miércoles, 30 de julio de 2008


y después ocho días de huelga de hambre

lunes, 28 de julio de 2008

RESEÑAS DE LA SEMANA




ESTAS SON LAS RESEÑAS PUBLICADAS POR EL SEMANARIO CUARTO PODER.



Chinchulines con talento


Es actor, comediante, escritor, poeta, pintor y hasta diseñador de videojuegos. Pero acá vamos a hablar de su faceta como cineasta, porque Takeshi Kitano es uno de los pocos del que se puede decir que hace cine de autor en este momento. Basta con ver un par de minutos de cualquiera de sus películas para saber que se está ante una de sus obras. Y no por la trama, que generalmente tiene a mafiosos y policías como personajes principales, sino por una forma particular de contar esas historias.


Es rarísimo cómo construye el humor en sus películas. Es un humor armado en base a silencios, un humor inexpresivo, de acciones o frases que se producen en el lugar o momento inadecuado. Uno de los requisitos del humor es siempre la sorpresa, es colocar algo en un lugar que no le corresponde. Esto pasa también con los personajes, supuestos mafiosos que se la pasan la mitad del tiempo jugando, comportándose como niños, como si no formaran parte de una mafia sanguinaria o de una policía corrupta. Y después están los personajes que parecen todo el tiempo dopados, como zombies martelianos, que parecen haber perdido todo contacto con la realidad. Que el humor sea uno de los condimentos de sus films y que él haya formado parte de un dúo cómico en la televisión no tiene que engañar a nadie: sus películas dejan un sabor agridulce, por el ambiente nihilista en el que los personajes dan todo perdido de antemano. Hay fatalidad y desgracia. Hay una angustia existencial que recorre de punta a punta sus films. "Violent Cop" (1989), "Boiling Point" (1990) y "Sonatine" (1993), son claros ejemplos. En estas películas, la violencia se vuelve un espejo macabro que refleja la ira y locura de su sociedad. Y ese espejo es, por momentos, insoportable.


Hay otro rasgo estilístico del cual es necesario hablar. Las tomas largas, los pocos movimientos de cámara y los prolongados silencios son una marca insoslayable, que contribuye a crear un clima de desesperación, de monotonía y de absurdidad, del cual el espectador no puede escapar. El personaje que encarna Marcelo Mastroianni en 8 ½ de Fellini sentencia: “no tengo nada para decir, pero sé cómo decirlo”. Pero, a veces, es más importante tener algo para decir, aunque no se sepa cómo. Takeshi se hizo cargo de la dirección de una película por casualidad: el director se había enfermado y alguien tenía que terminarla. No había estudiado cine y no conocía muchas cosas: el resultado fue un trabajo totalmente original que ha merecido el aplauso de la crítica y de los cinéfilos. Desde entonces no ha parado de evolucionar y aprender.


