domingo, 6 de abril de 2008

Poesía al borde de la razón



ESTA NOTA SALIÓ PUBLICADA EN EL SEMANARIO CUARTO PODER ESTA SEMANA.


COPETE: Una nueva revista literaria sale al ruedo, con el objetivo de difundir voces acalladas por el mercado y por una cultura que no deja espacio para lo nuevo. En esta oportunidad, se difundirá una antología de dos poetas internos del neuropsiquiátrico, donde Cristian Adet brinda un taller literario desde hace años.

La poesía es un río desbocado. Rompe todas las represas que se le ponen en frente y se abre camino por los lugares menos pensados. En Salta, cada vez hay menos espacio para que los jóvenes logren dar a conocer sus trabajos, debido, en gran parte, a la ausencia estatal en el estímulo de la circulación de esos textos, algo que perjudica tanto a los hacedores como a los lectores, dejando como producto una literatura anquilosada. En este marco, en el que todo parece fundado para el silencio, la palabra se hace escuchar, en este caso a través de la revista Equua Pauper, con la edición a cargo del poeta Alejandro Luna, quien además hace la xilografía, el prólogo, la recopilación, los dibujos y hasta la diagramación. Como se ve, es una revista bien a pulmón. La revista, explica el vate, tiene como objetivo dar a conocer voces de artistas salteños que, por uno u otro motivo, no han podido difundir sus trabajos. En este primer número, los textos seleccionados pertenecen a dos internos del neuropsiquiátrico Miguel Ragone, donde Cristian Adet, hijo de Walter Adet, brinda, desde hace casi cinco años, un taller literario.
“La locura es una cosa que no se da como un pan, hermano, es reacia a la aparición publicitaria. Si de pura maldad he decidido poner estos textos como en los antiguos circos las fieras o anómalos cuerpos enjaulados a la vista, es porque todo grito espera una oreja, o toda oreja espera un cuchillo”, escribe Luna en un prólogo que le huye a toda solemnidad, que a tantos opas caracteriza por esta zona. La revista presenta una antología de los hacedores Rubén Perea y Leonel Zapatero, y la verdad es que sus escritos se leen con gran placer.
El segundo número, que también contará con xilografías originales, está anunciado para finales de abril y presentará los poemas de Diego Ramos. “Escribe desde hace mucho. Viaja de manera constante y es muy interesante lo que escribe. Tiene una visión bonita y triste a la vez”, dice Luna. También estaría Fernanda Salas, quien, junto a Ramos y otros poetas salvajes, conformó parte de la revista Kamikaze. “Lo difícil en Salta es cómo sostener un proyecto, cómo hacer algo y mantenerlo a través del tiempo. No sé si son tan fuertes las trabas económicas. Yo conozco gente muy talentosa… Supongo que en ningún lugar a la gente se le regalan las cosas… Hay que moverse….Es muy difícil publicar acá, por los medios, pero también parece que el valle de Salta provoca cierto adormecimiento siestero…”, declara el poeta.

