lunes, 10 de septiembre de 2007


CRONICAS DEL FIN DEL MUNDO

By Da Silva

El fin del mundo sobreviene. Lo presentimos. Todos lo sabemos, sabemos que cada vez las cosas están peor. Ya informarnos nos da un miedito. Un miedito ante esa cosa que se acaba de descubrir y de la que preferiríamos no saber. Ayer me enteré que EEUU ya tiene ubicado y planificado un ataque a las instalaciones atómicas subterráneas de Irán y que los estrategas yankees simplemente analizan si vale la pena el ataque en tanto cuál sería el costo político interno. Sí, lo que leyeron. Y no es porqué yo sea un agente de inteligencia, ni nada (ni siquiera sé manejar un auto), salió en la tele. Los malos ya ni se calientan por esconder sus planes, ese es un indicador que el mundo no sólo esta cerca de acabar, sino que debe acabar.

Cualquier impertinente de esos que hacen una apología empalagosa de la autocompasión y la contención me diría que soy presa de un simulacro mediático. Que el mundo no va a acabar, que nunca va a haber una guerra atómica, que la pobreza es irresoluble, que la tristeza es pasajera, que el amor siempre es más fuerte. No los reniego, de hecho quiero a este tipo de personajes. Tengo amigos así, y sé que de verdad hacen una labor en el mundo al tener esta actitud. Los aplaudo y los banco. Siempre es necesario que a uno lo contengan. Lo que pasa es que cuando todo parece explotar no hay forma de contener, sólo hay formas de disimular la explosión. Es lo mismo que a un tipo que esta endeudado, que ha consumido con el “supercredito rápido” (me da por las pelotas esas propagandas de las empresas o bancos prestamistas, que te plantean vivir la vida hoy y ¡¿del fuking mañana?¿Cómo puede ser que la única forma de vivir hoy sea esclavizarse al futuro? Se manipula la frustración de una forma obscena. Es otro indicador de que el mundo tiene que acabar) hasta las bolas le digan que esa deuda no es como el cree sino que se la tome de otra forma. Claro, que cuando el desalojo llegue solo deberá resignarse a reconfigurar su psiquis a esa otra vida, que será peor pero que el debería haber cautelosamente vislumbrado y por ende, prevenido. Pero el bombardeo publicitario (que también ya sea ha demostrado que genera mecanismos de asimilación automáticos en un plano inconciente, lo cual pone al ser humano del capitalismo tardío en situación de ser alguien enajenado material y simbólicamente; con lo cual el nivel de ideologización y sometimiento subjetivo en la actualidad supera con creces las peores pesadillas del a esta altura aprendiz de Rupert Murdoch y Carlos Slim como era Goerge Orwell) lo ha obligado a consumir y no lo sabe y va a ir en cana y la verdad se entristecerá y ahí adentro acumulará tal odio a todo y a todos que saldrá peor.