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Poesía XXX


Fernando García publica, en 1998, El Jardín de los Nogales/ La calle Platería (editorial Atuel) poemario híbrido y bilingüe, en el que el sexo, el lenguaje despojado y por momentos escatológico son algunas de las principales características de gran parte de esta obra.
De García sólo sabemos que nació en Buenos Aires en 1967, que ha vivido en Barcelona entre 1980 y 1985, que es autor de otros 6 libros de poesía y que alguna vez pasó por Salta para dictar una conferencia.
En la contratapa del libro, hay una breve frase de Liliana Bellone, la salteña ganadora del Premio Casa de las Américas. “Siguiendo el mandato del entretejido de libros, la historia y el lenguaje, Fernando García modula los motivos de la poesía española primitiva recogida en los Cancioneros. Podemos escuchar en sus poemas la dulce frescura de la lírica galaico-portuguesa, y a la vez el artificio aristocratizante, culto, de la poesía provenzal de los trovadores del sur de Francia y que llegó a España por los caminos de los Pirineos en épocas de peregrinaciones y cruzadas”, escribe Bellone, aunque no podemos saber si esta frase forma parte de un texto mayor; ni siquiera sabemos qué es lo que piensa realmente la salteña del poemario.
El libro
Me voy a limitar a hacer algunas descripciones sin juzgar el libro (que no me ha gustado para nada) aunque me atrevo a decir que García juega a ser poeta, a hacer rimas y por eso hay que tratar de tomarse este libro como un divertimento.
Pasemos a los bifes con estos tres poemas de cuatro versos cada uno. Bajo el título de “Copla”: “Vos sos todo mi desvelo,/vos sos mi sueño y mi meta/ pues no tengo más anhelo/ que meterla en tu cajeta.” (sic)
“En el jardín” dice: “Vine, casi a los bandazos,/ de mis pagos (que están lejos)/ por regar a lengüetazos/ el jardín de tus pendejos.”
Otro poema, titulado “Constancia”, afirma: “Sea de noche, sea de día,/ bajo el granizo,/ baso el solano,/ tanto en invierno como en verano/ en cualquier tiempo, te cojería.” (sic)
Como se verá, no hay polisemia, no hay metáfora, el lenguaje no puede ser más directo.
“Una aventura en Jujuy” es, creo, el texto más controversial del libro. Se trata de una narración en versos en la que se cuenta la historia de un porteño que visita Jujuy y se enamora de una muchacha, que también es disputada por cantores del lugar, a los que el “yo lírico” ataca de manera constante. (A esta niña esplendorosa/la requerían de amores/ unos locales cantores/ que se juraban poetas,/ aunque su ansia más concreta/ se cifraba en los licores/.. bastaba sólo con verlos/ para salir con espanto/ bastaba aguantar sus cantos/ o, desde lejos, olerlos…) Para el “yo lírico” o “narrador” los jujeños tienen voz vinosa, croan propósitos despiadados, parecen escapados de un cuento de Lovecraft, es gente ladina que nada sabe de honor; son poetastros. En contraposición, el porteño que está en el lugar sí es un escritor y es viril y osado (con la hombría que distingue/al varón de Buenos Aires) que desde luego le da a la muchacha la satisfacción de su vida. Los dos últimos versos dicen: “¡Si no vinieran sureños,/ cuánta tristeza aquí habría!”.
No hay que cometer el error de confundir al narrador con el del autor del texto; la ideología nauseabunda del que narra quizá no coincida con la de Fernando García, aunque tampoco hay huellas que parodien o tomen distancia de ese punto de vista.

sábado, 26 de julio de 2008

Diario de un escribidor (70)




Alejandro Kozarts

No terminamos de editar el corto a tiempo para enviarlo al concurso provincial. Es increíble cómo nos hemos dejado estar: terminamos el rodaje en octubre del año pasado y no llegamos. Creo que hay cierta pasividad, un dejarse estar o una eterna siesta mental que es contagiosa en esta provincia. Y a uno se le pega. Habrá que esperar hasta el año que viene. De todos modos, en unos 10 días, supongo (mejor no hablar de tiempos) se hará una función para actores y algunos amigos. Voy a tomar todo el alcohol que pueda.
El otro guión se filmará en agosto o septiembre, ya me ha pedido el director que modifique una escena: el protagonista se tenía que tirar al lago del parque san Martín, pero está complicado, nadie quiere arrojarse, no porque sea hondo (quizá no tenga más de un metro) sino porque parece más sucio que el riachuelo.

Lecturas. Hollywood, de Bukowski. Es lo primero en narrativa que leo de su autoría. Aunque le encuentro algunos baches, la disfruté, tiene un gran humor. Me sigue llamando la atención el estilo, es lo más despojado que he visto y sin embargo muy eficaz, la he leído casi de un tirón. Lectura de “Los perros románticos”, el libro de poesía de Roberto Bolaño, libro pirateado de la biblioteca virtual: http://geniomaligno.com.ar/ . Está escaneado y se lee en pdf. Hay más de 2000 libros para bajar.

Cine. Batman. Confieso que me ha gustado mucho. No tan buena como la primera de Tim Burton, pero cerca. Aunque la comparación es injusta, ésta busca la crueldad y asemejarse a la "realidad"; en la de Burton se crea otro mundo. Pese al discurso esperanzador del final, a uno le queda la sensación de que ha triunfado el Guasón. Se nota la mano de Frank Miller (el creador de Sin City).

