los oídos al descubierto, el impacto de la voz, la voz hecha un evento táctil, fluido, que se incorpora al organismo que lo recibe: tirado, la cabeza contra la pared, una viscosidad continua que va del ambiente al interior del cráneo, se cuela por la boca, la nariz, los oídos, se trastorna en aplausos, risas, sofocación, interjecciones, movimientos de cabeza que nadie ve. La oscuridad es la materia con la cual está hecha la piel, es decir el deseo, marca uno de los frentes del conocimiento: la atmósfera intencionalmente busca desvirtuar la visión y reconducir las sensaciones en dirección al oído, pero un oído que se comporta como si lo estuvieran tocando con la lengua. Especie de combate contra la velocidad de la luz propia de nuestra época, los artífices de esta lectura proveyeron a sus oyentes de las condiciones necesarias para recibir y demorarse en aquellas palabras. Las distracciones concurren pero no alcanzan a interceptar las voces que planean sobre humillaciones sexuales, fracasos amorosos, experiencias atroces y violentas que hablan de una ciudad mediana que podemos identificar con Salta, Tarija, Jujuy o Arequipa, hoy, es decir ciudades grandes pero no Grandes ciudades. Estas voces disuelven la calma aldeana al impugnar la prevalencia del paisaje (la relación estética que sujeta al individuo a un lugar) por sobre el territorio (la relación política que un individuo establece con los demás para producir un espacio social). No es un dato menor, no fuimos a un salón iluminado a presenciar rostros y poses, acudimos a participar de un turbio territorio que algunos empezaron a llamar nueva narrativa salteña (de todas maneras habría que buscarle otro nombre), en fin, una zona por venir plagada de cuerpos cuyo trance no necesita de la visibilidad, por el contrario elude esa ficción creada por el ojo, una ficción propia de nuestro tiempo y elaborada con el propósito de anular la existencia de lo invisible, y en cambio compromete e involucra (¿recupera?) los sentidos (olvidados) que nos dan existencia. La experiencia de habitar una ciudad mediana permite a los narradores desplegar en sus textos personajes cuyas vivencias colaboran en la producción de un espacio vivible: no solo están, generan estrategias de supervivencia que legitiman una “localidad” notoriamente anti arcaizante y describen trayectos y pasajes por zonas intencionalmente excluidas de los circuitos turísticos y las políticas sociales (como en el caso del periodista remisero que le enseña a un corresponsal del Página lo que es Salta en la actualidad y lo lleva a comprar merca al Bajo del cuento de Medina); de búsquedas de espacios de comunión e intercambios secretos con los otros, espacios donde lo social se nos representa como la superación del miedo a la proximidad y al contacto propias del discurso católico- oligárquico salteño (como sucede en los casos de Salas y Rojas); también hay una exploración de las subjetividades atravesadas por la incertidumbre, sujetos que no pueden hacer otra cosa que esperar a que suceda el mundo que jamás sucede y que en esta postergación hallan el sentido de su fracaso para vincularse con los otros (la imagen del fracaso amoroso y sexual en España y Luna explicita de alguna manera la soledad de los cuerpos urbanos que vagan en busca de aquellas zonas en donde no llega el poder – el río sin agua a la hora de la tarde fumando marihuana en España- , o bien el aplastamiento de toda posibilidad de emancipación – el heladero que vive con sus padres y miente acerca de sus perspectivas de futuro para evitar el ridículo en Luna). De todas maneras, una lectura atenta de estos cuentos nos daría quizá otros resultados, lo que aquí me interesa señalar es que el paisaje ha dejado de tener una presencia decisiva en el imaginario de estos narradores, con lo cual la contemplación deja paso al acontecimiento. El territorio es el ámbito donde el acontecimiento puede ser formulado en los términos de una narración, pero ¿cuál es el territorio?, ¿dónde queda? : queda aquí, en el cuerpo. El Tata Sarapura bajó del cerro y ahora vende ajos y mentisán en la vereda del Mercado San Miguel. La metáfora del cuarto oscuro no solo remite a la escritura como exploración íntima del lenguaje, además genera una política de la escritura: adentro y afuera pierden consistencia, lo importante es el desplazamiento por los lugares inestables de la ciudad, de alguna manera todos estamos adentro. Recuerdo a este respecto el discurso inaugural de la Expo libros Salta 2011 en el MAC cuando Mariano Ovejero, antes de asumir como Secretario de Cultura y Turismo, dijo, refiriéndose a la muestra de libros que YA ERA llevaba a cabo en la vereda del museo, que “los que están afuera, lo están porque quieren”. En realidad todos estamos adentro de la vida social, no porque participemos o no, sino en calidad de ciudadanos con pleno derecho a producir, hacer circular y consumir bienes culturales. Al mismo tiempo, las legitimidades proliferan: largos serían los tiempos si hubiera que esperar la autorización de un centro de autoridad. Por el contrario, los proyectos de auto gestión son los que emprenden las acciones más progresistas en la ciudad, los que movilizan más sentidos en relación a las prácticas artísticas, de manera tal que no hay un solo discurso sino que esas prácticas, por ejemplo escribir, exigen participar en la disputa por los sentidos. Con este panorama, una vez más el discurso político oficial (tanto el del Estado como el de los medios de comunicación hegemónicos) queda fuera de juego, su visión de la realidad es eso, una visión, el espectro de un cuerpo sin oídos. Términos como raíz, paisaje, tradición viva, folclore, no hacen más que encubrir la regresión social de los sujetos más vulnerables, pues son construidos, deliberadamente, para neutralizar prácticas ancestrales que sí tienen un sentido de resistencia: si se puede vender, entonces ya no es peligroso. Pero los pies andan, no dejan de andar y andar provoca encuentros: los cuentos de estos jóvenes narradores confrontan sin medias tintas aquél imaginario estático y las actividades que llevan a cabo, como Cuarto oscuro, como Belgrano 1517, proponen nuevos paradigmas para los usos, ocupaciones y propiedad de los espacios urbanos.



