viernes, 9 de noviembre de 2007

Diario de un escribidor (día 3)



Alejandro Kozarts


Parece un pato cuando camina. No, más bien es un vaquero del lejano oeste caminando para batirse a duelo, como en una película de Sergio Leone. Sólo que en vez de llevar un revólver, tiene un libro en la mano. Camina y lee al mismo tiempo y lleva un lápiz –o lapicera- para subrayar y hacer anotaciones. Parece que ha desarrollado algún sentido especial, como el radar de los murciélagos, porque esquiva los postes de luz sin apartar, ni por un segundo, la vista del libro. Se acerca, no ha parado de leer un libro de Carver –está tan cerca que puedo leer el nombre del autor- y pasa a mi lado sin inmutarse. Una vez casi lo atropellan, por cruzar sin mirar y sé que cuando salió a caminar con Adán Buenos Ayres, más de un ciclista le gritó de qué te reís, pelotudo. Me tiento a llamarlo, para hablar de El Caimán, la película de Nanni Moretti que me ha parecido genial, o de las elecciones, de lo gracioso que era el martes encontrar a tantas personas preocupadas por saber quién iba a ganar, pero no por los comicios a gobernador, sino por bailando por un sueño o de Luna Caliente (libro de Mempo), que también me ha gustado mucho.
Pero perturbarlo sería un sacrilegio.
Conozco un caso de delirio aún más grave. El del poeta mexicano Mario Santiago, amigo de Roberto Bolaño (ambos fundaron el infrarrealismo en ese país). Cuenta Bolaño que Mario Santiago siempre le devolvía sus libros mojados o con cicatrices de haber soportado un diluvio. A Bolaño le empezó a llamar la atención que los libros volvieran siempre en ese estado, incluso cuando pasaban semanas sin llover. Hasta que descubrió el misterio: Mario Santiago leía mientras se duchaba.
Pensar en estos personajes me hace bien.

1 comentario:

Formonauta dijo...

Já, hace mucho no pasaba por aquí, bah, por ninguna lectura webera. Pero la lluvia me atrapó en esta cueva-ciber naufragio llena de humo y de tipos viejos jugando jueguitos de niños que en realidad fueron hechos para adultos, y todos fuman y gritan y agua va, y Ceci atrapada en una cuna mecánica...
Muy lindo texto me encuentro leyendo al pasar, como caminando por la red, atrapóme este diario de un escribidor, que por el seudónimo intuyo que es de mi amigo escorpiano ex-cronópio, casi-fama, que se bambolea en las fronteras, como todo el mundo, bah...
Quería confesar sonrojándome, que yo también leo cuando camino y que me tropiezo muchas veces, tanto, que los dedos gordos de mis pies que sobresalen frente a los demás, siempre duelen en la spuntas por los choques de veredas destruidas hechas de frases malditas.
Bendita coincidencia.
Agua va...
saludos escribidores.