martes, 4 de noviembre de 2008

Diario de un escribidor (80)




Alejandro Kozarts

Por quién doblan las campanas. No por mí. El cerebro partido. En estas dos semanas tengo que armar una monografía sobre la transposición del libro al film de La naranja Mecánica; prefería analizar el cuento los asesinos de Hemingway, con el film de Samuel Fuller y el corto de Tarkovski (primer trabajo del director ruso); pero al final me acobardé. La Naranja Mecánica es más fácil para hacer, ya hay mucho escrito, mucho para “citar”. De lo otro no había casi nada. Además, un trabajo de expocisión para el foro de comunicaciones sociales que está preparando el isepci, voy a darle duro a la revista oligarca Salteña ABC; el trabajo ya está empezando a cobrar forma en la cabeza, tuve que ponerme a repasar teorías de la comunicación. Para el semanario, la segunda parte de la nota sobre la sinfónica, más las reseñas y una exposición sobre Edmond Cross. Y latín, siguen los prácticos y hay momentos en que todos lo memorizado parece evaporarse.

NO sé qué más reseñar. Con las películas no hay problema; pero con los textos sí, porque la idea era abordar textos salteños y lo malo es que lo último que he leído no me dice nada, no es que sean malos textos, simplemente me aburren, no me generan ni ganas de pelearme con ellos, mucho menos de recomendarlos. Volvió a salir la revista de comic salteño, Caudillos, también floja. Por suerte pasó Alejandro Luna por casa y me dejó un nuevo ejemplar de su revista, con poemas de Fernanda Salas y un cuento suyo.

Sé que estuvo el poeta Martín Maigua por Salta. Sé que se juntó a cervecear un rato con Diaz Paz y creo que con Chuqui. También pasaron el viernes los hacedores de la revista jujeña Intravenosa. Es de una gran calidad, no creo que se esté haciendo algo así en todo el NOA. Creo que están planteando los temas que hay que plantear y tienen en el staff grandes plumas (ya escribí una reseña, que no está a la altura de la revista, pero que está ahí como señal de apoyo).
La revista ya se encuentra en las principales librerías céntricas salteñas, pero se puede conocer a su gente en: http://revistaintravenosa.blogspot.com/

Sólo quiero que todo esto (léase clases, exámenes) termino de una buena vez, para poder empezar de lleno con la novela, que en cierta forma ya está empezada. Compré un cuadernito y ahí voy acumulando las frases, diálogos, armando esquemas de los personajes. Un amigo vio el cuaderno, me dijo que no puede ser que vaya a escribir la novela en un cuaderno que tiene en tapa un dibujo de homero Simpson. “Poco serio”, me dice. Esa es la idea de la novela, le digo, Homero está ahí para recordarme que no me tengo que poner salteño, o sea solemne, cuando escribo. Además, el cuaderno es para las notas, porque la idea es escribir en la computadora directamente. Stephan me carga y dice que soy capaz de sentarme a escribir la novela en la Olivetti Letrera 77 que tengo en casa; pero dudo, la corrección en máquina de escribir es demasiado agotador. Hace tiempo habíamos hablado con Luis Ferrario sobre el proceso de escritura de la novela. Ferrario tiene el comienzo y se larga, casi sin planificación alguna. Yo creo que voy a armar un esqueleto previo. Además, creo que ya sé cómo termina (aunque no sé, en un par de cuentos me pasó que iban encaminados para un lado y de repente surge una pequeña variación que obliga a replantearlo todo)


Otra vez cediendo a la mediocridad, tomando los caminos más fáciles; pero la verdad es que no tengo fuerzas para nada más o si las tengo prefiero reservarlas para otras cosas. El problema es que este cansancio me arrastra, me hunde: las últimas notas para el semanario están flojas y eso que a algunas le he puesto ganas; pero hay veces que simplemente uno no puede o no le da el cuero. Pero el trabajo de periodista a veces consiste en subir a un ring con los ojos vendados y tirar golpes a lo loco, molestar a como dé lugar.