6. OÍDOS. El día de la presentación de estos narradores no era posible ver sus caras, no era necesario. Escribir no significa que te vean hacerlo. No son flashes fotográficos lo que debe buscar alguien, cualquiera, en la escritura, es un error pretender notoriedad a partir de la literatura así como lo es asumir que un escritor es el dueño de aquello que dice, como si tuviera algo que decir, como si nadie más que él, precisamente él, tuviera por destino decirlo, como si no existiera el lenguaje hasta su llegada al mundo, como si el mundo tuviera necesidad de sus palabras, como si sus palabras no fueran justamente aquellas que le han sido entregadas por su comunidad. Un escritor debe actuar de tal forma que termine por ser oído, por convertirse en oído, por oírse respirar mientras despliega su voz, debe aprender a descubrir en la proximidad de los demás la presencia de los otros, su necesaria compañía, y debe darse cuenta de que su voz, su pequeña voz, no es más que un evento, una forma secreta de coparticipar en la pasión por los sentidos que nos involucran como sociedad en el seno de una igualdad envolvente: la oscuridad, esa piel comunitaria en donde todos somos negros, o irse.

sábado, 14 de abril de 2012

MADAME MILI-MALISTA



Milagro Carón nació en Cafayate, el tres de mayo de 1980. Estudió en su pueblo hasta terminar la secundaria. Al finalizar sus estudios, vivió en Bélgica un año. Volvió y se instaló en Buenos Aires durante cuatro años. Empezó la carrera de Licenciatura en artes de la UBA. Abandonó tempranamente y decidió estudiar Letras por consejo de su padre. Volvió a Salta. Luego vivió en Francia durante dos años. Desde 2008 escribe un blog que se llama Fragmento-s.blogspot.com. Ahí aparece parte de su trabajo sobre el Diccionario Anti-etimológico de pronta publicación con ilustraciones de su hermana. Desde hace cuatro años sólo lee a un autor francés que no termina de entender.


-¿Por qué escribís?

Para memorizar al tener una memoria tan frágil.


¿Cuándo empezaste a escribir?


Cuando empecé a leer al autor francés para ver si lo entendía.

¿Qué autores despertaron esta vocación?


El autor francés

¿Qué libros o autores te influenciaron?

El autor francés, Chejov, Melville, Sergio Bizzio son los que más rápido llegan a mi mente.
¿Hay algunos autores salteños o del noroeste argentino que te gusten? (por qué)
De otras generaciones anteriores diría Castilla y Regen. A Castilla siempre lo leí como un narrador de cuentos –algunos de suspenso y terror- en verso. Sobre Regen diría que me gusta en persona además de su escritura. De los actuales, calculo que me falta conocer a mucha gente. Sólo he leído a mis amigos y me gusta mucho como escriben aunque cierta influencia Buwoskiana me aburre un poco.