Taller literario

Los textos de este primer número vienen de otro proyecto, conformado por Cristian Adet, a cargo del taller de literatura en el nosocomio, que antes de fin de año publicará una antología con lo mejor de lo producido ese taller. “Hace cuatro o cinco años que comenzamos con el taller literario en el hospital. Es una tendencia en todo el mundo, con un enfoque terapéutico, aunque acá no había nada. Sí hubo una propuesta anterior, en la que se había publicado un libro con algunos escritos de algunos de los pacientes del hospital; pero el taller tiene algo de específico, que es el trabajo cotidiano, no sólo el armado de un texto sino el trabajo de la palabra en el texto, el oficio de la lectura y el comentario y la crítica. Y eso requiere, como todo taller, machacar y machacar, y estar y engrasarse… En los hospitales ha pasado que se organizaban concursos literarios y entonces se presentaba un escrito que se vomitaba en muy poco tiempo y eso era valorado por ciertas personas que estaban capacitadas para eso. Pero en realidad todo tenía un afán exhibicionista… No importaba mucho que la persona que estaba internada ahí fuera capaz de generar algo estéticamente interesante”, explica Adet, quien además recuerda casos como el de Julio Espinoza, quien estuvo internado allí y hoy es celebrado de una manera apabullante: la “Vidala para mi sombra” ha sido traducida al alemán. Y hay otros casos célebres, como el de Artaud, Höldering, etc. En Salta nunca se había intentado hacer un taller en el que se trabaje todos los días de manera sistemática lo que se produce, para generar poesía en serio, sin apelar a la piedad o a la lástima, sino buscar que salga algo interesante en términos poéticos. “La apuesta es ésa, y esta revista muestra que se puede generar algo importante”, añade. En el taller trabajan de manera relajada y seria a la vez, leyendo mucho, sobre todo a autores salteños y rescatando en ellos frases o palabras que sirvan de disparadores de nuevos textos. “Yo me he enfocado mucho en lo que hace a la literatura salteña, para que conozcamos bien ese tema. Ha sido un hallazgo conocerlo a Alejandro Luna porque, además de escribir, conoce a mucha gente que escribe. Lo más importante es que conoce a mucha gente a la que no se la conoce, que no se mueve en los círculos oficiales y que tiene muchas cosas para decir… Eso va enriqueciendo la cuestión del taller”, dice.
En todo taller literario hay un compartir muy grande, pues cada persona pone frente a los demás su texto, para ser sometido a observaciones. “El interno del hospital no es demasiado sensible a las críticas. Mientras que el escritor, en general, está siempre a la defensiva, no podés criticarlo mucho porque se arma pugilato de inmediato. Con el escritor tenés que ser muy sutil, tenés que tener una delicadeza casi de quinceañera para hablar de esas cuestiones. Pero el interno, pienso en Rubén, vos le hablás de sus escritos y te miran como si les estuvieras hablando del cartel de la Coca Cola que está en frente”, señala.
Años atrás, el gran escritor norteamericano William Faulkner manifestó que tenía tres musas: trabajo, trabajo, trabajo. Adet adhiere a esta concepción y asegura que en el taller se hace hincapié, principalmente, en el trabajo con la palabra. “Hay gente muy talentosa, pero a la hora del laburo, a la hora de machacar y martillar la palabra, es muy reacia. Entonces es lo que hace complicado que funcione un taller, porque la idea es esa: trabajar. Y por muy grande que sea el talento o la inspiración de una persona, sin trabajo no se logra una cosa bien hecha. Nadie. Ni un loco, ni el escritor más excelso. Hubo que empezar desde el principio. Por ejemplo: instalarse leyendo, hacer el oficio de la lectura. Tenés que empezar a entrar al discurso literario, al poético y empezar a familiarizarte con la palabra. Un año entero estuvimos leyendo a escritores salteños y después vos podés notar cómo eso se cristaliza en poemas y escritos propios”.
Alejandro Luna, que colabora con este taller y además ha proyectado abrir otros de ajedrez y dibujo, señala algo que es importante sobre el taller: no es un espacio cerrado, puede ir cualquiera. “No se le cierra la puerta a nadie y eso está bueno, porque va en contra de un imaginario que se tiene del psiquiátrico, que hace que la gente no se acerque. Allí hay algo que hace que la escritura sea distinta, se genera un clima especial con la palabra. Yo estudio Letras y veo en estos textos otra densidad, que no he visto en otros lados”, dice. En este intercambio, poetas como Jesús Ramón Vera y Rosa Machado se han acercado al taller, que siempre ha buscado ser heterogéneo y no sólo de pacientes del nosocomio. “Es que en este proceso estamos todos (los que están adentro y los que están afuera) más o menos en la misma: crear es una forma de lidiar con el dolor humano”, enfatiza Adet.
“A mí lo que me interesa es no caer en esta cuestión de narcisismo disfrazada de caridad. De decir ‘mirá lo que yo hago’, entonces después yo lo muestro y yo quedo bien. Porque el hecho de crear, para algunos de los changos, es una cuestión vital. No es una cuestión menor. A ellos no les da lo mismo escribir o ver la tele. Es realmente importante para ellos. Una cosa es armar las cosas para promocionarse a uno mismo y otra es crear las condiciones para que otro realmente pueda decir lo que tiene para decir, desde su arte”, concluye Adet.

1 comentario:

Anónimo dijo...

? Es p hacerse los graciosos ? No me parece poético ni ético utilizar el término "opa" es discriminatorio !!! Q bárbaro !!!