jueves, 23 de abril de 2009

La memoria es la retórica del periodismo especializado.

sábado, 4 de abril de 2009

llokallas warangos y naranjas con sal 1995

a Luis O. por mostrarme la belleza en medio de tanta mierda

las tardes de casi siempre. porque casi siempre era el cerro detrás de nuestras casas donde se acababa todo, o parecía acabarse todo, donde por lo menos si no éramos felices la pasábamos bien en medio de tanta cosa seca: la tierra como una costra que se te andaba reptando y metiendo por los poros, y sin darte cuenta te estabas devorando las ansias del día que no viene. pero ni siquiera lo pensabas, porque entonces no sabías lo que era el día que no viene, no sabías que nada más viene cuando la piel se te hace costra que no suelta pus y deviene en ser humano apto.
desde arriba del cerro se miraba toda la ciudad, que era tan de mierda como mi barrio, la ciudad a la que cada vez le ponían más jardines lindos para disimular la podredumbre de sus habitantes. es un buen alcalde decía mi madre, roba pero hace, ¿no ven acaso lo lindo que está quedando todo con esos jardines y lleno de flores?
la ciudad también estaba seca, no importaba si la regaban todos los días, no importaba, la erosión los devoraba a todos, la erosión como una plaga de mandinga que comenzaba por el cerro y se expandía hacia todo el valle cariado.
desde arriba nos sentábamos a mirar algunas tardes, mirábamos las iglesias que siempre sobresalían entre el resto de casas y edificios enanos postrados en los subibajas de las calles angostas entrecortadas por más calles angostas; y siempre era raro, porque desde el centro casi no se veía el cerro, que seguro se perdía con los otros cerros. todos los cerros parecían iguales vistos desde el centro, como todas las casas del centro parecían iguales vistas desde el cerro, casas donde había gente haciendo sus cosas: durmiendo, trabajando, durmiendo, trabajando. edificios que no eran edificios, personas laboriosas, personas caminado por la esterminio paz y comprando chullpas al precio de caramelos; mirando feo a los potosinos, orureños, paceños, chuquisaqueños, a todo el que venía del norte sin un peso, porque decían que estaban sucios, que eran pobres, que olían mal, que eran vagos, que hace unos años la cosa era distinta, que no había tanta gente pidiendo en la calle, pero que después de la relocalización de los mineros todos se habían venido para el sur a morirse de hambre y a joder a la gente que vivía en paz. llokallitas tocando el charango por monedas o parejas mandando a los hijos a estirar la mano a los parrocos que deambulan cerca del mercado y que también pedían monedas para comprarse un boinaverde para saciar el hambre de tanta ciudapueblo que se las daba de grande, de pura. es pura, sin duda: pura mierda. trufis jugando a las carreras, llokallas gritando en la puerta de los trufis:paradadelnorteisladelsobrecanchantofagastavillavoisekjardíndelasflores parquedelprócermancocaradepelotudobarriochancahuesos y se llegaba de una punta a la otra hasta mi casa, sin importar los lugares intermedios, porque entre la parada del norte y mi barrio habían no sé cuantos barrios y calles que los ayucos no gritaban, pero a nadie le importaba, porque todos sabían que estaban ahí en el medio de todo el grito.
y nosotros, no sé todavía por qué, estamos esa tarde sentados del otro lado del cerro, mirando el pedazo más lindo de la erosión, el lado que no tenía casas, dando la espalda al centro, el lado a donde estaba la torre del horno viejo de la fábrica de ladrillos, donde ya no hacían ni un solo puto ladrillo, y que de alguna forma era como el resto de los edificios del centro, donde no se hacía nada, pero que se mantenían en pie (con ladrillos cocinados seguramente en otro horno de mierda) simulando algo que nadie comprendía pero que todos podían solventar.
el otro miraba y miraba con los brazos haciéndole un nudo a las patas, después se estiraba y de rato en rato levantaba una piedrita del suelo y se la metía en la boca, la masticaba hasta que se hacía tierra mezclada con baba luego la escupía hacia abajo.
yo me paraba y el viento era fuerte, había viento porque era agosto y en la cordillera se veían los hilos de humo de los chaqueos, en un lado y en el otro. esa parecía una buena tarde para hacer voladores, le digo que qué tal si hacemos unos voladores, y me dice que no tenemos cañas y que tampoco tiene ganas. después se toca una herida de la rodilla hasta que le saca sangre y se comienza a chupar la rodilla.

¿te gusta la sangre?
la mía si
¿la de los otros?
no sé
cómo no sabes
no sé, supongo que no
por qué no
porque no me gusta
¿alguna vez has probado la sangre de otro?
nunca
¿no te dan ganas?
no
por que sos un maraco
no es por eso
sino
porque me da asco
porque sos un maraco
no soy maraco
entonces probá mi sangre
no quiero
maraco maraco maraco
no me jodas
probá un poquito, con el dedo
no quiero, vos acaso probarías mi sangre?
si, porque no
y si tengo la herida infectada
también me gusta la pus
no se dice la pus, sino el pus
y a mi que mierda me importa
yo que sé, sólo digo
no digas nada, no estamos en el colegio
y eso que tiene que ver
que no hay que hablar de esas boludeces fuera del colegio
yo hablo lo que me da la gana
allá vos, a mi no me importa, dale, probá mi sangre
no quiero
si sabe igual que la tuya
ya sé, pero no quiero porque es de tu herida
entonces si es del dedo ¿la pruebas?
puede ser
si vos pruebas la mía yo pruebo la tuya
puede ser
sacá una espina del curki
de cuál
que sos pelotudo, de cualquiera
bueno
ahora pasame una a mí, ahora pínchate el dedo
probá
bueno
¿a qué sabe?
a sangre, a qué más puede saber
jaja, pelotudo.

