miércoles, 30 de abril de 2008

El almuerzo

Antes, digo, porque parece que hubo un buen día y hora en la que todos esos gritos que subían hasta saturar las repeticiones se terminarón. Se aceleraban y unían hasta terminar en un gran golpe.
Pero eso era antes.
Ahora lo que me apresura es la esperanza abierta por la receta elegida.

- en algo así como el pasillo de la galería le hace lugar tirándole un colchón.
- ¿Y cómo hizo con estos fríos?- se intereso ella.

Saqué al gato que ocupaba silenciosamente la silla inclinándola y dejando al gato a voluntad de la ley de la gravedad. Única ley univoca para todos a mi entender y al repasar los noticieros.

- Me dijo que trabaja llenando bolsas. Eso hace el viejo, nada más. Y que vive allí mismo, en el mismo lugar donde cargan las bolsas, que el otro viejo vende. Vive solo, hay gente que todavía vive sola. ¿no?
- ¿Y saca mucho?
- Dice que le dan siete pesos
- ¿Por día siete pesos?
- Por bolsa, deja que termine – respondió y siguió él – al mes saca poco más de ochocientos pesos. Dice que con eso alcanza. Es solo. Vive solo. No tendrá muchos gastos- redondea en algo así como lo que sería la ecuación general de la opinión pública.
- No debe tener nada. Por eso no se preocupa en volver allí y se queda con Roberto.

Voy a buscar el queso de rallar de la heladera. Simplemente algo tiene que servir para cambiar el sabor.
Vuelvo a dejar caer al gato de la silla.

- ¿Igual creo que debe ser triste estar solo?

Vuelvo a la heladera, busco. Saco un poco de jugo. El frío del congelador hace que me decida por la mayonesa. Ya no sé como sabrá ésta mutación.

- el sereno del obrador vive en la casilla. Solo. Una vez fui a buscar una herramienta a la noche y me hizo pasar. Tiene una cama y una anafe, nada más.
- El Cordobés, ¿te acordas, Guillermo?, qué será de él. Desde que murió la Hortensia no sabemos nada de él. Se había vuelto pichi.
- Ya lleva treinta años trabajando para la empresa, pero siempre vivió en la casilla del obrador.

No sé que decir, si empeoro antes o directamente todo hibrido debe saber así. Voy a la alacena a buscar los cebollines en escabeche.

- y después de eso entró a trabajar a la empresa y… ¿quedó algo más en el horno?, Juana, tráelo.
- Humberto, se llamaba, ¿ no?. José Antonio dijo que lo vio en la plaza de Independencia con otros pichis. ¿Y no se jubilo todavía?. Yo no lo volví a ver a ver al Cordobés, lo debe haber agarrado una helada por ahí. Pobre. ¿Le hacen los aportes?
- No, no lo jubilaron todavía. Debe ser que tiene los aportes pero no los años. No sale de la casilla, se queda allí tomando mate. Por ahí no quiere que se acuerden lo que paso. Igual ya nadie se debe acordar. Aparte eran gente pobre y no hicieron la denuncia o nunca buscaron mucho. Anda a saber. Por ahí sale, hace sus compritas y vuelve. Una vez me vio salir en la camioneta, sabía que iba para la ciudad, y me pidió que le compre un paquete de arroz, otro de fideo mostacholi, y una lata de cornebet.

Pienso en lo que me quedo en la alacena, un atún o algo así debe haber para acompañar arriba de los cebollines. Me levantó y llevo el plato a la pileta.

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