martes, 24 de junio de 2008

postales de la juventud o manga de drogadictos de mierda

rodrigo españa
(nota sacada de una revista dominical de mi hermosa ciudad, a la que con tanto cariño recuerdo cuando leo algo acerca de ella)
para ti estimado lector que estás a tiempo de conocer las consecuencias del maldito mundo de la droga, transcribo a continuación parte de una entrevista reveladora, que como pudo abrirle los ojos a este humilde servidor de la comunidad, talvez pueda llevar a tu consideración los peligros de este interminable flagelo que aqueja a nuestra pequeña región, a este valle florido rebosante en amancayas y gente risueña, que disfruta de la vida sana y la noble conversación. para todos nosotros que miramos con desprecio a quienes sufren esta miserable enfermedad y no comprendemos las frustraciones que acarrea la modernidad que tenemos a la vuelta de la esquina y que camina a pasos agigantados, destruyéndolo todo como un río de lava hirviente.
el peligro de la droga ya no viene de otros lados, y cada día que pasa nos deshumanizamos más y aceptamos esta situación como algo cotidiano, pero cuidado, porque si este valle hermoso alguna vez fue tildado de manera burlona como el lugar donde el diablo ha perdido el poncho, hoy el diablo tiene frío y ha vuelto a recuperar lo suyo.
en nuestra sociedad que está perdiendo los valores morales, donde la familia juega un rol determinante en la educación de nuestros niños, donde tú padre, tú madre son culpables también del desenfreno moral de nuestros mancebos. no rechacéis entonces la mano que pide ayuda, abre tu corazón a estas pobres almas descarriadas. abre tus ojos y oídos a este desgarrador testimonio del que he tratado no salvar las palabras explícitas y de contenido violento o pecaminoso, sabrás comprender lector y disculpar mi impertinencia. El agradecimiento de antemano a mi noble sobrina, que colaboró con la trascripción y esclarecimiento de algunos modismos de la jerga juvenil que escapan a mi conocimiento gramatical, y que por extrañas razones ella parecía dominar.


si hay, hay; si no hay, no hay. las veces que uno llega a escuchar esto pueden ser incontables. la cosa era fácil, siempre fue fácil, uno gastaba 20 centavos llamando a alguien para preguntar cómo andaba la cosa y después de un rato podía tener la mochila llena de hermosos y grandes cogollones listos para deschabar y entrar en el sistema nervioso junto con restos de aluminio de la pipa hecha con papel estañado que sacábamos de los paquetes de puchos que levantábamos de la calle, porque entonces nadie andaba con un paquete de puchos en el bolsillo, siempre comprábamos sueltos.
al chewe lo conocía del barrio, desde los seis o siete años creo. de más llokallas éramos amigos, yo siempre iba a su casa o él a la mía y jugábamos toda la tarde, teníamos en común que nadie estaba en nuestras casas por la tarde y la pasábamos bien así, sin nadie cerca. después de un tiempo se mudó de casa a otro barrio y no lo ví por un par de años.