¿Hay algunos autores salteños o del noroeste argentino que te parezcan abiertamente malo? (por qué)

No conozco tanto como para hacer un juicio de valor semejante. De todas maneras te paso mi teléfono y te lo digo en privado.

¿Te llevó mucho tiempo escribir tu primer libro?

Nunca escribí mi primer libro. Lo que me recuerda la historia que cuenta el autor francés sobre un tal Joubert del que dice el autor francés: Nunca escribió un libro. Sólo se preparó a escribir uno, buscando decididamente las condiciones justas que le permitieran escribirlo. Luego olvidó también ese propósito. Siempre me gustó esa anécdota. O aquella otra sobre Pierce que me contó una amiga. Parece que Pierce trabajaba de guardaparques y escribía notas que tiraba a la basura. Alguien las levantaba y las guardaba y así fue como Pierce es Pierce y el signo es de naturaleza tríadica.

¿Alguna vez pensaste en no ser escritora? De no ser escritora, qué te gustaría ser

No soy escritora y siempre quise ser cantante de ópera.

¿Qué hace, en tu opinión, que una obra de ficción sea buena o funcione?

Si lo supiera escribiría una.

Tu top ten de escritores.


No quisiera ponerlos en posiciones descendentes. Sólo nombraré diez sin saber cuál va primero y cuál después: Chejov, Dostoievsky, Sergio Bizzio, Melville, Boris Vian, Pessoa, Mishima, Bataille, Foster Wallace, Sarmiento.

sábado, 7 de abril de 2012

JUAN PAS: MÁS KAMIKAZE QUE NUNCA





Una breve autobiografía: nací en Salta Capital en mayo del 84 del siglo pasado. Casi siempre viví a 300 metros del acceso a mi propia ciudad, en una especie de limbo entre cerros que ha dejado de formar parte del mapa de Salta pero que tampoco alcanza para ser la localidad de Güemes. No hemos hecho por avanzar. Además de estudiante crónico de Letras de la UNSa, soy un desempleado donramonesco desde hace meses. Viví en otras ciudades, sin mucha fortuna. Me tuve que publicar mis propios libros. Ninguno rescatable. Hace mucho que no actualizo el blog elindiegente.blogspot.com, especie de bitácora de idioteces, como todo blog. Me gusta mucho andar en bici, andar, andar, eso debería ser suficiente en mi biografía. Y nadar.


¿Por qué escribís?


Escribo obsesionado con la oportunidad que brinda la escritura de convertirme en un espectro. También porque la literatura nos abre la posibilidad de hacer lugar allí donde uno no cabe.


¿Cuándo empezaste a escribir?


Comencé a escribir una autobiografía a los seis, siete, ocho años. Contenía demasiados detalles inventados. Era un cuaderno Rivadavia azul de 400 hojas y tapa de tela de araña que usé en primero y parte de segundo grado. Lo quemé a los nueve.


¿Qué autores despertaron esta vocación?


¿La de quemar libros?, Kafka, aunque fue una influencia profética, porque a esa edad todavía no lo había leído (y a esta tampoco). La de leer literatura, Borges, para qué vamos a mentir. La de escribir, Daniel Defoe.

¿Qué libros o autores te influenciaron?

Platero y yo seguro que no. Robinson Crusoe, Espectros de Marx, en los últimos tiempos Pedro Juan Gutiérrez, Dublineses, Raúl Dorra, Mario Bellatín, Mario Levrero (sobre todo el de la Trilogía involuntaria).

¿Hay algunos autores salteños o del noroeste argentino que te gusten? (por qué)

Me gustan mucho Néstor Groppa (difunto cordobes ajujeñado porque trama poemas repletos de detalles urbanos con una cadencia bucólica parecida a la de Juanele Ortiz –uno de mis poetas favoritos); Jacobo Regen, excepto cuando se vuelve elegíaco; Manuel J. Castilla (también debo decir que porque me recuerda a Juanele); Walter Adet (porque fue el primer salteño que leí – de hecho me hizo creer que todos los salteños escribían así de bien, nada más alejado de la realidad- y también porque me hizo conocer a César Vallejo); Jesús “el negro pelo” Ferreira (porque construye una ciudad llena de gente desbandada); Rodrigo España (porque es capaz de revelar una sensibilidad desopilante con la cual me identifico no solo como lector); Federico Leguizamón (quien, a diferencia de Meliza Ortiz, ha buscado cierta renovación aberrante de la literatura “joven” de nuestros pagos que no se identifica con estereotipos aburguesados y conformistas).