y nos sentamos de vuelta, mirando la quebrada seca, cada uno chupándose el dedo hasta que pare de sangrar. yo seguía con ganas de hacer voladores porque estaba linda la tarde y hacía buen viento en el cerro. el otro talvez no quería hacer voladores porque la última vez que los habíamos hecho nos agarramos a los puñetazos porque el mío volaba más alto y como que al otro eso no le gustaba porque él me había enseñado a hacer voladores y los míos siempre me salían feos, muy pesados y desvalanceados porque nunca le calculaba bien el peso de las colas ni de las cañitas que siempre las cortaba muy anchas y no las ponían bien en el centro para que formen ese como diamante que al otro parecía salirle perfecto y armaba en diez minutos, yo tardaba como una hora para terminar el mío y ni bien se elevaba se caía al suelo de nuevo y yo corría como pelotudo para levantarlo, el otro en eso ya tenía su volador bien arriba y se cagaba de risa y decía que yo era más inútil que el ciego.
a él le salían bien los voladores, le salían bien todas las cosas manuales, los rompecabezas que hacíamos con figuritas de futbolistas del mundial y que vendíamos a los más chiquis a 20 centavos para juntar algunas monedas y caminar hasta el vicio de don rafo. los muñequitos de greda a mi me salían deformes y al él bien, hasta había aprendido a disecar sapos y un día ya tenía varios disecados en poses extrañas y un día sin que se de cuenta el ciego le choriamos la ropa a unos luchadores que tenía para vestir a los sapos y les armamos un ring con una caja de zapatos y había quedado de puta madre, y nos habíamos pasado toda esa tarde jugando con los luchadores sapos disecados, sólo que al otro día lo voy a buscar a su casa y no estaba, después me voy al cerro y lo encuentro llorando en la entrada de la cueva y me dice que su vieja le había roto los luchadores sapos y los había tirado a la basura porque decía que era una asquerosidad y que podía enfermarse por jugar con esas cochinadas. esa ha sido la única vez que lo he visto llorar, agarrando la mitad de un sapo disecado que todavía tenía la polera de luchador.
pero la tarde de los voladores creo que también lo he visto llorar, no estoy muy seguro porque el ojo y la rabia no me dejaban distinguir muy bien lo que pasaba. justo esa tarde cuando vuelvo del colegio me pongo a armar un volador, lo hago con calma, busco una buena bolsa de náilon, una que sea linda o que tenga un dibujo pintudo y que no sea muy pesada, y sólo encuentro una que tenía unos barquitos azules y unas rayas como pájaros y algo como un mar y la corto con cuidado midiendo con una regla, después corto las colitas con los sobrantes de la misma bolsa, le saco una caña al jazmín que queda medio chueco pero no se notaba tanto y corto la caña con un cuchillo y comienzo lijarla hasta que quede bien delgada y no pese casi nada. corto dos cañas perfectas, en eso tardo como una hora y media y mi vieja se levanta de la siesta y se va a su trabajo, antes me dice cuidadito granputa con estarme sacando las cañas de las plantas que sino después te voy a sacar la mierda. le digo no mamá, estas cañas no son de tus plantas, estas las he levantado el otro día de la calle cuando venía del colegio, y me dice bueno, no salgas en la tarde y quedate a cuidar la casa, yo cuando vuelva te quiero ver aquí y me muestras tus cuadernos al día, porque tu profesora me ha dicho que te andas escapando de clases para irte al baño y luego no vuelves, cuidadito con estar haciendo huevadas, que ya sabes cómo te va después. te dejo un peso para que te compres pan para el té cuando vuelva tu hermana del colegio. le digo bueno y se va. amarro bien las cañas a la bolsa con hilos, porque me habían enseñado que era mejor hacerlo con hilo que con diurex (porque así el volador era más liviano) aunque era más difícil. y termino el mejor volador que he hecho en mi vida, si hay algo bello que hasta ahora he visto ha sido ese volador, era la perfección hecha náilon.
salgo de mi casa y no cierro la puerta, voy hasta el frente y lo busco, le digo que vamos a hacer voladores al cerro y me dice bueno que va de un rato que ya tiene un volador listo y que yo me haga uno. eso yo ya lo sabía, tenía un buen volador y ya lo había usado un par de veces en el cerro y volaba alto y se quedaba quieto durante mucho y nunca se caía.
vuelta a mi casa a sacar mi volador, esta vez cierro la puerta y salgo por la ventana y la dejo trabada con un papel, porque no tenía llave de la puerta y me voy al cerro. el viento no estaba muy bueno, uno tenía que correr un poco para levantar el volador pero un poco más arriba la cosa mejoraba y el viento tiraba al volador con fuerza, entonces había que dar y quitar hilo de a poco y buscar un buen lugar hasta que suba unos metros más y luego soltar todo el hilo que se pueda y dejarlo arriba, bien arriba. con el peso que me había dejado mi vieja me había comprado un hilo negro de puta madre, que era el mejor para los voladores por ser liviano y aguantador, además de largo. era perfecto, todo perfecto. el centro allá abajo lejos, bien lejos y mi volador cada vez más arriba, hermoso hermoso hermoso, me daban ganas de saltar del cerro de alegría, tirarme al barranco, morirme. era lo primero que me salía bien en la vida, para todo lo otro yo no servía, mi vieja tenía razón, todos tenían razón, yo era un pelotudo, pero un pelotudo con el mejor volador del mundo, de la historia. que mi madre vea este volador, ese rato pensaba en mi madre y me hubiese gustado que me viera ahí con el volador cada vez más alto con sus rayitas azules que después se hacían como puntitos y no se distinguían ya los dibujos, sólo algunas manchas. tiro de vuelta todo el hilo y lo enrollo en el palito y me siento a pensar en un nombre para el volador y a esperarlo al otro que tenía su volador que era una cagada al lado del mío, yo lo había visto volar y ya sabía que el mío era mucho mejor.
y viene subiendo el cerro con su volador en la mano.

que tal
bien
ta bueno le viento no?
ahora ta mejor que hace rato
y ese volador
lo acabo de hacer
¿y cuánto has tardado? ¿dos horas como la otra vez?
no, en un cachito lo tenía listo
ja ja, no te creo mamón
¿por qué no?
porque sé que sos un inútil
veremos
y por qué no lo haces volar
porque estoy pensando un nombre
para qué un nombre
para ponerle un nombre
ni que fuera un perro
y el tuyo como se llama
no sé, solo los maracos le ponen nombre a sus voladores
bueno, entonces soy un maraco
y qué nombre le vas a poner
no se me ocurre ninguno
que tal rosita
¿por qué rosita?
no que eras maraco?
...
jaja, dale maricón, los hagamos volar de una vez
esperá un rato, quiero ponerle un nombre
para qué mierda le vas a poner un nombre
no se, porque me da la gana
bueno, jodete
bueno.

