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Una mujer Pro, desde la punta del zapato hasta el pelo reluciente, se paralizó cuando vio a un nene con una remera con capas de grasa y suciedad acumuladas, dos talles más grande, que ofrecía unas estampitas y pedía una monedita, levantando la voz fuerte, como diciendo “aquí estoy, mírenme”. Con un asco indisimulado, lo tomó del brazo, se le acercó al oído y le advirtió: “Te quedás calladito porque esa señora está leyendo a Borges”. La señora, la actriz Andrea Bonelli, paladeaba un fragmento del prólogo de Los conjurados, su libro favorito. El nene sacudió el brazo para desembarazarse de las garras esculpidas de la mujer Pro, alzó los hombros y le contestó con su vocecita chillona: “¡Qué me importa!”
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