cuando yo tenía como quince años y ya me había fumado mis primeros johnsons con un par de amigos conocidos por ahí con los que tocábamos en una banda, tal vez el decir tocar es demasiado pretensioso, más bien nos juntábamos a aporrear instrumentos para sacarles algunas notas, pero sobre todo para fumar del faso que llevaba siempre el fransuá colquechambi (que, como él decía mientras se cagaba de risa, era hijo de un francés y una potosina, el tipo nunca conoció a su viejo, porque parece que se la cogió a su vieja una sola vez y salió el chango como disparado de la concha de su pobre madre que no tuvo mejor idea que bautizarlo con el nombre del supuesto padre, claro que en la notaría seguro no sabían escribir muy bien en el idioma de mi amigo rambó), que vivía por villa cuchilla de donde era más fácil conseguir faso, y además era el que siempre tenía plata de los tres porque su vieja tenía un buen laburo, o no se si tan bueno, porque viajaba siempre a malos aires llevando ropa y en una de esas la vieja le trae una guitarra gibson, que sumada al bajo banana del claudio, alias termineitor (apodado de esta manera no por la semejanza con el personaje, sino porque tenía un ojo de vidrio a causa de un palo que le había incrustado su hermano menor mientras jugaban) nos faltaba la batería, y como yo no tenía ni bajo ni guitarra ni podía cantar me mandan a aporrear la cosa esa que yo desconocía, y aun ahora desconozco.
la banda duró un año más o menos, ensayábamos en la pieza de un amigo que nos alquilaba los equipos al comienzo, luego nos los prestaba a cambio de quedarse a fumar con nosotros y de paso me enseñaba algunos rudimentos básicos de batería, pero nada muy importante, a veces ni siquiera ensayábamos, sólo poníamos un disco y fumábamos toda la mañana, escuchábamos canciones una y otra vez, la misma canción y pensábamos cómo mierda hacer para que lo nuestro sonara similar, porque estábamos concientes de nuestra ineptitud como instrumentistas, con decir que hasta el punk nos sonaba con una maestría musical lejana a nuestras capacidades, pero aún así le metíamos duro, le metíamos duro al faso, porque con la música sabíamos que no llegaríamos lejos, tocamos un par de veces en la gira barrial del camioncito, donde tocaban un montón de changos, la mayoría ensayaban en el cuarto del pepe y de ahí nos conocíamos, la cosa era fácil, el bogart (un tipo grande para nosotros entonces, como de unos 27 o 30 y que sí tocaba en serio) tenía un camión viejo que cargábamos con todos los instrumentos, equipos y changos vagos que decían tener unas 9 o 10 bandas en total de ska, reggae, punk, hardcore y una indefinible que tocaba exclusivamente covers de los ángeles negros e iracundos en una masomenos versión post punk. todos amontonados y a nadie le importaba que nadie sabía tocar un carajo, sólo unos cuantos eran buenos músicos o músicos, el resto una manga de drogadictos que no servían para nada, pero eran buenos changos.
tocábamos en las plazas de barrios alejados del centro, robábamos la luz del alumbrado público y nos quedábamos hasta que los vecinos llamaban a la policía. nadie nos iba a ver, talvez unas cuantas personas, pero lo difícil era reconocer si estaban ahí por nosotros o porque iban a sentarse en las plazas; y cuando la cosa se ponía peluda por la viejas de mierda que se quejaban de tanta bulla, subía la banda que hacía covers de los iracundos y les dedicaba algún tema a las doñas para que recuerden su juventud o para que ya no rompan más las bolas. pasado el jit puertomont o va cayendo una lágrima en tu mejilla, caía seguro la capacha y cada quien para su lado, y como casi nadie tomaba alcól (algunas cervezas talvez los más viejos) los policias nos pedían muy amablemente que nos fuéramos del lugar porque estábamos ocasionando disturbios auditivos para los vecinos del barrio.