y no se me ocurría ningún nombre que no suene marica, talvez el otro tenía razón con eso de los nombres. todos los nombres machos eran tan maricas como los nombres maricas. al final eran la misma mierda y sin bautizarlo me paro y el otro ya tenía su volador bien alto y largo el mío, casi sin correr y se levanta de una porque el viento estaba más fuerte a esa hora. mi volador se levantaba más y más y el del otro apenas y se tambaleaba, soltaba y tiraba la cuerda para que se eleve pero no pasaba nada, el mío seguía para arriba hasta que termino con todo el hilo y lo dejo alto, bien alto y lo miro al otro que peleaba porque su volador agarre un buen viento pero ni eso le salía y se le viene el volador abajo y puteaba y yo me reía. entonces lo intenta levantar de nuevo y esta vez se le va bien arriba, casi a la misma altura que el mío, que ese rato ya era un punto de lo alto que estaba, casi no lo podía ver. en eso se le rompe el hilo al volador del otro y se le va a la mierda, por la quebrada y se cae por donde estaban unos árboles, y el otro seguía puteando por el volador que se le había ido y yo empiezo a tirar de vuelta el mío porque no vaya a ser que se me rompa y se pierda como el del otro que intentaba bajar por ese lado del cerro pero no podía porque de ese lado estaba el barranco, y seguía puetando y tirando piedras y yo ya tenía mi volador, el campeón de la tarde, el campeón de la historia, me sentía enorme, el más grande, mucho mejor que cuando el diablo le hizo el gol de cañito a taffarel, mucho mejor que cualquier día de mi vida. entonces me acerco al otro que seguía tirando piedras y le digo que qué tal mi volador, y me río en su cara, qué tal mi volador rosita.
era mi venganza, la única posible, no sentía pena, ahora era mi turno, que se las aguante por hecho el bueno. y miro para donde se había ido su volador y le estaba por decir que no sea llorón que deje de putear si total lo podíamos ir a buscar, cuando siento un calor en el ojo y veo puntitos amarillos por todas partes y luego una patada en media raya del culo que casi me sube el cóccix al cogote y tiro mi volador a un lado y lanzo una patada que el otro esquiva y piso mal y me caigo, entonces me da otra patada, esta vez en la espalda y me caigo de jeta raspándome el brazo, intento levantarme y otra patada y le grito: maraco dejá que me levante por lo menos. ya sentía que el ojo se me cerraba y en eso me levanto y me miro el codo raspado y me toco el ojo y salto con plantazo al pecho y sopapo en la oreja, le pego el plantazo y se cae de culo, sigo con impulso y le trato de pegar una patada en la jeta que esquiva poniendo la canilla y le cae tremendo puntazo que hasta me duele a mí, me deja medio rengo por el dolor en el dedo gordo y se me rompe la ojota de goma de camión, seguro que la patada le duele más a él porque pega un grito y dice que ahora me va a matar y me acerco de nuevo y mientras el otro se intentaba levantar lo agarro de los pelos y le pongo tremendo warakazo en la nariz que salta en sangre ese rato y me paro a dos paso emulando saltitos de boxeador. para qué, el otro se pone como loco y me tira una piedra que me da en la panza, me doblo del dolor y ya lo tenía encima de nuevo y me llovían los golpes. me cubro la cabeza porque estaba medio agachado y no podía levantarme hasta que no se si le digo basta basta o se da cuenta que no podía respirar bien porque la piedra me había dado en la boca del estómago. y me siento para tratar de respirar un poco y el otro escupía sangre y se limpiaba la nariz y me decía eso es lo que te pasa por joderme, vos tienes la culpa por empezar, y yo no podía hablar porque el aire no me volvía al cuerpo y quería decirle que se meta su volador al culo, que era un hijo de puta por tirarme la piedra y no me salía palabra alguna y lo único que me sale ese rato en un andt al mird con el aire que trataba de aspirar. y el otro se da la vuelta y agarra mi volador y me dice mirá lo que hago con tu volador de maraco y lo comienza a pisar y a patear hasta romperlo. el aire me vuelve de golpe y me trato de levantar para sacarle la mierda, tirarle una piedra, cualquier cosa, pero el dolor de panza no me dejaba y a lo único que atino es a sentarme y llorar mientras el otro se iba rengueando cerro abajo. llorar como siempre, y lloro como un maraco, yo era un maraco, era un pelotudo, pero eso no me daba rabia, me daba rabia el volador cuando lo levanto del suelo y me doy cuenta que ya no servía para nada, que sólo lo había hecho volar dos veces y me siento de nuevo en la punta del cerro y comienzo a llorar de nuevo hasta que se hace casi de noche y las lucecitas naranjas se prendían de a poco por el centro y me doy cuenta que el ojo lo tenía todo cerrado y duro y bajo con el volador hecho mierda hasta la mitad del cerro y lo tiro entre unos churkis y me voy hasta mi casa caminando lentito porque me dolían el dedo gordo y la panza.
en mi casa no podía trepar la ventana por el dolor de panza, así que me siento un rato y me lavo la cara, los brazos y los pies con el agua del plato del perro que saltaba a mi lado pero yo no le hacía caso y me quedo sentado en la puerta hasta que llega mi hermana y me pregunta que qué hago ahí sentado en lo oscuro, le digo que nada, y se me acerca y me mira el ojo y me dice pelotudo de mierda, qué te has hecho en el ojo, le digo que nada, me dice cómo que nada si lo tienes hinchado, le digo que me había peleado con un chango en la cancha y que me había pegado y me pregunta si por lo menos yo le había dado algún puñetazo, le digo que una patada en la canilla, y se ríe y me dice que eso es de maracos, que los hombres se pelean a puñetes. y yo me largo a llorar de nuevo y ella me dice que no llore, que era broma, que entremos que ella me va a curar. entonces se trepa por al ventana y me abre la puerta. va a la cocina y busca algo en la heladera, dice que no hay carne, tampoco hielo pero que podía raspar algo de la nevera y lo pone en una bolsa y me la pasa para que me la ponga un rato en el ojo. me pongo el hielo y ella me pregunta por el pan porque tiene hambre, le digo que no había comprado el pan porque había perdido el peso en la cancha, y se ríe y me dice que seguro aparte de sacarme la mierda me habían quitado la plata. yo no digo nada y me saco la bolsa con hielo raspado de la cara y el ojo estaba menos hinchado pero un tanto morado. ella me dice que si la mamá te ve así encima del ojo morado te va a dejar el culo morado por la paliza. y es que seguro mi vieja estaba cansada de las peleas porque siempre que volvía a mi casa machucado me pegaba un par de wascazos (relativamente suaves, porque seguro se apiadaba de mi condición) y me castigaba y mi hermana también ligaba una puteada, aunque mi vieja siempre estaba puteando. no la culpo, tenía un trabajo de mierda, ganaba dos mangos en el registro civil por pasar partidas de nacimiento, matrimonio, defunción, etc. de hacía mil años al archivo computarizado que ella decía que no servía para nada porque era al pedo tanta tecnología que nadie sabía utilizar. no tenía horarios fijos, en la mañana sí, pero en la tarde salía a eso de las tres y a veces volvía a las ocho o nueve, otras a la media noche y se tenía que venir caminando del centro porque los trufis pasaban hasta las nueve o diez y la plata no le alcanzaba para el taxi. tenía todo el derecho de llegar a mi casa puteando a todos, por eso con mi hermana no decíamos nada, tampoco hacíamos nada como para mejorarle la vida. era más fácil aguantar la puteada callados.
y mi hermana me dice que tengo el ojo muy morado que mejor me pone un poco de maquillaje para esconderlo, si total después la saludas a la mamá desde la puerta del cuarto y como es de noche seguro ni se da cuenta, mañana si se va a dar cuenta en la mañana cuando te vayas al colegio pero por las mañanas no está tan enojada y seguro solo te putea y te castiga, pero no te va a pegar. era una buena estrategia, mi hermana siempre tenía buenas estrategias para zafar. entonces me pone el maquillaje con cuidado en el ojo y cuando termina me dice que casi ni se nota, me miro al espejo y era una mierda, una pelota grumosa de un color distinto al de mi cara, pero peor era nada y me encierro en mi cuarto y me tapo hasta las orejas con la frazada esperando a que mi vieja llegue tarde y no me pregunte nada.
llega al rato y escucho la puerta y que charla con mi hermana, le pregunta si ya habíamos tomado el té y mi hermana que sí, que ya lo habíamos tomado, entonces le dice que se vaya a fiar un litro de leche para hacer licuado, y mi hermana sale. en eso mi vieja me llama y me dice que le lleve mis cuadernos para que los revise y me hago el dormido y no respondo nada. abre la puerta de mi cuarto y prende la luz, me dice que si acaso estoy sordo que no la escucho cuando me llama, yo emito un par de ronquidos no muy exagerados para no delatar mi condición de despierto y en eso me saca la frazada de la cara y me mira el ojo, se da media vuelta y sale diciendo que ya está cansada de nuestras huevadas, que ya no aguanta más, que mejor nos vamos a vivir con mi viejo, que total a él le importamos un carajo y no nos da ni un peso y no tiene que soportar nuestras pelotudeces, y más y más puteadas y se va para el comedor, se sienta y escucho que prende un cigarrillo y sigue puteando, cada vez más fuerte hasta que llega mi hermana y mi vieja le dice traé la leche alcahueta de mierda, siempre cubriendo las huevadas que hace tu hermano, que crees que no me doy cuenta que le has pintado el ojo al pelotudo ese, no sirven para nada los dos, ya estoy harta, ya pueden hacer lo que les de la gana, ya no voy a decir nada, hagan lo que quieran, quieren quedarse a vivir aquí, quédense, quieren irse con hijo de puta de su padre, son libres, a ver si él los soporta. mi hermana se queda callada y entra en el cuarto. me dice ves pelotudo en lo que me meto por ayudarte, yo le quiero decir algo pero me largo a llorar, ella se sienta en mi cama y me dices que no llore, que está bien, que así es ella y la tenemos que aguantar nosotros también, me da un beso y se tira en la cama.
me quedo despierto casi toda la noche escuchando cómo mi vieja acomodaba macetas en el comedor y puteando medio bajo, pero no tanto como para que la escuchemos.
al otro día me despierto y eran como las nueve de la mañana, mi vieja no me había despertado para ir al colegio, mi hermana seguía dormida, le toco el hombro y me pregunta que qué hora es, le digo que como las diez y me dice qué mierda haces que no estas en el colegio, le digo que me había quedado dormido y nadie me había despertado, me dice bien por vos, dormite un rato más. pero no puedo y salgo un al patio, estaban todas las violetas afuera, seguro mi vieja se había pasado la noche regándolas y curándolas, sacándole las hojas muertas y lavando los platos, eran muchas violetas, como cien, a mi vieja le gustaban las violetas, creo que no tenía otras plantas, y las lavaba los sábados y sólo cuando renegaba mucho los días de semana. porque decía que eso la tranquilizaba; seguro por eso tenía tantas violetas, en un par de años había pasado de tener una docena, a dividirlas hasta una centena. yo detestaba las plantas, me hacían recuerdo a los gritos de mi vieja. pero esa mañana me había quedado mirando las violetas que estaban en la sombra porque como eran violetas africanas si las ponían en el sol se morían, sólo las de los alpes aguantaban bien afuera, pero de esas tenía unas cuantas.
después me voy a ver un poco de tele, pero no había nada bueno, los seis canales locales de televisión sumados al canal peruano que era de cable pero que por alguna extraña razón captaba nuestra tele, a la mañana eran una mierda, tal vez por eso mi hermana se quedaba durmiendo. entonces saco un par de cuadernos y los trato de llenar con todo lo que me faltaba, unos dibujos de animalitos y cerros, algunas divisiones de tres cifras, completar oraciones y nada más, ya no tenía nada mejor que hacer y me pongo a revisar los libros de la biblioteca que era lo único que quedaba de mi abuelo, cada vez eran menos porque de cuando en cuando vendíamos algunos libros porque nadie los leía, creo que eran novelas policiales, libros de política y cosas así, sólo se quedaban los libros que eran de mi hermana para el colegio porque seguro me iban a servir a mí, un par de diccionarios, unas biblias, y una colección de libros verdes con un montón de fotos de la flora y fauna del mundo, esos eran los únicos que me gustaban, los ojeaba de vez en cuando, las tardes que no tenía nada mejor que hacer, pero luego de un rato me aburrían.
antes medio día empiezo a meter los platos y las violetas del patio, porque seguro lo iba a hacer cuando volviera mi vieja del trabajo, entonces iba acomodando las macetas en sus lugares, ya me los sabía casi de memoria, hacía el mismo trabajo todos los sábados, la disposición de las macetas se hacía de acuerdo a la cantidad de sol que podían recibir dentro de la casa, habían nueve maceteros que tenían trece anillos para los platos y las macetas, no era difícil saber dónde iban las que tenían flores, las que no tenían flores y las que recién habían sido divididas. luego de un rato termino de acomodarlas todas y me paro a ver cómo habían quedado y parecía que estaba todo en orden, luego me voy a ver un poco de televisión y a cambiarme de ropa. el dedo ya no me dolía casi nada, pero al sacarme la polera me veo la mancha azulada justo en la boca del estómago, no me dolía mucho, pero era una mancha grandota y por una rato me da miedo que se me hayan roto las tripas o algo así y me acuerdo del otro pelotudo, ojalá tenga el tabique roto, le había puesto un buen puñetazo en medio de la nariz, uno de los mejores golpes que di en mi vida. sino el mejor.
el ojo seguía hinchado y con algo de maquillaje, me lavo la cara y está de todos colores, azul, rojo, morado, amarillo, negro: el arcoiris del perdedor, una vez más. era el tercer o cuarto ojo morado del año, casi un récord. tampoco era que me la pasaba peleando con todo el mundo, sólo que siempre que me trenzaba a los lapos salía peor que el otro, algunos golpes lograba conectar pero casi nunca bien dados y por cada golpe que daba recibía tres o cuatro, me parece que el problema radicaba en mi falta de tacto camorrero a la hora de elegir a mis contrincantes, que si bien no eran más grandes sí eran más rápidos y tenían a su favor que yo nunca los había visto pelear, y pensaba que eran tan boludos como yo y que la riña sería justa. pero no, siempre me sacaban la mierda. luego de un tiempo ya no buscaba pelea con nadie, prefería la vía pacífica del escape y que me digan que era un maraco, era mejor que tragarse una semana con el ojo cambiando de colores y las puteadas de mi vieja.
cuando ella vuelve del trabajo abre la puerta y me ve sentado en la mesa del comedor con otra bolsa de hielo raspado sobre el ojo, había comprado pollo al espiedo y otras cosas más seguro porque le habían pagado el sueldo, no me dice nada y se va para la cocina a dejar las bolsas, luego vuelve y me dice que quién ha acomodado las plantas, le digo que yo, y me dice que están mal y se pone a mover unas cuantas macetas hasta que todo queda como debía quedar, a mí me parecía que estaba igual. luego se sienta a mi lado y me dice que le muestre el ojo, me saco la bolsa y se lo muestro, me dice que el hielo ya es al pedo, que no está muy hinchado, que mejor no me lo toque, luego me pregunta que con quién he peleado ahora, que tengo que tener cuidado, que no es nomás de pelearse porque me pueden lastimar, como esa vez que casi me arrancan el ojo con un palo lanzado como jabalina que por poco y no me deja tuerto. le digo que ya se, pero que yo no soy el que busca la pelea, que lo único que hago es defenderme, y me dice que está bien, que sea la última vez, aunque lo dice sin esperanza alguna; lo dice sin gritar y me da un beso. lo de siempre, al otro día de las puteadas todos hacíamos como que nada había pasado, era lo mejor para todos. lo sabíamos los tres aunque nunca lo decíamos.
mi hermana ya estaba con el uniforme del colegio y se sienta a la mesa y se ríe de mi cara, luego mi vieja sale de la cocina con los platos y me dice que le pase su cartera para que me de plata para comprar una cocacola (los días que mi vieja cobraba el sueldo eran los días de cocacola y pollo al espiedo, una tradición familiar) me da la plata y me dice que vaya a la tienda y que además le compre puchos y le diga a la doña que en la noche le íbamos a cancelar la cuenta.
salgo y voy a la tienda que estaba dos cuadras abajo, compro las cosas y vuelvo hacia mi casa y en la esquina lo encuentro al pelotudo que bajaba con una bolsa para pan y me cruzo de vereda haciéndome el gil y el otro, medio rengo todavía, también se cruza de vereda y se me para al frente.

