martes, 12 de febrero de 2008

Ferdydurke de sí mismo


Luego, mientras servíamos ceremoniosamente el té, en el momento de recibir un ramo de cardos de un fingido mandadero, Witoldo decía:
- Doctores en ignorancia...
Recibió impasible el grotesco ramo, lo agitó sobre nuestras cabezas y con gran reverencia se lo entregó a una joven- no sabeís que sois superiores a mí y a todos esos profesores que falsamente os enseñan. Vuestra tontería es invencible porque todos secretamente aspiramos a ella. El profesor de anatomía que os castiga por ponerle un sombrero al esqueleto, no os castiga por falta de respeto al cadáver, os castiga porque secretamente aspira a ponerle el sombrero al esqueleto. El inmaduro - cada uno de ustedes, doctores- es el ídolo secreto e inconfesado del adulto. Pero entre los hombres nos mentimos y deformamos unos a otros. Witoldo aquí se distrajo, reprensentó la distracción y reprensentó la avidez con que miraba la desmedida fuente de lujosas masitas y la humenate tetera que llegaban.
Toda esta actitud y esta relación de Gombrrowicz con la inmadurez esta más allá de lo puramente literario. Erróneo decir que encontró un tema seductor y sobre él escribió. Gombrowicz no vivió ni vive en otra manera y muchos no supieron leer entre líneas la existencia de Gombrowicz; fue , en consecuencia: un payaso, un loco, un farsante, un mistifícador.

Jorge Di Paola (Dipi), Revista Tiempos, número 140, 2007

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