eran buenas esas tardes, no se si nos unía la música o las otras drogas (aunque no todos fumaban, algunos se daban con coca, merca, cristales, pollo al espejo, harinita, blanca ricura, la martina o como carajo le quieran llamar, pero estaba todo bien, otros tomaban cerveza y otros nada, pero nadie se hacía ningún drama moralista) la cosa es que nos juntábamos los fines de semana a tocar o a hacer el intento de tocar algo, no puedo decir que esto nos servía para conseguir minas, porque a pocas les interesaba lo nuestro (la música digo). entonces si no era por las drogas, no era por la música, no era por el sexo, no sé qué mierda hacíamos ahí, tal vez por ganas de molestar y nada más.
pero no duró mucho lo del camioncito para nosotros, porque después de un tiempo al colquechambi lo perdimos de vista y luego el termineitor se fué con su familia para cochabamba a vivir, el viejo era milico y lo destinaron al chapare. el pelotudo estaba de lo más feliz porque se iba a la meca del pollo. luego lo cagaron a tiros al viejo los cocaleros o los narcos, no se muy bien, en un operativo de la FELCN (fuerza especial de lucha contra el narcotráfico) y creo que la familia con la plata que le dio el gobierno se fue a vivir a la paz. hace un par de años lo volví a ver en tarija, estaba de vacaciones con la hermana, me dijo que ya no le hacía a esas cosas, que en la paz casi se pasa pal otro lado de tanto meterse coca en la vena, que luego se calmó y entró en rehabilitación, que iba a una iglesia cristiana y que andaba de lo mejor así, me dijo también que las drogas son una cagada si uno no las puede controlar, que él ya las había aprendido a controlar y que ya no consumía drogas, tal vez un porrito para calmar el ansia de vez en cuando. todo esto me lo dijo mientras se armaba un cohete interestelar en menos de lo que se dice interestelar. al fransuá lo ví hace poco, cagado por la seba, con todos los dientes flojos y una paranoia galopante, me invitó un nevado pero esa tarde yo no tenía ganas y nos despedimos así nomás, él torcido después de fumarse su illimani y yo más cuadrado que monaguillo. no lo he vuelto a ver.
después de perderlos a estos changos y de darme cuenta que la música no era lo mío fue cuando me volví a encontrar con algunos amigos a los que no estaba acostumbrado desde hacían un par de años, cinco años masomenos, entonces un tercio de mi pedorra vida. una tarde cuando bajaba para el centro caminando lo encuentro al chewe sentado en una esquina y lo saludo, no sé por qué me siento a su lado y le comienzo a dar charla, talvez porque estaba tan colgado como él y no tenía nada mejor que hacer que sentarme como él que ver pasar nada en esa esquina de mierda. la cosa es que entre comentario y risa ambos nos cercioramos de la sopecha que tiene todo el que sabe que el otro sabe que uno fuma pero que se hace el boludo para no levantar sospechas, y recupero, si cabe el término, a un compañero de andanzas.
el chewe se había convertido, a sus cortos 17, una especie de licenciado en todo lo que respecta al tetrahidrocannabinol y puedo decir que con él aprendí muchas cosas que luego no me sirvieron de nada, pero que las aprendía con gusto, porque las clases eran teoría y práctica: desde lo básico, como por ejemplo dónde conseguir faso en una ciudadpueblo como tarija, antes de esa tarde era todo un drama porque la cosa pasaba por las manos de otro, quien conocía a alguien que conocía a alguien que conocía algún diler y comprábamos entre varios y de a poco para cada uno porque la plata no alcanzaba para mucho. pero cuando le contaba esto al chewe se cagaba de risa y me decía que no era tan difícil conseguir, sólo uno tenía que saber para donde ir, y si uno iba entonces tenía que ir a la fuente y no con pelagatos lechugueros que te estafan.
y al otro día me lleva con veinte pesos en el bolsillo a conocer a doña elvira, una especie de madre teresa de calcuta para todos los desamparados fumadores, la casa era en el barrio L cerca de la avenida circunvalación. el chewe toca la puerta, abre una viejita y lo saluda como una madrina al ahijado de la comunión y nos dice que pasemos. una vieja de lo más amable, siempre estaba medio borracha y uno no daba un peso al verla, tendría entonces como 60 o 70 años y era LA FUENTE, ella manejaba todo en tarija, mejor dicho ella y su familia: los dos hijos, el sobrino, y sus respectivos concubinos a los que fui conociendo de a poco gracias al chewe.