permiso, por favor
permiso las pelotas
tengo que llevar esto a mi vieja, por tu culpa seguro ahora estoy castigado
¿por mi culpa?
sí, por tu culpa, pelotudo
y por tu culpa ahora estoy rengo
y eso a mi qué mierda me importa
bueno, bueno, perdón
qué perdón ni qué mierda
tampoco es pa tanto, vos el ojo, yo la pata, estamos a mano
un carajo a mano
también me duele la nariz
me vale pija
bueno, te estoy pidiendo perdón
no me sirve eso, me importa un carajo el ojo
¿entonces?
el volador
ja ja, que pelotudo, ¿el volador?
sí, el puto volador
te hago otro
no quiero otro
¿tons?
quiero que te vayas a la mierda
ja ja, tas enojado ¿no?
toy cabreado
uhuhuhuh
bueno, basta, me voy
perdoname primero, luego te vas
no me jodas, permiso
si no ¿qué?
sino te dejo rengo de la otra pata
y yo te dejo ciego del otro ojo
ja
ves que te ríes
no me río
tons
sos un pelotudo
vos también
vamos a la quebrada en la tarde
no se si pueda
¿por?
seguro me dejan encerrado
y te sales por la ventana
no tengo ganas de ir a la quebrada
¿y al vicio?
no tengo plata
matale el cambio a tu vieja
se va a dar cuenta
bah, unas monedas nomás, yo tengo un poco de plata
no quiero ir al vicio
no al de don rafo, vamos al del juancho
a jugar qué, ¿rambo de nuevo?
no, vamos a jugar contra
es muy jodido
ya me sé el truco para las treinta vidas
mamón
en serio
...
si con tres llegamos a la tercer cancha con treinta pasamos la final
bueno, pero no se si puedo sacar plata
no importa, yo le pido a mi viejo, ha vuelto de la paz
bueno, yo te voy a buscar
bueno, nos vemos
chau puto cojo
chau maraco tuerto.

