lunes, 2 de junio de 2008

Últimas palabras

Alejandro Kozarts

Disculpen que improvise a estas horas, es que acabo de ver la revista del domingo que viene con El Tribuno; hay una nota sobre “historias de amor en tiempo de la revolución”, o algo así. Además de dar cuenta de la fuerte endogamia en nuestra puta oligarquía (lo cual explica por qué sus descendientes salieron tan estúpidos), me topo con este fragmento:

“Momentos antes de expirar, se le escuchó decir a Martín Miguel de Güemes: “Mi Carmen (la esposa) me seguirá pronto, porque de mi vida ha vivido”. Rodeado de un monte impenetrable, en la Quebrada de la Horqueta, y de sus fieles infernales, el héroe manifestaba con sus últimas palabras, cuánto amaba a su mujer y cuánto fue amado…”

La frase de Güemes (“Mi Carmen me seguirá pronto, porque de mi vida ha vivido”) es espantosa para ser dicha en cualquier momento, pero su imbecilidad se potencia al ser sus últimas palabras.

Existe, desde luego, la gran posibilidad de que esas no hayan sido, en realidad, las últimas palabras de Güemes, sino que, por lo contrario, conforman el invento trasnochado de algún pseudo-historiador, invención que no tiene el objetivo de calumniar al barbudo –aunque lo hace- sino de borrar la hipótesis más fuerte sobre su muerte: que a Güemes lo matan por pata i lana. O sea: lo mató un marido celoso, que lo encontró con las manos en la… Otra hipótesis es que no fue un marido, sino integrantes del ejército realista, los que lo encontraron justo cuando Güemes iba o venía (para nosotros el detalle no es tan importante, para Güemes probablemente sí) de ver a una de sus amantes y ahí sucede lo del tiro en el culo. En esto sí todas las versiones concuerdan: la bala que impacta en el héroe gaucho lo hace en una de sus nalgas (no recuerdo bien cual), la herida se infecta y muere tras varios días de agonía. Una muerte de mierda, si bien se ve, sobre todo porque no creo que haya una forma menos heroica de morir que de una bala en el tuje.

En la nota, el historiador Miguel Ángel Cáceres (en realidad de historiador Cáceres tiene poco y nada, es más bien un recopilador de anécdotas, algo así como el Jorge Rial del siglo XIX) asegura que fue la misma oligarquía salteña la organizadora de la emboscada y que una vez enterada de la fatal herida que había sufrido el luchador, Margarita del Carmen Puch (la esposa) decide dejarse morir. “Cuando “la mujer más bella de su tiempo” se enteró, en Horcones, de la suerte corrida por su amado, solo atinó a decir “Dios Mío ¿tú lo has llamado a él a tu seno? Pues a mí también me llamas… adiós miserable vida, tan llena de dolores aunque tan corta, yo no podría vivir sin mi Martín…”, escribe Cáceres, que sólo en esos fragmentos demuestra que como historiador, es un magnífico guionista para novelas vespertinas.

1 comentario:

AliaS dijo...

q hacei hermano.un gusto darme una vuelta x aqi, se viene en silencio pero este post me puede. ni en el XIX se podía ser pata'ilana che!y el muchacho solo qeria una alegria entre tanta batalla. ahí tas agregado entre mis amigos gozantes. salud estimado!celebro la luz q esclarece (y la q oscure tambien)!
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