martes, 15 de enero de 2008

Diario de un escribidor (Día 28)




Alejandro Kozarts

Ganas de descarrilar y perder el control. Yo que soy tan espantosamente cerebral.

Hoy volví a ver el documental de Michael Moore, Sicko. Una obra maestra.

La filósofa del lenguaje actualizó el blog con un texto sobre Chile. La semana pasada le decía a Stephan que hay algo sobre ese país que no me cierra: cómo puede ser que una tierra, que ha dado tantos buenos poetas (Parra, Mistral, Huidobro, etc) tenga hinchas que sólo pueden lanzar este cantito pedorro: “C-H-I- CHI. L-E- LE. CHI CHI CHI LE LE LE. VIVA CHILE!”. Realmente es incomprensible.

Estuve intentando corregir algunos cuentos. El trabajo es similar al del montaje que estuvimos haciendo con el corto -sé que ya lo he dicho, pero no me importa – que está quedando muy bien: Sacar o poner frases, tachar esto, aquello, dar vuelta un párrafo o pasar de la primera a la tercera persona… y por momento unas ganas tremendas de quemarlo todo.

8 comentarios:

Pancho Rodríguez dijo...

Los chilenos tendrían que tener primero un seleccionado decente para después hacer cantos iguales.

Anónimo dijo...

Si queres enloquecemos de a dos. Tu fan mas lokkaaaa!!
Mil besos

Anónimo dijo...

Sr.Daniel Medina. Soy un seguidor de su página. Quiero dejarle el siguiente comentario sobre el tema del "Enojo en la Literatura" para ver si usted puede difundirlo:

La nota de "desagravio" al poeta Walter Adet, firmada por un número considerable de escritores salteños, me pareció presuntuosa, descabellada y ofensiva.

Presuntuosa porque los firmantes han asumido ya el rol de escritores importantes de nuestro medio y porque además se arrogan la facultad de interpretar lo que el poeta Walter Adet pueda haber sentido en el más allá a raíz de la publicación de un libro en el simple acá.

Descabellada porque la furia de los firmantes se basa en que las antólogas debieron haber incluido en el tomo II a aquellos escritores que están en el tomo I y que continuaron su producción durante el tiempo que separa ambas ediciones. Pero si las antólogas lo hubieran hecho así, ¿de cuántas páginas debería constar el segundo tomo? Si consideramos que este segundo tomo, así como salió a la luz, tiene casi cuatrocientas, de haberse incluido en él a los autores del tomo I que siguen produciendo tendría por lo menos que haber duplicado esa cifra. Vale decir, el tomo II contaría, conforme a este requerimiento, con unas ochocientas páginas. Diga la opinión pública si esta demanda resulta coherente con la realidad. A menos, claro está, que lo que los firmantes pretendieran fuera que el tomo II se tratara de una suerte de repetición de autores del tomo I, vale decir, que sólo figuraran en él los autores importantes o "serios", y que los nuevos quedaran marginados dada su condición de "advenedizos". Tal vez lo que indignó tanto a estos señores es que las antólogas no hayan señalizado con alguna marca (mayor espacio, por ejemplo, o mayor cantidad de obras), la diferencia de categoría que existe entre los escritores importantes y los secundarios. No, las antólogas concedieron un espacio similar a todos y eso resulta imperdonable para las ansias de figuración de algunos.

Por último, ofensiva. Esta nota de desagravio es ofensiva con las antólogas a quienes, sin ninguna consideración, se ha menoscabado con duras palabras y sobre quienes se hizo caer la graciosa acusación de "colgarse de la fama de un escritor de renombre para medrar a costa de ella". En mi opinión, las únicas personas que merecen aquí un desagravio son precisamente ellas, las antólogas, profesoras de universidad que también se pelaron las cejas estudiando como el que más y que en este trabajo se desenvolvieron con seriedad y esfuerzo, exponiendo con claridad sus objetivos y su manera de proceder en la realización de esta antología. Sin tener en cuenta su dignidad de personas ni el interior de su sensibilidad, se las atacó sin piedad sólo porque no satisficieron las exigencias de un grupo de genios que se sienten con méritos suficientes como para ocupar posiciones de privilegio en el ámbito de la literatura local. Adviertan, señores, que estamos volviendo así a los estadios feudales que, supuestamente, la democracia trata de superar, y muéstrenme, por favor, casos de grandes escritores que menoscaben a sus semejantes cuando estos no hacen lo que ellos quieren, y que en ese menoscabo hagan estribar la legitimidad de su grandeza.

La literatura se hace haciéndola, no desgastando energías en polémicas adolescentes. Cuánto ganaría ella si los escritores se limitaran a eso.

Gracias, señor Medina y hasta otra oportunidad. Lo felicito por la agudeza y el valor de sus opiniones

Firmado: Eduardo Montalbán Fernández

Pancho Rodríguez dijo...

Fernández podría tener su propio blog, si es que no lo tiene, porque con la talla de su comentario nos supera. Ah, y Medina no es un señor, es otro hijo de puta como yo. Un buen hijo de puta...
Y sumando, ¿quién dijo que son famosos los superescritores como para acusar que se suben a su caballo?

Opadromo dijo...

Kozarts, me parece que en uno de estos días moja la unca con Sabina

Anónimo dijo...

no entendí nada de lo que dijo el sr.anónimo, alias Montalbán, no habiendo leído la nota en cuestión, ni entendiendo un pedo de la literatura salteña.
Sólo quería decir, qué bien que se expresa sr.Moltalbán, alias anónimo!
no sé si blog, pero siga escribiendo sus comentarios y se cague en los envidiosos (incluso en mí que no entendí nada como ya dije). saludos.

Anónimo dijo...

Se puede decir lo mismo de Argentina sr. Kozarts o como se llame. No todos los que van a la cancha se educan poética y musicalmente...no le parece?

Anónimo dijo...

El autor se olvidó de nombrar a Nedura