vuelvo a mi casa con los puchos y la cocacola, comemos el pollo y mi vieja está de buen humor, no habla de su trabajo. nos dice que si le sobra plata a la noche vamos a comer unas hamburguesas, y que va a comenzar a vender algunas plantas, que por cada una le pueden dar hasta treinta pesos, pero sólo las con flor, las otras no las piensa vender todavía, así junta algo de plata porque quiere pagar los meses que debe del teléfono que lo tenemos cortado hace tiempo, y que quiere comprar pintura para que pintemos la casa, que le han dicho que hay una pintura en polvo que es más barata, después va a comprar pintura para las puertas y la reja, que esa es más cara porque es pintura al aceite. mi vieja cuando estaba de buen humor hablaba de todas las cosas que podíamos comprar con la plata que en algún rato íbamos a tener: cuando consiga otro trabajo, cuando venda las plantas, cuando mi viejo pague la pensión, que no pagaba hacía meses y después decía que si ese mes no pagaba ella lo iba a ir a buscar con la orden del juez y un policía para que lo metan preso por irresponsable.
terminamos eructando el pollo y mi hermana se va al colegio y mi vieja se va a dormir y me dice que la despierte a las dos y media. busco en su cartera y le saco dos cigarros y unas monedas, las suficientes para que no se de cuenta y me voy a jugar con el perro al patio, el perro no me daba bola porque estaba mordiendo los huesos del pollo. tomo el último vaso de cocacola y me siento a mirar las fotos de los libros. a las dos y media toco la puerta del cuarto de mi vieja, ella se levanta, se cambia y se va. las mismas recomendaciones de todas las tardes y cierra la puerta de calle y pone candado a la reja.
un rato después salgo por la ventana y trepo la reja, voy al frente toco el timbre, sale el otro y me dice que espere, le digo que saque fósforos, dice bueno y sale después de un rato. le digo que tengo dos cigarros y que los vayamos a fumar al cerro, me dice que le duele la pata y que no quiere subir, que mejor vamos para la quebrada y nos sentemos en las piedras. esa parte de la quebrada era a la entrada nomás, justo bajando de la parada de micros, habían un par de piedras grandes bajo un churki que hacía como de techo, a veces nos sentábamos ahí a pasar el rato o a tirarle piedras a las botellas que estaban botadas por ahí hasta que nos dolían los brazos y nos echábamos de nuevo en las piedras.
saco los puchos del bolsillo, le paso uno, prendo el mío y fumo como me había enseñado mi hermana, tragando el humo y tirándolo después, el otro sólo pitaba porque no sabía fumar bien, y cada vez que lo intentaba se atoraba y tiraba el pucho a la mierda, yo no le decía nada porque a mí también me pasaba lo mismo de vez en cuando, sólo si la billa era larga, si las hacía cortas no me atoraba, además porque mi hermana siempre me invitaba una billita cuando ella estaba fumando en la casa, talvez porque si mi vieja nos pillaba la puteada no iba a ser sólo para ella. pero sólo una billita porque me decía que yo era muy chiqui todavía. el otro no tenía hermana mayor que le enseñe a fumar, sólo el hermano que estaba en el colegio militar y además era un hijo de puta con nosotros las pocas veces que volvía a tarija.
termino de fumar mi pucho y me sentía mareado, eso era lo bueno de fumarme un cigarro entero de vez en cuando, me dejaba así, como drogado, aunque sólo por un rato, luego se me pasaba. no era como con el klosidol de frambuesa que nos daba mi viejo junto con un montón de medicamentos más. porque el tipo era visitador médico y si bien era cierto que de vez en cuando depositaba la pensión, nunca faltaban las muestras médicas en mi casa, mi vieja puteaba por eso, porque decía que teníamos más remedios que una puta farmacia, pero no teníamos un peso, y cada vez que mi hermana le iba a pedir a mi viejo la plata de la pensión volvía con una bolsa llena de medicamentos, la mayoría se vencían o mi vieja los ponía en el cajón con llave, de vez en cuando sacaba algo para darnos, pero no mucho porque no nos enfermábamos casi nunca, resfríos y dolores de muela eran lo común, y todo parecía solucionarse con el klosidol sabor a frambuesa, que con unas cuantas gotas te calmaba el dolor, pero era tan rico que yo sacaba un frasquito en las tardes y lo tomaba por gotas, varias gotas y era como la gelatina, después me ponía a ver televisión y me sentía bien, luego guardaba lo que quedaba del frasquito en el cajón de los remedios que se abría y cerraba fácil con un cuchillo y me tiraba a dormir.
el otro deja su cigarro a medias y me dice que vamos de una vez al vicio, le digo que espere un rato que todavía sigo mareado, me dice que bueno. esperamos un rato y vamos subiendo de vuelta al barrio.