entonces la doña nos pregunta que cuantito vamos a llevar, y él le dice treinta pesitos nomás, y en dos minutos saca algo como una pelota de fútbol de la pieza del fondo: una hoja de papel periódico envolviendo nuestra felicidad y le dice al chewe: estos son de los últimos híbridos que me quedan, pero para la próxima semana me llegan otros menos pepudos, pero con estos vas a andar bien, son pegadores, además te estoy dando bien servido para que vuelvas con tu amigo la próxima. gracias doña elvirita le dice el chewe y nos vamos de ahí después de fumar unas billas mientras la vieja se tomaba un vaso de vino y nos daba un poco de charla, la vieja no fumaba, decía que esos no eran negocios, que si uno se fumaba la mercadería no tenía chiste y que por eso siempre se peleaba con el pablo, su hijo, porque andaba fumando mucho. al salir nos vamos a la casa del chewe a degustar la compra, era la primera vez en mi vida que veía una mesa llena de cogollos, tres ramas enormes, dos para mí, una para él, con eso tenía como para dos meses de ininterrumpida locura juvenil.
después de conocer EL lugar; los otros lugares lo iba a conocer con el tiempo, a veces donde la sonia, pero a esa no se le podía caer de una en la casa, había que llamar antes y cuando uno iba te atendía en la puerta nomás, nunca te hacía entrar y siempre te daba menos que en otros lados. también se podía ir donde el fabian o donde el pablo para comprar buenas papas y bien servidas, el problema con estos lugares era que no estaban cerca, para llegar a algunos había que caminar un buen rato porque los micros te dejaban medio lejos y no era muy seguro andar por esos lares a ciertas horas.
la segunda opción, si uno no tenía muchas ganas de hacer toda un travesía era llamarlo al gordo, que como muchos otros, como el manco, el patas, la chauchas, etc. hacía la de revendedor, compraba una buena papa que por lo general era del tamaño de una mochila a 50 pesos y le sacaba todos los cogollos y los ponía en bolsitas de a 6 o 7 por cada una y esa bolsita te la vendía a 10 pesares, si uno sacaba cuentas en una papa te llegaban hasta 100 cocos (si estaba bien servida) y con eso se aseguraban el negocio y la venta por el centro. pero con estos tipos era medio jodido meterse porque a veces se hacían los exquisitos y si uno no les compraba seguido o pasaban un par de meses entre compra y compra como que se ponían paranoicos y no te querían vender nada, seguro porque pensaban que eras buzo o bandera, porque era a estos tipos a los que la cana tenía fichados; a doña elvira y cia no le movían un pelo, vaya a saber uno porqué. uno de los mejores para estos trámites era el pekinés, trabajaba para su hermano mayor, era un llokalla de 10 años que uno esperaba en una esquina o en un plaza y caía pedaleando en su bici, paraba, se limpiaba los mocos y sacaba la bolsita de una media, se ponía los diez mangos en la otra y salía pedaleando de nuevo, lo bueno del llokalla era que no daba charla como algunos otros. cuando uno lo que quería era largarse del lugar a fumar tranquilo y no hacerlas tanto de bandera charlando con el diler del barrio en una plaza.
tal vez la única ventaja de comprarle a estos muchachos era la variedad que uno podía adquirir, si no bien cada semana, talvez cada mes o cada dos semanas. porque de acuerdo a la temporada se renovaba masomenos el stock, unas veces híbridos, otras colorados, marrones, rojos, violetas, pinito, tierrita, pepuda, paluda, lechugosa y tantas variedades que no me acuerdo pero que el chewe decía reconocer sólo con probar, que el secreto estaba en tirar el humo por la nariz y que se sentía el gusto en la punta, era todo un catador, como después uno va encontrando por todos lados, pero el fue el primer experto que conocí. el resto me parecían todos habladores, talvez el chewe también lo era, pero a diferencia de los otros el no se la