Otra vez puedo escuchar la voz de la compasión. Todo esta perfectamente ordenado en el universo, esto debía suceder, esto estaba escrito, todo mejorará porque así debe ser. La verdad, no me preocupa la verdad. Creo que ya a nadie le preocupa la verdad y creo que el posmodernismo ha sabido traer a flote algo latente desde siempre: la misma palabra “verdad” ya suena a soberbia, a querer ser más y como sabemos, los seres humanos podemos bancarnos que nos corra la cana afuera de una cancha de fútbol en Chicoana, pero jamás que alguien intente ser más. Por un motivo muy simple. Vos no podes ser más que yo porque estas al lado mío. Si estás al lado mío, somos iguales porque la corteza de la tierra es igual para todos, cuando ya te vayas (por ejemplo, al baño) lo que pase en mi cabeza y en la tuya será lo que hará la comparación. El ser es psicológico, en cambio el estar es real. Es el mejor parámetro de realidad que existe. Un amigo me jode con una mina con la que chateo y me dice que estoy enamorado de ella y le digo que el enamoramiento, como él lo dice, es situación de verdad. Es por sí o por no. O estoy enamorado o no. Yo le digo algo que ya adapte como filosofía de vida: las personas no son, las personas están. La vida esta hecha de presencias y no de ausencias. Quizás la persona que saca las mejores cosas de mi vida vive a 5 cuadras de la casa de mi tía en Metán, pero no la conozco, no esta. Es una forma en que la imagino, como la vecina de mi tía, pero no esta; por ende , solo Dios sabrá (Hmmmm … el personaje que se me escapaba en este fin de mundo. Nuestro esquizofrénico comandante apodado “el barba”. Siempre digo que cuando muera querré exigir una audiencia con Dios, pero no para hacer lo que dicen todos los inconformes, progres, clase media, moralistoides del mundo y de la historia: ¡¡¡¡Quiero que me explique porqué vinimos al mundo, para qué vivimos, porqué se mueren de hambre los chicos de África, porqué los chicos consumen droga y no se alegran con el salir del sol!!!! No. Yo no. Yo simplemente me sentaría a hablar primero de cualquier gansada, de los asados embolantes, de porqué me toco ser hincha de Racing y de Juventud, más aun porqué los hombres podemos cambiar de mujer, de ideología, de auto, etc. pero nunca jamás de equipo de fútbol, de porqué no existe ninguna mina que entienda la ley del offside y en el momento menos pensado, cuando lo encuentre distraído equilibrando la espuma del fernet, le “calzo un guante”, uno bien justito. Cuando este equilibrando le voy a decir un bajito: “Che, barba…” y cuando se de vuelta, medio regaladito, le entro la piña, limpita va a entrar, bien “sequita”. Obvio que en menos de un segundo unos ángeles patovicas me van a agarrar al grito: “¡Jefe , se lo tenemos para que lo picanee…!” A lo cual, Dios responderá: “No, a este pistola lo agarro a guantazos… le via´ saca el aca…” y me empezará a dar una tunda el sólo. No tengo dudas que me voy a comer el cagadón más grande de mi vida , bah de mi no-vida, pero tengo la esperanza de que una mano se va a llevar ese LOSER!) si era lo mejor que me podía pasar o no. Pero el problema no es la ironía del orden caótico, eso no puede ser problema porque no puede ser resuelto. El problema es que esa imposibilidad de resolución sea problemática. Y cuando ocurre eso, es síntoma de que el mundo esta en condiciones de acabar.

Finalmente, muchos de uds. dirán: “Bueno, ¡Que creativo! Un texto depresivo del fin del mundo, el Apocalipsis ya se escribió hace miles de años… estos boludos de opadromo son unos nabos. Debe ser un pibe con tendencias suicidas, ojala lo consume y deje de escribir boludeces.” Bueno, lamento decepcionar. Si algo siento internamente en medio de tanto kilombo personal y social es que este fin de mundo va a ser único, genial. Va a ser el único happening que Martha Minujin jamás podría haber montado, va a ser sublime como el tema de Néstor en bloque de una “Calle me separa, del amor lalala…” en la sinfónica de Viena. No me lo voy a perder ni en pedo, voy a estar ahí intentando sobrevivir como todos estaremos e intentando hacerme el superado, sofisticado, iluminado como todos nos haremos. Tengo tantas expectativas como aquellas que siento cuando sueño y recuerdo cuando estaba en la panza de mi vieja. Intento recordar cuando por primera vez abrí mis ojos, cuando intento delirar qué fue lo primero que ví en mi vida. Habrá sido la placenta o algún órgano de mi vieja, no importa. Era lo primero que ví. Ahora mataría por ver algo que sorprenda y que me indique que hay algo nuevo bajo el sol. Por eso, ni pienso perderme este fin del mundo próximo.

Lamentablemente no nos veremos en el infierno como dicen las películas, sino en algo peor, en el fin del mundo.

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