¿cómo es el truco?
qué truco
el de contra pues
ahh, era fácil
quien te lo ha dicho
el ciego
y el ciego qué sabe
parece que sabe
yo no le creo nada al ciego
yo tampoco, pero parece que éste es verdad
y cómo sabes vos
porque el ciego me ha mostrado una revista
y dónde lo has visto al ciego, hace rato que no sale
sigue castigado
¿por lo de la tierra?
supongo
lo he visto en el micro al volver del colegio
y qué te ha dicho
que ahora como su viejo está sin trabajo se queda toda la tarde en su casa
¿y...?
y que no se puede escapar
pero yo digo del juego, pelotudo
ahh... me ha mostrado el truco que estaba en una revista
¿y lo tienes anotado?
no, si es fácil
cómo es
en el vicio te digo
¿tienes plata?
dos pesos ¿vos?
setenta centavos ¿cuánto cuesta la hora?
uno cincuenta
no nos alcanza, mejor vamos donde don rafo
es una cagada jugar con ficha
pero para la hora no nos alcanza
yo le digo al juancho que nos fíe los treinta centavos
acaso lo conoces
siempre íbamos con el ciego
ah...

el vicio de don rafo a mí me parecía mejor, por varias razones. primero porque nunca iba nadie, creo que los clientes habituales éramos nosotros dos y otro chango que le decían vicio porque se sabía todas las mañas de las pocas máquinas que tenía don rafo: the king of fighters (la primera versión, insuperable), mortal kombat I y II, cadillacs y dinosaurios (el mejor juego concebido por la mente humana), street fighter II (la versión trucada que era una mierda, porque los poderes cubrían toda la pantalla y sacando un hadouken liquidabas al otro en un segundo, o bien con cualquier poder), fatal fury I, uno de autos que nadie jugaba, uno de básquet callejero donde los tipos se liquidaban a golpes y el teken I (la máquina más moderna). don rafo tenía sólo esas máquinas porque un par de años antes el tipo era dueño de uno de los vicios más prestigiosos del centro, todo el mundo iba a casa marte o al vicio de don rafo, los otros vicios eran una porquería. yo no iba mucho al vicio esos años, pero escuchaba hablar a los changos más grandes que decían que el vicio de don rafo era mejor que casa marte. hasta un día que llovía como la puta madre y el vicio de don rafo se viene abajo porque la construcción era vieja, adentro habían no sé cuántos llokallas, algunos jugando, otros metidos ahí para no mojarse y se les viene encima el techo: a la mierda la gente, a la mierda las máquinas, a la mierda el vicio. decían que se habían muerto dos changos o talvez eran exageraciones, pero don rafo por pagar la hospitalización de varios se queda sin un mango y con unas cuantas máquinas que las lleva a su casa que estaba cerca de mi barrio, y a donde nadie iba seguro porque pensaban que el vicio se podía venir debajo de nuevo, pero eran huevadas. sólo las viejas hijas de puta decían eso cuando pasaban por ahí en el micro, decían que era castigo de sanroquito a ese hombre malo que no escarmienta y que les fomenta a los chicos el vicio. viejas de mierda, me daban ganas de gritarles y escupirles en la cara, me cago en su sanroque, ustedes no lo conocen a don rafo, viejas putas ojalá se les caiga la casa a ustedes. pero no decía nada, y a la tarde me iba con el otro a tocarle la puerta a don rafo que nos abría y sacaba dos pedacitos de cartulina y decía sus tarjetas muchachos, tienen que marcar tarjeta, miren que vienen tarde y se reía, era un gran tipo don rafo, siempre bromeaba, aunque uno sabía que andaba triste, se le notaba en la cara. y nosotros le comprábamos un par de fichas y jugábamos un rato, se nos acababan las fichas y le tocábamos la puerta de la cocina que conectaba con el cuartito donde estaban las máquinas y le decíamos chau don rafo, nos vemos mañana, y el decía: pero no se vayan, qué quieren jugar chicos, y siempre dejábamos el cadillacs para rematar y don rafo abría la caja y nos regalaba dos fichas a cada uno. después nos íbamos sin decir nada, sin avisarle que nos íbamos, porque seguro nos invitaba otras dos fichas más y otras dos fichas más y otras dos fichas más sólo para que nos quedemos a jugar toda la tarde, sólo para que él pueda escuchar los ruidos de las máquinas, para vernos felices con dolor de muñecas, con las ansias de reventar a alguien saciadas; o seguro porque no quería vender esas últimas máquinas, porque no tenía más clientes que nosotros y alguno que otro que entraba muy de vez en cuando y veía esos juegos viejos, las máquinas medio destartaladas y se salía a buscar otro vicio más nuevo, que tenga play station. el neo geo ya no era lo mejor, pero nosotros éramos una especie de puristas del vicio: la sencillez del reflejo contra la máquina.
el vicio de juancho era más moderno, no sé cuánto, tenía máquinas modificadas para nintendo, super nintendo y play station, casi siempre estaba lleno, tenía sillas y televisores grandes, te cronometraban la hora, les importaba un carajo si te faltaba una cancha para pasar la final, te cortaban como si nada el juego si no tenías más plata, creo que por eso no me gustaba mucho. pero al otro le daba igual. además quedaba más lejos y teníamos que caminar dos barrios para llegar. caemos y estaba casi vacío, pedimos hora y nos sentamos. me dice dosarribadosabajoizquierdaderechaizquierdaderechabeabeaselectstart en el mando uno y listo, treinta vidas para cada uno. jugamos durante la hora, pasamos la final que era una cagada, al final dos helicópteros se van de la isla y todo revienta en mil pedazos, aliens y todo. después nos vamos debiéndole treinta centavos al chango que nos arma un quilombo por los putos treinta centavos, el otro le deja su gorra en prenda y le dice que volvemos a pagar mañana, nos dice que bueno. yo no pensaba volver una mierda, el otro me parece que tampoco, total la gorra era del ciego. que la busque él me dice.

vamos a mi casa
a qué
a tomar té
mejor me voy a mi casa
¿por?
por tu mamá
no te va a decir nada
y si me pregunta lo del ojo
le dices cualquier cosa
igual no quiero
está mi viejo, no hay problema
igual no quiero
bueno, como sea
y qué hace tu viejo aquí
no se
acaso no venía solo a fin de año
ahora creo que no trabaja más en ENTEL
por
no se bien, por la privatación creo
qué es la privatación
no tengo idea, pero parece que han despedido a muchos
como es eso
no sé algo así estaba diciendo mi viejo ayer
...
y que era culpa de los pelotudos que habían votado por goni
...
nos vemos mañana?
mañana no puedo
¿por?
voy al colegio en la tarde
ah... es jueves
si
entonces el viernes
bueno
nos vemos.

había sido un buen día, vuelvo a mi casa y trepo la reja y la ventana, veo un poco de tele hasta que llega mi hermana junto con mi vieja, traen hamburguesas, comemos hamburguesas sin decir nada. después nos vamos a dormir. luego los mismos días de mierda por un buen tiempo. no eran tan malos, pero tampoco buenos. eran días de mierda.
él no tenía ganas de hacer voladores. yo me seguía chupando el dedo porque la sangre no paraba. el otro ahora masticaba una espina y miraba para arriba, para las nubes y no decía nada, yo tampoco. eran tranquilas las tardes en el cerro, casi nunca subía gente y si alguien subía nosotros bajábamos, porque no era lo mismo con más gente alrededor.

