jueves, 16 de agosto de 2007

Opa precavido vale por dos

Pancho Rodríguez
Mientras removía el Nesquik en la leche, Crónica me daba el último momento: sismo en Perú de 7.5 en la escala de Richter. Lo primero que pensé es en cambiar de canal, poner El Gourmet , Retro o Fashion Tv . Prefería esté último, que mi vieja no se olvide de que tiene un hijo pajero (pego los botones con La gotita, así que difícil vea en mí un talento costurero) a que busqué en el segundo estante del modular la pequeña estatua del patrono local. Una vez, de chico, intente vendérselo en una casa de antigüedades al creer que era de oro. Los rayos son dorados, pibe. Dorado no es lo mismo que oro, me dijo el dueño. Nunca pude completar el álbum de los Transformers. A que saque la estampita de la virgen que usa de separador en su biblia de mesa de luz, a que baje el empolvado cuadro de una santa que llora y arme un combo antisísmico iluminado por velas en la mesita ratona del living. Vos sos judío por eso no crees, pero gracias a ellos, nuestra devoción y al “pacto” no estamos con las paredes en las cabezas, me repite cada vez que le digo que puede provocar un incendio en casa con su pequeño altar domiciliario.
No hay nada que hacerle, me resigno y le pongo las noticias. La culpa del tiempo perdido la puede llevar a actos de devoción mayores como vestir de angelito a mi sobrino. Claro, si se la pasan de joda estos bolivianos que van a dedicarle una novena por lo menos al Señor. Recién ahora se acuerdan de rezar, dice, mientras busca su rosario de semillas.

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