¿Hay algunos autores salteños o del noroeste argentino que te parezcan abiertamente malos? (por qué)

Eduardo Robino (porque escribe unas historias aburridísimas que casi siempre terminan en pseudo epifanías nada complicadas); Carlos Müller (porque escribe poemas “contestatarios” pero los publica en la Secretaría de Cultura); Santiago Sylvester (porque tiene un estilo demasiado árido o, como bien diría Salvador Marinaro, “cerebral”, como maquinarias sin lubricación del cual Reloj biológico es un ejemplo); Juan Manuel Díaz (porque se nota que no le interesa decir nada); después no sé puntualizar nombres pero hay muchos que me aburren a más no poder, no sé si por eso serán malos per se: Juan Víctor Soto, el último libro de Carlos H. Aparicio, Ácido de Acebo, la obra completa de Rubens Agüero. Creo que el peor delito de las letras salteñas es precisamente ser demasiado salteñas: solemnes, respetuosas del status quo.

¿Te llevó mucho tiempo escribir tu primer libro?

Me llevó un par de meses, era de poemas y jamás nadie lo leyó, se llamaba algo así como El fuego imperdonable (quizá un recuerdo de la autobiogrfía), tenía como 200 textos horripilantes apilados en el dorso de votos de López Murphy (mi viejo creía que ese esperpento podía ser presidente, yo nada que ver, solo recibí el papel como una oportunidad de escrachar mis palabras).

¿Alguna vez pensaste en no ser escritor? De no ser escritor qué te gustaría ser?

De hecho nunca pensé no ser escritor, en mi barrio decían que porque era muy vago. El problema es que no estoy seguro de si actualmente lo soy, pero si lo fuera y no quisiera entonces me gustaría ser aviador (pero no de los que fumigan campos ni de los que transportan pasajeros ni de los que van a la guerra sino de los que recorren distancias que desconocen) o nadador de crawl en aguas abiertas o indigente en Nueva York (como Néstor Sánchez, no el orejón de canal 11 sino el autor de Siberia Blues) o también me gustaría ser un tipo con una enfermedad rarísima cuyo apellido, igualmente rarísimo, sirva para nombrarla (para este caso me gustaría contar con un pequeño bonus: ser un astrofísico genial, tener fama, dinero y un cerebro privilegiado, ser puro cerebro además de padecer de un fanatismo asombroso por la masturbación y usar unos bigotes de actor porno de los 70).

¿Qué hace, en tu opinión, que una obra de ficción sea buena o funcione?

En la actualidad me gustan las historias contadas sin demasiada experimentación formal, en vez de esas en donde el lector debe descubrir a cada rato qué carajo quiso contar el narrador. Tampoco me gustan las moralejas explícitas, las bajadas de línea pseudo revolucionarias, las explicaciones metaficcionales como si uno fuera un tonto. Yo quiero que me cuenten una historia pero que me dejen tranquilo a la hora de hacer mis propias interpretaciones. También creo que los diálogos son una cuestión clave y que muchas veces no suenan verosímiles, eso me genera deseos de tirar el libro por la ventana y que se lo coma mi perro Tilingo.


Tu top ten de escritores.


Joyce, Kafka, Belén Franchese, Derrida, Sergio Bizzio, Walt Whitman, Foster Wallace, Federico Falco, Juanele Ortiz, Osvaldo Lamborghini, Roberto Gómez Bolaños.

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ASÍ ESCRIBE

“Hay que ser inteligentes, dice papá: estudiar, recibirse, trabajar, usar condón. Un hilito de lechuga se atora en la garganta de Alba. El mundo está al borde del apocalipsis. Rueda por la mesa. Caerá. Nos haremos pedazos. La hermanita logra salvarlo con el tenedor y se lo traga de un saque. Nos revolvemos. Hasta que de una vez por todas acabamos acostumbrados a estar en los intestinos de alguien. Poco a poco nos convertimos en mierda.”



De Alba latex.