¿cómo será?
qué
vivir en el centro
¿nunca has vivido en el centro?
creo que no
es mejor vivir aquí
¿vos vivías en el centro?
cuando era más chiquito
dónde
en un departamento
¿y cómo era?
...
¿y tu gato?
se ha muerto
¿le han dado bocado?
no sé, pero se ha muerto
¿cuando?
hace como una semana
¿no lo ha matado tu mamá?
no se, puede ser, no le gustaba el gato, decía que era ladrón
¿cómo se llamaba?
no tenía nombre
...
nadie lo quería al pobre, solo yo
porque era feo y sarnoso
sarnoso tu culo, huevón
¿y lo han matado porque era ladrón?
no era ladrón
¿entonces?
a mi mamá no le gustaba
¿y cómo se ha muerto?
yo he vuelto del colegio y el gato estaba tieso debajo de mi cama
olía feo?
no, parece que recién se había muerto, todavía estaba medio caliente
y qué has hecho
nada, sacarlo de ahí
¿y sabías que estaba muerto?
si, porque tenía la boquita medio abierta un ojo cerrado y no respiraba
¿y tu mamá?
se hacía la boluda y me decía que lo tire a la basura
y lo has tirado a la basura
no
entonces
lo he guardado en mi mochila
¿y no se ha dado cuenta tu mamá?
no creo, no me ha dicho nada luego
¿y todavía tienes el gato en la mochila?
no seas cojudo, cómo voy a tener el gato en la mochila
dónde mierda lo has puesto entonces
lo he enterrado pues pelotudo, no me lo voy a comer
y donde lo has enterrado, pelotudo
en la quebrada pues huevón, donde más
yo que se, en tu culo, maricón de mierda
...
...
¿qué hacemos?
no sé, ¿dónde lo has enterrado al gato?
por la quebrada
¿por qué lado?
por ahí, por donde están las piedras
...
ahora quería hacerle una cruz
podemos ir más de un rato
puede ser
...
...
vamos bajando
a dónde
no sé, para abajo
¿por donde tu gato?
sí, también, vamos para el basurero a romper botellas
vamos.

entonces bajamos el cerro, él casi se cae y yo casi me río de su culo magullado que nunca ocurrió. abajo del cerro y no muy lejos está una de las bocas de la quebrada, la quebrada que nunca, o casi nunca, trae agua (sólo cuando llueve como la puta madre), y en ese tiempo traía puros perros muertos, o seguro los perros muertos ya estaban ahí sin que los traiga la quebrada, porque la municipalidad había comenzado una campaña de eliminación de perros vagabundos en la ciudad y sus alrededores, y como el nuestro era una alrededor, a todos los perros que mataban los iban a tirar a la quebrada detrás del barrio. total, seguro a nadie le molestaba demasiado porque casi nadie caminaba por ahí; sólo algunas mujeres que iban con sus burros cargados de tierra de hormiga o abono de oveja para vender a las casas más prósperas que estaban del otro lado de la quebrada; o algunos tipos que llevaban a sus chivos a pastar los churkis de la falda del cerro; esos eran los únicos que pasaban por ahí, y a nadie parecía molestarle el olor que tiraban los varios cadáveres de perros en la quebrada. todos pasaban y nada más.

mirá el perro ese
qué tiene
está hinchado
sí, y
que mirale los ojos
qué tienen
como qué tienen
qué tienen sus ojos
miralos bien
no quiero
¿por qué?
porque no quiero
acercate, miralos bien, vení, miralos bien
hay muchas moscas
por eso, vení
no quiero
maricón
no me jodas
maricón
no me jodas
maricón
bueno, ya, qué mierda tienen sus ojos
miralos
no tienen nada
si que tienen, miralos
no tienen nada, vamos
marica. pasame ese palo
cuál palo
ese de ahí
¿este?
sí, ese
tomá
mirá esto, mirá cómo le saco el ojo
¿para qué le sacas el ojo al pobre perro? ya está muerto, no lo jodas
para sacárselo nomás
no se lo saques
mirá su ojo
qué tiene
miralo.
no quiero
miralo maricón
no quiero
bueno, pero miralo
qué mierda tiene su ojo
imaginate todo lo que ha visto el ojo este
y a mí que mierda me importa
sos un pelotudo, imaginate la vida del perro este
no puedo
porque sos un pelotudo y un maricón encima
...
imaginate ahora su vida
no quiero
no seas maricón
no soy maricón, no quiero imaginarme la vida del perro este
y por qué no
porque ya está muerto
y eso qué
¿acaso no te da pena?
no
claro, porque no era tu perro
puede ser
pero imaginate si habría sido tu perro, ¿no te daría pena?
no
¿por qué?
porque los perros se mueren siempre
y eso qué
que si a uno le da pena por cada perro que se muere está jodido
...
bueno, entonces vamos.

después habían más perros hinchados, otros no tanto, pero algunos perros en el camino: casi todos muertos, y los que no estaban muertos nos ladraban. nosotros les tirábamos piedras para que se vayan a la mierda. algunos se iban. otros se quedaban.
la quebrada seca tenía en el suelo rajaduras que sonaban como galletas al pisarlas. la tierra mezclada con la greda y toda seca crujiendo ante los pasos de cualquiera. la tierra sonando ante nuestras pisadas y los árboles de los lados de la quebrada sonando como un río de agua limpia que nuca llegaba. los árboles a los costados de la quebrada que eran en su mayoría churkis y molles y que sonaban a ningún lugar, a muchos lugares. en ese momento ese lugar que no era ningún lugar. luego fue muchos lugares. luego. damos toda la vuelta y llegamos a las piedras, me muestra dónde había enterrado a su gato y buscamos unos palitos para hacerle una cruz.

