Esta es la primera de una serie de entrevistas a jóvenes narradores salteños (sub-35). Algunos han publicado sus libros, otros mantienen una producción intensa en blogs o revistas literarias.
Salvador Marinaro nació en Salta en 1988. Obtuvo el primer premio para poetas inétidos de la Secretaria de Cultura de Salta por su libro Sinfonía de Mareados y el primer premio en el género cuento por Sueños del mono evolucionado, ambos en 2010. Recibió el primer premio de cuento corto y la mención en ensayo del Primer Premio Nacional Azucena Villaflor, llevado a cabo por la Secretaria de Cultura de la Nación y las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. A su vez, coguionó la serie televisiva “Ese que va silbando”, preseleccionada por el régimen de fomento federal para la Televisión Digital del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales. Ha cursado la Licenciatura en Periodismo de la Universidad del Salvador. Actualmente, trabaja y reside en Buenos Aires
-¿Por qué escribís?
-Creo que uno siempre empieza a escribir por alguna carencia, algo que te pone realmente incómodo y la única manera de librarte de ello es escribiendo. De allí que la literatura sea una forma de estar en el mundo, más que de expresión. A mí, determinadas situaciones familiares (incluso de terceros desconocidos) me movilizaban en extremo, me sensibilizaban. Empecé a escribir por eso. Y después le agarré gustito. Vi en la literatura algo genial: la apertura mundos interesantísimos y sobre todo, la complejidad de este mundo. Hoy escribo por ese motivo subyacente: me ayuda a percibir mejor y entrar en la realidad, renovado.
-¿Cuándo empezaste a escribir?
-De adolescente, creo que tenía doce o trece años y le había perdido el respeto a todo. Creo que eso es lo primero para empezar a escribir, perderle el respeto a la literatura (y a tus viejos).
-¿Qué autores despertaron esta vocación?
-Un autor que me sacó de las casillas y me instaló en un lugar desconocido fue Kafka. Al día de hoy, he leído su obra completa y un par de veces El Proceso. Creo que uno congenia con pocos autores y sobre todo, entra en la misma sintonía. Para mí, uno de ellos fue Kafka (curiosamente, se trata de un autor que generó un adjetivo que habla de la complejidad, lo kafkiano). Algunos de sus textos me enseñaron profundas lecciones de escritura y en su diario puedo ver la génesis completa de una idea a un texto literario.
-¿Qué libros o autores te influenciaron?
-Como dije antes, El Proceso de Kafka, algunos cuentos de Abelardo Castillo (sobre todo los del libro Las maquinarias de la noche), Dino Buzzati (el cuento La gota es uno de los más memorables que he leído), y en un segundo momento, me influenciaron mucho los narradores norteamericanos, en especial Sallinger y Cheever.
-¿Hay algunos autores salteños o del noroeste argentino que les guste?
-Teresa Leonardi por su integridad ideológica y su erudición. Leonardi nos ha dado una enorme mano a varios escritores jóvenes, pasándonos libros, textos y sobre todo, demostrando con sus poemas lo cerca que puede estar la literatura de la búsqueda de un mundo mejor. También he leído con interés a Santiago Sylvester, un autor cerebral, si es que existe esa diferencia entre la poesía de la mente y la poesía de la imagen. Sylvester es uno de los pioneros en introducir en el norte una corriente que proviene del mundo anglosajón, en especial T. S. Elliot, utilizando un lenguaje llano y significativo al mismo tiempo. También hay que mencionar que si bien el autor es reconocido por sus poemas ha publicado un libro de cuentos (La prima carnal, publicado por Anagrama) que es altamente recomendable. Por otro lado, hay un autor wichí que viene haciendo un trabajo increíble y necesario, se trata de Laureano Segovia, que recupera la memoria colectiva de su pueblo. He leído dos de sus recopilaciones y me han impresionado mucho. Por trabajos como el suyo, la literatura cobra un significado pleno. He procurado restringirme a los autores salteños, pero si ampliamos a todo el norte, debo decir que Jujuy tiene grandes autores, como Calvetti, Groppa y Héctor Tizón.
-¿Hay algunos autores salteños o del noroeste argentino que le parezca abiertamente malo?