Lecturas. Cuentos salteados y releyendo algunas cosas de Flannery O’Connor, que me ha gustado muchísimo. Salió la revista de Alejandro Luna, con una selección de los poemas de Fernanda Salas. Leyendo cuentos de manera extraña: los cuentos completos de Abelardo castillo son para leer en el colectivo cuando puedo ir a buscar a mi novia del trabajo, el de cuentos completos de Tizón para cuando voy en el colectivo a la universidad. Tengo que retomar con el de Di Benedetto, lo dejé por la mitad hace un tiempo, no sé por qué, creo que su escritura mete miedo, me asusta porque no sé de dónde salió, no le encuentro parecido con nadie.

Novedades en los blogs:
Estrella es presidenta por un día en: http://www.muymuytantan.blogspot.com/
Un gurú por un día en: http://www.elconjuro.blogspot.com/

ESTA RESEÑA LA PUBLIQUÉ HACE DOS O TRES SEMANAS. LA ESCRIBÍ ENCIMA DEL MISMO LIBRO, MIENTRAS IBA EN EL COLECTIVO A LA REDACCIÓN. NO SÉ SI HACÍA FALTA TANTA CRUELDAD. CUANDO MURILLO LA CORREGÍA, ME PREGUNTÓ: -CHE, ESTE TIPO YA ESTÁ MUERTO? NO, NO SÉ, DIJE. POR?, PREGUNTÉ. PORQUE SI YO FUERA ÉL, TE BUSCO Y TE CAGO A TIROS, DIJO.


Coplas de Cafayate


Hay mentiras que de tanto ser repetidas, ya parecen verdad. Una de ellas es que Salta es tierra de poetas. Lo peor es que esa frase, tantas veces escuchada, envalentona a todos: cualquiera puede ser poeta, se piensa.


Un claro ejemplo es el libro “Coplas de Nelson”, editado en Cafayate en 2001, por Carlos Nelson Vega.


Ya en los primeros versos Nelson dice: “Soy coplero de ocasión/y acepto el desafío/ no soy de profesión/ sólo en mi suerte confío” Esas palabras son, lamentablemente para el lector, proféticas.


Nelson hace cualquier cosa para mantener la rima, lo que sea, y eso hace que aparezcan en los versos nombres forzados, excusas baratas para mantener la rima: “Fui por una huella/ y vuelvo por un sendero/ acabo de tener vivencia/ con la espigada Fidenci”. En otra parte dice: “Apagá el candil mi Ruperta/dejame la puerta abierta…” También: “Verá dijo Zabaleta/ si n o me dan servilleta/ me limpiaré con la camiseta.” O: “Coca que estoy masticando/ preguntáme por la yisca/ que siempre vivo soñando/ con la Teresa Francisca.”


Pero no son sus versos, sino la introducción que le hace al libro lo que más deja estupefacto al lector. El libro abre con un sincericidio. “No sin temor llego a Uds. Ahora con este nuevo trabajo: unas propuestas que pretenden ser coplas… hace algunos años no me veía hilvanando versos e imaginando historias… hace unos meses dudé en saberme cultivador de coplas. No obstante, la insistencia y el aliento de unos pocos amigos terminaron por convencerme y así me lancé a esta entrañable tarea de crear con la convicción de que no debía darme por vencido antes de librar batalla”
Y Nelson emprendió la batalla y este libro es fiel reflejo de ese campo de combate; y el lector, testigo impávido de la derrota: los versos como cadáveres mutilados, esparcidos por todas partes.


Nelson continúa con la confesión (¿Cómo pidiendo disculpas por adelantado?): “Fui recogiendo los temas del amor, de la naturaleza y unos episodios de personajes imaginarios –uno es real- que rescatan nombres de la región y situaciones del medio, algunas no exentas de picardía, para nada tuve en cuenta la métrica y sí, en ocasiones, la rima.”
Ay, Nelson, para romper las reglas, primero hay que conocerlas, pero, sobre todo, hay que dominarlas.