Novedades en los blogs.
Lecciones de una correctora de textos en: http://www.muymuytantan.blogspot.com/

Volvieron las crónicas del ex fumador en: http://psicologabaratayzapatosdecharol.blogspot.com/

Y Cicco se luce una vez más en http://www.hipercritico.com/ con una nota titulada hoy escribe el pasante”

lunes, 21 de julio de 2008

Diario de un escribidor (69)



Alejandro Kozarts


Necesitaba alejarme, tomar distancia, al menos por unos días, de los cuentos. Ayer emprendí un nuevo desafío: guionar para comic un fragmento de la novela "En tierras de Magú Pelá" del salteño Federico Gauffín. Me ha costado mucho adaptarme. Cambiar mi forma de escribir. Hay que predisponerse de otra manera. Primer es necesario poder ver la historia en la cabeza, imaginarse cada cuadro, la composición de la imagen. También está el problema de trabajar un texto ajeno al que le tengo que meter mano, porque en el cine y en el comic son las imágenes las que deben contar la historia; y para colmo este fragmento tiene un narrador con una voz muy rica. Transcribo un fragmento:

“Me jui con el sargento y mientras andábamos, me comentó:-“Anda raro el teniente. Le ha dao por chupar y ya no es el mesmo hombre. Ahura está pior con los dos días de macha, alocao con la hija del bolichero. Dejuro va’cer una macana con los indios. Siquiera juese peliando, pero los soldados de la comisión me han dicho que los pobres vienen despiaos. Pero, qué hacerle!, así es la vida del milico: tiene que cumplir nomás las ordenes”.

-“¿Y si ordena que se los limpie?- le pregunté”.

-“Tendre que liquidarlo, aunque se trate de mi agüela- contestó el bruto”.


Ya casi estoy terminando con 2666. Es la obra de un monstruo y de un loco. La apuesta es enorme. ¿Qué clase de persona puede sentarse, primero a planificar y luego a escribir una novela de casi 1.200 páginas? Los juegos, los cruces de voces, son excelentes. La he disfrutado mucho, pero no deja de asustarme o de darme vergüenza, la verdad es que ya ni sé qué es lo que me pasa cada vez que me siento con ese libro. Me asusta comprender el coraje y la bestialidad que encierra otro ser humano y me avergüenza no estar a la altura, ni de escribir así (ni en calidad ni en cantidad) ni de concebir en mi mente una obra en la que uno llegue a jugarse todo, incluyendo las esquirlas de la cordura.


El semanario Cuarto Poder (http://www.cuartopodersalta.com.ar/ ) no salió esta semana. La verdad es que no he podido averiguar aún las causas. Para los interesados: solo se distribuye en Salta y en la página web están disponibles algunos de los artículos.


Novedades en los blogs: Los sospechosos de siempre (vea las entradas anteriores y se enterará)




domingo, 20 de julio de 2008

POLINIÑOS




ESTA NOTA, ESCRITA POR Mariana Carbajal, SALE PUBLICADA EN EL PAGINA/12 DE HOY. EN ESA EDICIÓN, ALGUNAS SUBNOTAS QUE, SEGURAMENTE, LE VAN A INTERESAR.