-No me siento muy capacitado para responder esa pregunta. En primer lugar porque no he leído la totalidad de los autores del noroeste argentina y menos aún, la totalidad de sus obras, lo que exigiría para realizar esa clase de valoraciones. Y en segundo lugar, no creo que haya autores de los que no se pueda rescatar ni siquiera una línea. La diferencia es que en algunos escritores he encontrado un mundo personalísimo. Así es la literatura, muy subjetiva tanto desde el punto de vista del lector, como del escritor (una línea divisoria que no es tan estricta en la realidad).
- ¿Te llevó mucho tiempo escribir tu primer libro?
- Relativamente poco tiempo. Creo que en dos años ya estaba terminado, corregido y casi listo para imprimir. Con mi segundo libro es distinto, uno se siente precavido, quizás vigilado por los errores que cometió con el primero. He tirado manuscritos, vuelto a empezar con textos completamente cerrados y dudado mil veces sobre cuestiones mínimas de escritura. Creo que el primer libro produce un impasse, quizás una especie de parálisis, de la cual se sale consolidado, con otra fuerza para la escritura. Creo que cuando lo publique llegará otra etapa en mi creación.
-¿Alguna vez pensaste en no ser escritor? ¿De no ser escritor, qué te gustaría ser?
-Todos los días. Sobre todo porque ser escritor exige ser otra cosa al mismo tiempo, o tener una madre muy generosa. De todas maneras, si tuviera que poner toda la energía de mi vida (porque la literatura lo solicita y de verdad vale la pena) en otra cosa, creo que elegiría ser físico. No culturista, por supuesto. La física ha llegado a un punto de conocimiento que me provoca envidia. El movimiento de las partículas infinitesimales me parece algo encantador, pero impenetrable. Me gustaría tener las habilidades necesarias para entenderlo. Eso, ser físico. O por su puesto, astronauta o bombero.
-¿Qué hace, en tu opinión, que una obra de ficción sea buena o funcione?
- Que se despliegue a través del lenguaje un mundo original e intenso. Creo que de verdad, una obra que no tiene intensidad puede llegar a ser muy buena, pero no tendrá mi atención. Y aquellas obras que se enfocan en los mundos ya construidos, o retratados hasta el hartazgo, sólo redundan en un edificio conceptual, que puede haber ganado prestigio, pero nunca gracias a la obra que viene a incorporarse. Es una de las trampas en las que suelen caer algunos escritores. Por eso, las grandes obras sólo pueden provenir de la única fuente que tiene un escritor, la experiencia personal.
-Tu top ten de escritores.
No logro llegar a un acuerdo conmigo mismo, así que los diré en cualquier orden y me tomo el atrevimiento de mencionar las obras que más me impactaron: Kafka (El Proceso), Sallinger (9 cuentos), Cheever (Relatos), Buzzati (60 relatos), Maupassant (Los cuentos del final de su vida, sobre todo El Horla), Flaubert (me apasiona una novela histórica, Salambó , Abelardo Castillo (sus Cuentos Completos son una joyita), Camus (El extranjero y Calígula), Juan Rulfo (sobre todo los cuentos del Llano en Llamas) y Sartre (la trilogía Los Caminos de la libertad). Hay que aumentarlo a Borges a la lista, pero creo que ya es un lugar por el cual todos debemos transitar por la condena de ser compatriotas, diré que es casi una necesidad y lo doy por sentado.
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ASÍ ESCRIBE
Fragmento del cuento “La Marilyn”
Buscó un pequeño pomo detrás del espejo del baño, lo apretó, puso tres gotas en su cara y las esparció; un poco de color a las mejillas y se pintó los ojos con una sombra blanca y un toque de celeste. Se puso rímel pronunciando la curva de sus pestañas y mucho rojo en los labios. Miró su perfil en el espejo, diciendo qué bien merecido tenía su apodo: La Marilyn. Repitió qué hermosa, hermosa y tuvo una pequeña erección. Sonrió y siguió maquillándose.
La Marilyn buscó la bombacha, el corpiño con flecos y un saco, se vistió y empezó a repetir los pasitos que haría en el desfile. Se tapó y fue directo a la puerta. Afuera algunas de sus conocidas del ambiente hablaban fuerte y se reían, también esperaban a sus comparsas. Miró de reojo, cuando escuchó que alguien gritaba “ahí va Doña Lebón, la esposa marica de Segundo”. La Marilyn ni se dio vuelta, celosas pensó.
3 comentarios:
sí, marinaro, exige chuparle las medias a la kuky y a sylvester,jajaja
Me tienen las bolas llenas con la kuky...!!!
Marinaro dedicate a sodear y a hacer petes, que pa otra no te da el cuero chango.
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