Y como si esto fuera poco, en la página 2 se erige como inspirador. “…Mi intención íntima y última es gustar y decidir a otros escritores a crear y publicar sus trabajos…”.


En el fondo, lo que plantea no es nada descabellado. Nelson es de esos escritores que transforma al lector en hacedor. No porque contagie admiración o deslumbre con sus palabras, sino porque al terminar de leer el libro, cualquiera se empieza a dar cuenta que, de escribir un libro, jamás sería tan malo como éste.

8 comentarios:

Conjuro dijo...

"el trabajo de periodista a veces consiste en subir a un ring con los ojos vendados y tirar golpes a lo loco, molestar a como dé lugar".
Suscribo la definición. Tengo un espacio justamente dedicado a eso y, aunque a veces ya estoy harto, sigo lanzando golpes.
Saludos.

Mx dijo...

Con Di Benedetto me pasó lo mismo. Lo dejé a la mitad; pero no como dejo a otros libros con la clara intención de abandono eterno. A éste lo dejé "para más después". Lo postergué, necesitaba leer otros autores, descansar de lo que muy bien definiste: "su escritura mete miedo".
Descansar, digo, de esa impecable construcción de personajes y situaciones siempre al borde de algo, siempre a punto de.
Di Benedetto derrota al lector, lo desarma.

Gracias por el comentario a la Intra, una alegría que te haya gustado.

Conjuro dijo...

Perdón por el entusiasmo con el que abrace la definición de lo que es un periodista. A veces, muy pocas veces, es como lo define Kozarts.
Yo creo que la fauna periodística se divide en: reproductores de noticias, falsarios, ilusos, idiotas útiles o inútiles, garcas, empresarios de "medios", pasantes paseantes, maestros del copy & paste, gacetilleros, operadores de prensa, transeros, embusteros inofensivos, y seguramente algunos otros.
Chau.

M. dijo...

Terminá Miller, Mx. Nada de abandono eterno. No me hagás esto.

tantomundo dijo...

mr kozarts,

es verdad estuve en salta
y le aseguro que quise juntarme con ud también

hasta lo rastreamos en el zumba con chuqui
pero el intento arrojó resultados negativos

también con diaz pas quisimos organizar un asado
pero al fin se complicó

sin embargo la suerte da revanchas
por eso le aviso que a mediados de diciembre
voy a pisar otra vez La Linda

ahí me gustaría comentarle/compartir un proyecto

un abrazo

AliaS dijo...

sean bienvenidas sus sacudidas a tanta modorra provinciana.
muchacho, es q nadie anda por aqui viendo algo de Fuller ni de Tarkovski.
siempre espero que alguien derrote mi pesimismo pero eso no sucede.

me haces pensar que soy un fisco: cuántas veces quise empezar Zama de Di Benedetto y me quedé con esos inglesitos q tanto me gustan!

periodismo? mmmmm
sin comentarios
ja

celebro si hay marea por embravecer. es bueno. algo va a pasar...

tantomundo dijo...

alias dada,
por supuesto que ud también está invitado para tal cometido.

insisto, a mediados de diciembre voy a estar en Salta y...
podemos hacer que algo pase.-

otro abrazo.-

Anónimo dijo...

Yo conozco a nelson vega.
era mi profesor de historia. Creo que es de la rioja o catamarca. Tiene el pelo blanco y la piel roja, parece un personaje de carpenter pero sin la picardía. Las pasiones que conocíamos de él en nuestra época eran el vino y las mujeres. Los lunes nunca iba a clase porque los domingos eran para él interminables. le gusta mucho el carnaval, quizá de ahí su inspiración.
Yo conocí a nelson vega.