pasaba hablando de la marihuana como algo sagrado ni de toda la manga de marihuanos como una comunidad que compartía algo, no, el hablaba de vez en cuando, tal vez por eso me gustaba fumar con él, porque no era un fumado cargoso que ve todo mejor sólo si está fumado y toda conversación gira en torno al faso y sus bondades; no, con él caminábamos talvez sin decir nada, cada quien respetaba el cuelgue ajeno y disfrutaba el propio. casi todo el resto de changos que fumaban -decía el chewe- eran puros banderas y que eso no servía de nada porque eran los primeros en caer a la capacha, los fichaban y listo, estaban jodidos, hay que cuidarse, decía, porque ya no sabes quienes son buzos y quienes no. talvez tenía razón, talvez era pura paranoia, pero por suerte nunca tuvimos ningún altercado con la ley, sólo una vez que terminamos oyendo el positivo 314 en el patrullero, todo por comprar una bolsita de a 10, pero como los canas eran más muertos de hambre que nosotros nos soltaron a cambio de mi mochila y el reloj del chewe, porque no traíamos nada de plata encima, el que les dio los diez pesos fue el diler, que estaba más cagado en las patas que nosotros y que después de eso no lo volvimos llamar nunca más porque seguro nos alargaba la sonrisa si lo molestábamos.
la policía no molestaba al principio. según lo que sé, la explosión del faso en tarija se dio a mediados de los 90, antes de eso eran muy pocos los que fumaban, y para el 2000 ya la policía estaba un poco mejor preparada, pero igual poco y nada sabían, uno podía pasar fumando tranquilo por su lado y ni se daban cuenta, la pesada era la FELCN, con esos no había coimas ni nada, esos te cagaban la vida si te agarraban, y mucho más si eras menor como nosotros, pero en realidad a los tipos no les interesaba agarrarte, pero la jugaban como a que sí, le pasó a un par de amigos, que por boludos se hacían agarrar en alguna redada con no mucho en el enguille y no sabían que si uno alegaba adicción a lo mucho te metían a rehabilitación y nada más, pero la cana les hacía todo un cuento y los otros sin más ni más se tenían que volver buzos. aunque son historias que a uno no le terminan de cerrar si las piensa bien, los más eran sólo habladores o banderas, quien sabe si todas las historias que contaban eran ciertas. de que te la FELCN te cagaba, era cierto, pero no sé si para tanto.
el resto de la policía común que andaba por la calle no sabía un carajo, sólo después de un tiempo parece que tomaron algunas clases y podían diferenciar al sospechoso del ciudadano común, como quien dice podían separar la paja del trigo. pero tampoco eran tan buenos.
hace un tiempo conocí a un chango que le decían sueñitos, el tipo no fumaba, pero andaban con gente que sí, y si lo veías por la calle pensabas que el tipo andaba más torcido que resorte todo el tiempo, sólo porque no sé que carajo tenía en los ojos que siempre los tenía rojos y para colmo era medio chino, así que más de una vez lo vieron sospechoso y ahí nomás contra la pared chango y que traes en los bolsillos, y el otro se cagaba de risa. rato después lo largaban pero con desconfianza.
al parecer las clases que le daban al policía medio para reconocer a un marihuanero se resumían en un par de pistas:
a) ojos rojos y achinados
b) siempre risueño o sonriente
c) mirada perdida
d) pocos o escasos reflejos
pero qué pasaba si estos tipos se encontraban con el sueñitos, que de marihuanero no tenía sino la cara, el resto lo tenía sólo porque su naturaleza era la de un babahelada, un tipo al que un carajo le importaban las cosas y se reía hasta de su sombra, no era un mal tipo, pero siempre la ligaba, luego lo contaba y se cagaba de risa porque los canas no tenían cómo sacarle un peso, que era lo que todos los canas querían, no les interesaba meterte adentro ni nada de eso, porque una vez que te metían adentro no recibían un peso, y con el sueldo miserable que ganaban a fin de mes les convenía sacarte unos pesos si ten encontraban y confirmaban tu actitud sospechosa, entonces uno tenía que decirle al cabo:

-¿cómo podemos arreglar esto mi sargento?
-no sé llokalla, estas huevadas no están permitidas, a ver, mostrame tu carnet de identidad.
-no lo tengo mi suboficial.
-no me vengas con cagadas, busca en tu bolsillo.
-ahhh... entiendo mi teniente, es su orden.

y si uno tenía un billete en el bolsillo estaba salvado, o no tanto. tenías dos opciones:
1ª que el cana no sea un maldito capitalista y se contente con el billete de 10 pesos o
2ª que el cana sea un maldito capitalista y no se vaya tranquilo con los 10 pesos
en caso de que sucediera la segunda opción luego de que uno esgrimiera el de a diez, el desenlace del diálogo podía ser masomenos así:

-esa no es tu cara chango, no se te parece...
-como no mi capitán, mírelo de cerca no ve que tengo el mismo perfil?
-ya, ya, pendejito, no te me hagas al boludo y mostrame tu carnet de verdad
-sí, mi mayor

entonces uno tenía otras dos opciones:
1ª que uno sea un maldito capitalista y ande a los 17 años con más de diez pesos en el bolsillo un día cualquiera o
2ª que uno no sea un maldito capitalista y vaya en cana por pobre amante de la revolución y el cambio social, o porque no tenía la gana de coimear al cana con más de diez mangos, lo cual en todo país que se respete es un abuso de autoridad.
si sucedía la primera opción y uno sacaba un veinte que tenía escondido en la media, el diálogo con la ley se tornaba un poco más ameno:

-ese como que se parece un poco más, pero igual dame tu otro carnet porque me parece que es falso, tu cara es de veinte años, no de diez, así que mejor lo incautamos, junto con las coras esas que andan haciendo humiar por ahí.
-como pues mi general, ya me está dejando demasiado pelado, llévese la plata pa comprarse un refresco de pelón o pa ponerle gasolina al auto, pero lo otro me lo quedaré nomás...
-ya chango, traé el enguille, no te hagas al putas y media vuelta carrera maaar hasta que no te vea, hacete pepa.
-jacho puto de mierda
-qué estás murmurando llokalla de mierda?
-nada mi mariscal, que me voy de lo más contento.
-me parece bien, ahora hacete bola.

y uno se queda sin faso ni plata, pero seguro es preferible a caer en cana por una boludez así.
el regateo con los jachos puede ser bastante jodido; sin embargo existen algunos privilegiados con el don de la oratoria y en dos segundos lo convencen al cana de que no sólo los deje ir tranquilos y sin quitarles nada, sino que les prenden la pipa pa pegarle una billita antes de irse y como el de verde se ha portado bien, puede ser que se le invite una billa pal camino también y para que después no ande por ahí estirando el largo brazo.
estos maestros en el arte del convencimiento, por esas coincidencias de la vida, generalmente son hijos o sobrinos de algún otro policía de mayor rango, o conocen alguno de por ahí y lo sacan a colación ante la primera oportunidad.
la policía, unos más, otros menos corruptos al parecer son la mismamierda en todos lados.
mientras la policía andaba más atenta a las peripecias de la juventud, la paranoia en los pequeños distribuidores al parecer se incrementaba, esto significa que cada vez era más difícil conseguir faso y mucho más fumarlo en la vía pública, entonces uno tenía que buscárselas como podía. pero si se tenía un amigo como el chewe no era tan dramática la situación. aunque también estaban los tiempos de sequía natural, o masomenos natural, porque como todo gil sabe, en el hermoso país de nunca jamás, si los que manejan la cosa grande no pagan sus aranceles a tiempo a la FELCN van cayendo de apoco, y en las noticias aparecen los titulares:

DURO GOLPE AL NARCOTRÁFICO EN LA CAPITAL DE LA SONRISA
según informes oficiales, el jefe de la seccional departamental de la fuerza especial de lucha contra el narcotráfico, teniente carlos bodeler, dió a conocer a este medio, y de manera exclusiva, la incautación de 50 kilogramos de cannabis sativa (marihuana) y alrededor de 6 kilogramos de clorhidrato de cocaína de máxima pureza; la posterior incineración en inmediaciones del basurero municipal confirma que las fuerzas de la ley y el orden cumplen su función para con toda la población tarijeña, cuya juventud se ve malograda por los estragos que la droga causa en sus cuerpos y mentes. el diario "sólo la verdad y nada más que la verdad" conversó con el teniente mientras se realizaba el segundo conteo y quema de la maldita escoria que pudre la mente de nuestros niños; y mientras el humo (de dos bolsas llenas de marihuana y un paquete de cocaína) se elevaba por el hermoso cielo chapaco, que esa tarde estaba más radiante que nunca con los pajaritos y las bellas nubes que se perdían hacia el noreste fuimos testigos de un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad.

y que puede hacer uno ante tanta paranoia y avivamiento de los canas que cualquier humo que olfateaban y que sus adiestradas narices determinaban no era ni de pucho ni de incienso para la challa, ahí nomás se las buscaban para manotear unos pesares y salir rajando para comprar un ka´j de peso en cualquier tugurio y seguir su rutina. uno también se las tenía que buscar en los lugares que no hay tanta ley sabueso. entonces la iglesia de la loma, la plaza uriondo, el mirador de san juan, las canchas de la garcía agreda, la pasarela del mercado campesino, etc. se convirtieron en lugares menos frecuentados y se tenía que buscar otro lugar si uno quería una billita para andar tranquilo por el centro. y sí que habían lugares, pero al poco tiempo se hacían banderas y ya todos sabían. como el videoclub donde te alquilaban una película por tres pesos, y si pagabas 5 pesos te daban la película y una especie de cuartito cerrado con un par de sillas, un televisor y un vhs, el lugar tenía creo tres cuartitos, donde uno era libre de mirar una buena película de karate o una porno y fumar a sus anchas sin que nadie moleste, terminada la película uno salía otra vez a continuar el día. pero también cayó este lugar, al parecer muchos ya compartían el secreto y cuando uno entraba a cualquier cuartito el olor te recibía de buena gana, ya todos se la conocían. todavía existe el videoclub, pero ya no alquilan cuartitos. tenían una buena colección de películas de karate.

aquí termina mi conversación con este amable muchacho que sigue perdido, pero intentado salir de este malicioso submundo. pero no vayas a creer, oh querido lector, que todo en la vida de estos pobres jóvenes inadaptados era droga droga y más droga; no, claro que no, ellos estudiaban, y sí que estudiaban, sacaban buenas calificaciones, y eran abanderados de sus respectivos grados, muchos dejaron este asqueroso flagelo y ahora se flagelan con un trabajo y con deudas, y con esposas y con los primeros hijos y de vez en cuando se tientan por volver a las andadas, pero ya están grandecitos como para seguir en la misma postura irresponsable que le huye a la realidad.
oh querida juventud del nuevo siglo, has sufrido y mucho, has sufrido con todas las drogas, unos más otros menos, algunos salieron de esa vida que seguro los llevaría al infierno y encontraron su camino en el señor, otros lastimosamente sucumbieron a los peligros de la marihuana, primero dicen un poco al día no me hace daño, luego más y más, luego otras drogas más fuertes y su cuerpo se consume por dentro y mueren jóvenes, roídas sus entrañas y flacos sus corazones. la tristeza en sus ojos, oh, cuánta tristeza en sus pálidos ojos, y en la boca una sonrisa que no se entiende.

3 comentarios:

Pancho Rodríguez dijo...

Un perfecto decálogo de mi vida como consumidor.

Anónimo dijo...

Lindo relato drogón, eso es bolivia no?, y este blog es de salta, no?

Maxi Paesani dijo...

Está muy bien escrito. Me gustó mucho.