para qué le has puesto las piedras encima
para que no desentierren los perros de mierda
ah...
pasame esa bolsa de náilon
para qué
para amarrar los palos
mejor esta otra bolsa
bueno, cualquiera
y si le hacemos una corona
con qué
doblamos unas ramas de churki
bueno
y les podemos poner unos pedacitos de bolsa
también
y si le hacemos como una lápida
esa la hago yo, vos hacé la corona
bueno

nos sentamos para hacer la corona y la lápida, la corona me sale linda, con bolsitas de náilon de todos colores, rosadas, azules, negras, blancas, había doblado unas ramas de churki y en las espinas ensartaba los pedacitos de bolsa. de lejos seguro parecía una corona de esas de plástico. el otro se pierde un rato y vuelve pujando con una piedra plana y medio grande, me dice que está buena la corona y se pone a dibujar en la piedra con otra piedra más chica mientras me hablaba de su gato, de su vieja, del ciego, y siempre nos reíamos del ciego que aunque era el más grande de los tres (tenía doce, el otro once y yo diez) era el más pelotudo de los tres, y a veces lo extrañábamos, porque ahora iba al colegio en la tarde, lo habían cambiado de nuevo y ya no lo veíamos seguido, sólo los fines de semana, pero no era lo mismo. y termina de dibujar en la piedra y era el retrato de su gato, como él lo había visto: muerto, debajo de su cama, con la boquita medio abierta y un ojo cerrado, y me lo muestra y era lindo el dibujo, era lindo su gato sarnoso y ladrón. luego le ayudo a poner la piedra en su lugar, la cruz en su lugar y la corona en su lugar, nos sentamos un rato a mirar la tumba del gato y nos vamos sin decir nada.
después los meses que siguen casi no lo veía, también lo habían cambiado de colegio y los fines de semana casi no salía, porque se iba de viaje con su papá a arreglar las antenas de las repetidoras por la cuesta o a cualquier otro lado, al ciego lo veía poco, porque creo que a su familia le habían rematado la casa y se habían ido a vivir a dónde sus abuelos que vivían en la otra punta, de vez en cuando venía a jugar fútbol los fines de semana con los otros changos más grandes que se juntaban los sábados para ir a la pampa al otro lado de la quebrada a pelotear un rato. ahí lo veía al ciego, al otro a veces, cuando no viajaba.
después en noviembre para el día de los muertos que era feriado me va a buscar y me dice que vayamos un rato al cerro, le digo que bueno y me dice que saque un cuchillo. saco el cuchillo y vamos a la quebrada, no vamos al cerro, ahí me acuerdo de su gato, de la tumba, de la lápida. y el otro que llevaba una bolsa negra con cosas adentro, me contaba de los viajes con su papá, que eran lindos los lugares, que casi se vuelcan no sé cuántas veces subiendo la cuesta, y un montón de huevadas más, yo no tenía nada para contarle. llegamos hasta la tumba y ya no quedaba casi nada, ni la cruz ni la corona. estaba la lápida medio enterrada y se le había borrado el dibujo. nos sentamos al frente y el otro saca un gatito hecho de masa de la bolsa, unos caramelos, un tarrito de plástico que llena con agua de una botellita y lo pone todo sobre la tumba, acomoda la lápida y le dibuja otro gato, un gato vivo y con cara de pelotudo, sonriendo. le sale feo. luego me dice que le pase el cuchillo, saca dos naranjas de la bolsa y las corta por la mitad, me da una mitad y saca una bolsita más chica con sal, le pone sal a la naranja y me la pasa. nos quedamos chupando las naranjas con sal frente a la tumba del gato. yo no creía esa de que los muertos vuelven a comer las cosas a la noche, me parecía medio pelotudo. o tal vez me daba tristeza el pensar que las almas vuelven, pero no le decía nada al otro que seguía chupando su naranja con sal sin decir nada. terminamos las naranjas más dulces que he probado en mi vida y le digo que qué tal si vamos a buscar unas botellas para hacer puntería, me dice que bueno.
y nos pasamos la tarde entera rompiendo botellas sin decir nada.
rodrigo españa

viernes, 3 de abril de 2009

Apuntes sobre la infancia

I

No soy un hijo de la democracia. Soy un hijo del mundial. Nací en septiembre del 78’ y en eso debe haber alguna connotación, no lo sé, tal vez estoy en la vida para distraer sobre hechos de verdadera importancia. En las inferiores mi entrenador me pasó de la gloria del delantero al oficio del volante. Eso debería hablar en terapia para explicar por qué faltándome cuatro materias para recibirme abandoné la universidad. El fútbol como la vida misma.

II

El primer recuerdo que tengo de partir es el que me contó mi hermano: estábamos en el patio, sentados, todo un día para ver despegar los aviones que iban hacía el sur.

III

Hay algo que no sé si es el recuerdo mismo como acción o el recuerdo recurrente: estoy encerrado en una habitación sin saber como abrir la puerta; mis padres, del otro lado, gritándome las instrucciones para correr el pestillo.

IV

Un tarde mi hermano cayó con tanta mala leche que golpeo con una botella y le cortó la rodilla (tal vez esto sea un error de sintaxis, pero así le dijo la vieja a Lopecito) y tuvieron que hacerle cuatro puntos. La sangre es algo que corre y también se va.

V

El viejo después sacó de la pieza del fondo una bicicleta y me llamó, estuvimos todo el sábado trabajando en arreglarla, yo pasaba las herramientas (la llave francesa, el destornillador plano, la llave de dos pulgadas y media, la grasa). Ese domingo aprendí a andar en bici. Fue fácil. Nada que ver con el refrán de golpearse y levantarse: en la primera oportunidad no hay que bajarse ni dejarse caer. Algo que el General debió aprender después del 55’.

VI

En esa misma bicicleta me fumé mi primer pucho. Iba por santa fe y alguien tiró una colilla, frené, la levanté y le di unas pitadas. No hubo ritual de iniciación. Seguí pedaleando.

VII

Jugábamos en el pasaje, el tucumano me decía que yo entraba para molestar a quién tenga la pelota. Era un hijo de puta. Hice pelear al tucumano, al Veno , a Chiflifa y a mi hermano por eso de andar molestando. Tal vez sí vine a distraer sobre cosas más importantes.

VIII

Una vez crucé el pasaje con la bici sin poder frenar al mismo tiempo que venía un cocacolero. Otra vez fue en santa fe, lo mismo, no pude frenar y pase por la jeta de un 1114 de la línea 12. Frené al llegar al bar La floresta, bajé el tubo anaranjado y llamé: a la vieja le corría un liquido por las piernas y se ahogaba.

IX

Como todo niño que crece sobre una avenida hacía una vida de adulto: iba al bar a ver de afuera los partidos, los videos que el tocayo Abel pasaba los viernes a las nueve, me paraba en el kiosco de revistas y pedía prestado el diario, leía los deportes, también a comienzo de mes iba con el dinero que mi viejo me daba de la asignación familiar por hijo a comprar la Nipur y Dartagan y dejaba propina, y a las 11 me paraba en el carrito y me comía un vermú: tres empanadas fritas con un vaso de mirinda manzana.

X

Una vez que llegué muy tarde a casa le dije a mi vieja que me había quedado comiendo galletitas con el Veno en el pasaje. Sé que no fue así.

XI

Mi hermano juró vengarse de la perrera tras el envenenamiento de Cumbia. Traía todo los perros de la calle a casa, yo debía ayudarle a levantar la mierda del patio. Por ese tiempo habíamos conseguido un trabajo: éramos pintores de la herrería de Velázquez. Un trabajo fácil. Y si tardábamos un poco más hacíamos que nos inviten a merendar. Yerbeao con un sanguche de mortadela, dos fetas.

XII

El tiempo pasó y no hubo un hecho que se pudiera decir fuera bisagra para dejar todo eso atrás.

miércoles, 1 de abril de 2009