viernes, 25 de enero de 2008

Parricidio



Alejandro Kozarts


-mostrar lo viejo es ser complaciente, caminar por terreno seguro.
podes o no ganar un premio
pero nunca vas a ser fusilado

Así comenzó un largo chat con Pancho Rodríguez, todavía en Buenos Aires, sobre el arte en Salta. Y yo improviso ahora este texto que no sé muy bien qué es; pero sí puedo decir que está escrito en caliente.
Los que nacimos en los 80 (Creo que Pancho es de unos años antes y además lo hizo en Córdoba, pero pasó muchos años acá) tenemos un problema con la salteñidad de nuestros escritos. La identidad salteña, que tan bien se perciben en casi toda la producción de la literatura de esta provincia e incluso en la de nuestros cineastas (arroz, martel, etc. y casi todos los cortos de ficción premiados el año pasado) no está presente en nuestras producciones. La cuestión es que no hay una sola forma de ser salteño. Y la diferencia, principalmente, es generacional. Los que nacimos en los 80 crecimos con la televisión porteña, después con las series norteamericanas (sony, fox, etc), con un cine también extranjero y la mayoría de nosotros no escuchó a las voces de orán o a los chalchaleros, sino a Led Zepellin o a los Redonditos de Ricota (en mi caso ni siquiera eso, realmente mi cultura músical deja demasiado que desear) y hemos crecido no en medio de la Puna sino en medio de esta ciudad, pequeña y con alma de pueblo, pero ciudad en fin. Y ni hablar de Internet ni de nuestras lecturas.


Todo esto influye, nos guste o no y les guste o no, en nuestra forma de ver y entender el mundo. Y esto se refleja, desde luego, en nuestros escritos. Para empezar, difícilmente vayan a encontrar llamas o vicuñas ni les vamos a hablar de pájaritos o de algunos árboles ya famosos. Entre otras cosas, porque vivo rodeado de cemento y no diferencia un arbusto de una palmera, porque a mí no me despierta el cantito de un canario, sino los bocinazos de algún colectivero de SAETA y porque yo puedo hablar de perros y gatos, pero no de esos animales a los que veo en los documentales del canal Encuentro.


La oralidad en los personajes es también compleja. Creo que al único que ha logrado plasmarla bien ha sido Carlos Hugo Aparicio, a él le creo cuando escribe así, porque nació y se crió en la Quiaca, le sale bien. Pero hay otros escritores más jóvenes que intentan imitarla y no les sale. El producto es un texto artificioso, producido por ratas de ciudad que pretenden hablar de la puna, un lugar que conocen en fotos o de alguna excursión hecha en el secundario. Como mucho, habrán ido a Tilcara en Enero, mes en que este pueblo está tomado por porteños mochileros. Escriben textos turísticos.


Ni hablar del plano ideológico… nos da un profundo asco la idea de la resignación, la de poner la otra mejilla o la de dejarse estar en esta siesta intelectual.
Hace unas semanas, una integrante de la liga de los superescritores, en una presentación de un libro de poesías, se expresó en contra de “las falsas vanguardias” y criticó “los parricidios estériles”.
Pero los parricidios son necesarios, aunque uno después se arrepienta (ver Borges-Lugones)… son necesarios para avanzar. No va a ser fácil hacerse un espacio. Entre otras cosas, porque la literatura salteña funciona como una secta muy cerrada, una secta más bien nauseabunda, que hace todo lo posible para dejar afuera a los jóvenes y también a grandes poetas que no han tenido la posibilidad de publicar en otros tiempos.


Va a ser una masacre.

1 comentario:

Sabina dijo...

Creo que es muy apocaliptico tu comentario. La salteñidad si bien "manchada por el porteñaje" va mutando. No hablamos de vicuñas porque nuestra realidad ha mutado es entonces que se mencionan otras cosas y otros modos de ver nuestra salteñidad. Y todo aquello que pueda plasmar eso es totalmente factible.