viernes, 17 de agosto de 2007

Contra la salteñidad

Daniel Medina

Es el espanto, definitivamente es el espanto lo que nos une.
No sé por qué, pero hay algo que asusta en esta tierra, rica en poetas, pobre en poesía. Tal vez sean las ovejas, que están por todas partes, dando vueltas y vueltas, buscando un pastor que les diga qué hacer. Uno las ve, con las cabezas gachas y los ojos como pidiendo permiso o perdón, en el opódromo de turno (el monolito, la plaza o la balcarse) y a uno le agarra miedo de empezar a formar parte de ese rebaño, porque ya se puede intuir que la resignación (una variación de la estupidez) es contagiosa.
No sirve defenderse, hay que contraatacar.
Algunos amigos, al menos, así lo han entendido. Y esto se puede palpar en sus proyectos.
X planea hacer un cortometraje: Día de la procesión del Milagro, las campanas de la catedral hacen lo suyo, hay un sol espantoso (ideal para mártires), los parlantes reproducen el himno que, abajo, los fieles repiten de memoria “señor, del milagro, crist….”. Pero un grupo terrorista ha tomado la central desde la cual se reproduce el himno, saca ese cd y pone la Versuit. Por los parlantes se empieza a escuchar “Dios, se nos cagó…”. Los fieles salen del transe y, horrorizados, corren pa’ todos lados.
Es probable que este corto nunca llegue a filmarse.
Arturo planea una novela. No sabe bien cómo serán los personajes, ni cómo hablará el narrador; ni siquiera sospecha de qué tratará. Pero, ya sabe cuál es el final: las imágenes del señor y la virgen, cayendo al piso, rompiéndose en pedazos y quedan ahí, hechas mierda.
Daniel Murillo había empezado a bosquejar un comic, que Aníbal Tejerina (alias Tinto) iba a dibujar. Se iban a centrar en la protagonista: una pendeja salteña oligarca ninfómana. Pero este comic-porno, al menos por ahora, está inconcluso. Sabemos, de entrada, que la revista ABC no lo publicaría (no vaya a ser que se quede sin lectoras)
Otro comic que todavía no ve la luz: Se va a llamar Saltrix . Empieza con un plano general del despacho del gobernador, el tipo está sentado, sudando y tiene una pistola en su mano derecha. “Están afuera y van a entrar. No sé cómo pude perder el poder”, dice el gobernador, mientras se lleva la pistola a la sien y espera que los revolucionarios irrumpan en el despacho. Entonces se realiza un flash back, que da cuenta de toda la revolución: hay héroes con superpoderes y archi-villanos, por supuesto: un cura que lanza ostias filosas (como estrellas ninjas), pitufos-policías con picanas, entre otros.
A otros se les da por los graffitis. En algunas paredes salteñas se puede leer: “Aníbal Verón: eficiencia del estado”; “Nos rebelamos, luego existimos”; “A los salteños dios nos ilumina, pero Edesa nos cobra”; “Amor: hay hambre en estos valles”; “¿Feudo o democracia?”.
Algo nos han hecho, para que reaccionemos así.

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