lunes, 5 de noviembre de 2007

Diario de un escribidor (día 2)



Alejandro Kozarts


Suena esa musiquita, la que todos conocemos y las luces se encienden para confirmar mi sospecha: es el programa de Mirta Legrand y el invitado es nada más y nada menos que Washington Cucurto. Tiene los ojos vidriosos, devora un pollo sin usar los cubiertos y al lado del plato hay un buen tetra tinto.

-Digamé, Cucurto, con usted como escritor, ¿se viene la negrada a la literatura?

Siguen hablando pero no puedo escuchar lo que dicen. La cámara ahora está debajo de la mesa y se ve la mano proletaria de Cucurto rozar la aristocrática rodilla descubierta de Mirta. Parece un error, pero no, la mano –la misma que sostenía esa pata de pollo- se aferra ahora a la pierna de la señora y lentamente empieza s subir y bajar. Mierda carajo, la escucho susurrar a Mirta, la mano trepa sin la menor resistencia, mierda carajo, se pierde en el medio de la pollera, si te viera Danielito, mierda carajo, entra y sale, entra y sale y mierda carajo, mierda carajo y lanza un par de gritos y finalmente acaba. La pesadilla acaba.
Me despierto con unas náuseas para nada sartreanas.

2 comentarios:

Estrella dijo...

Por un momento te creí! Qué buena escena... y que feliz se pondría... CUCURTO!

Pancho Rodríguez dijo...

Che, no me parece raro lo del Cucurto porque fue el Wayar y también mordisqueo sin cubiertos ante la señora de la televisión: "en cachi comemos así, y no me diga nada porque yo viene acá porque me dijeron que su programa trae suerte, por lógica peronista, yo voy a ser el próximo gobernador de Salta y si se queja no le voy a dar los privilegios que le daba el Juan Carlos cuando iba a visitar a la inmaculada María Libia"