Cada semana, más de cuatro mil chicos y chicas de entre 6 y 13 años aprenden en Salta a marcar el paso marcial, a la espera del próximo acto cívico al que serán invitados a desfilar por las autoridades gubernamentales. Son integrantes de los cuerpos de policía infantil de la provincia. En total hay 72 y dependen de las comisarías de la capital y de localidades del interior. Los instructores de los pequeños uniformados son policías. Se trata de una extensa y controvertida estructura de contención de niños y niñas de sectores vulnerables: les ofrecen actividades deportivas y recreativas, pero también una cultura de mando y recia disciplina. Los domingos los llevan a misa. El gobierno del kirchnerista Juan Manuel Urtubey heredó esta política social de su antecesor Juan Carlos Romero. Por el momento Urtubey la ratificó. Sin embargo, en su gabinete y desde otros sectores de la sociedad, se alzan voces que cuestionan que una institución dedicada al control social y la represión del delito tenga a su cargo también brindar un espacio de esparcimiento y contención a los chicos más olvidados. “Son resabios de una mentalidad militarista que no corresponde en tiempos democráticos”, opinó en diálogo con Página/12 Gregorio Caro Figueroa, secretario de Cultura de la provincia, uno de los críticos más férreos.
Los cuerpos infantiles tienen una larga historia en Salta. Los primeros fueron creados casi dos décadas atrás, en 1990, por el entonces jefe de la comisaría 4ª de la ciudad de Salta, comisario principal Roberto Manuel Miranda. Pero en los últimos años se multiplicaron por todo el territorio provincial. En la capital, hay 42, con unos tres mil chicos. Históricamente estuvieron dirigidos a varones. Pero desde fines de 2007 hay también cuerpos infantiles policiales femeninos. El primero para nenas se creó en la ciudad de Güemes, a una media hora de auto de la capital: son unas cincuenta chicas, de 6 a 16 años. El viernes 27 de junio se abrió el de Rosario de la Frontera, al sur de Salta, cerca del límite con Santiago del Estero. Hay localidades que están en lista de espera para que su comisaría tenga uno, según reveló a este diario el comisario Marcelo Juan Lami, director de Prevención y Orientación Comunitaria de la Policía Salteña, de quien dependen los cuerpos infantiles.
En la página web de la Policía Salteña se podía leer –ya no– los objetivos de esta polémica iniciativa contenidos en la Resolución Nº 546/90, que les dio nacimiento: “Su misión es incorporar a la niñez como participante activa en la acción preventiva policial, persuadiéndola al rechazo y apartamiento de conductas antisociales y delictivas, creando un ambiente adecuado a fin de que el niño a medida que avance en edad y conocimiento vaya descubriendo los auténticos valores de la vida y comprendiendo la importancia de la función policial en el mantenimiento de la paz social”. El dato lo aporta el fotógrafo salteño Alejandro Aherma, que hizo una investigación fotográfica sobre los cuerpos de policía infantil y su producción fue seleccionada por el Ministerio de Trabajo de la Nación para una muestra contra el trabajo infantil.
Desfiles
Los chicos esperan ansiosos el próximo desfile cívico. Ese día, convocados por algún intendente, lucirán el uniforme policial –pantalón azul, camisa blanca, corbata–, con gorra incluida y cuando corresponda, ensayarán el saludo aprendido, la venia, con la punta de los dedos de la mano derecha apoyados sobre la sien. En el despacho del comisario Lami guardan con esmero el archivo de fotos de los desfiles. “El año pasado habíamos prohibido que desfilaran, pero a los padres les encanta, así que siguen desfilando”, cuenta Lami. El comisario defiende el proyecto. “Nos critican y dicen que es para militarizar a los chicos, pero la policía sacó el entrenamiento militar hace más de diez años. Hoy se entrena a los policías para que sean ciudadanos”, sostiene Lami. Tal vez valga la pena recordar que a fin de 2007 fue exonerada la cúpula de la policía salteña, acusada de diversos delitos.
Dice Lami que los cuerpos infantiles nacieron a falta de otro programa de contención social en la provincia. “Empezamos con actividades deportivas y enseñándoles a desfilar. Hoy también estamos tratando de hacer un acompañamiento escolar y que aprendan defensa personal. Y trabajamos en la prevención de adicciones. Desde el año pasado estamos haciendo un trabajo más integral, antes cada cuerpo trabajaba en forma aislada. Este año empezamos con olimpíadas deportivas y culturales entre los distintos cuerpos, que compiten entre sí”, cuenta el comisario. Según sus estadísticas, han pasado ya unos 15 mil chicos por los cuerpos infantiles de policía. “Sólo uno hemos encontrado que cometió delitos”, dice, aunque cuesta creer que puedan tener un registro tan aceitado. “Nos hemos dado cuenta de que la tarea preventiva es mejor que el patrullaje”, agrega.
Los cuerpos infantiles funcionan en las mismas comisarías o en clubes vecinales, de acuerdo con el lugar disponible. Los chicos van tres veces por semana, por la mañana o por la tarde, a contraturno de la escuela. En algunos casos, como ocurre en los que están en la ciudad de Salta, les dan el desayuno o la merienda. “La copa de leche nos la da la municipalidad”, dice Lami y de paso cuenta que el intendente de Salta, Miguel Isa, “nos pide los cuerpos infantiles para los actos para desfilar”.

Página/12 habló con Isa y le preguntó su opinión sobre la policía infantil.

–¿Usted qué opina? ¿Le parece bien que se brinde contención social a los chicos a través de la policía?

–No está bien –respondió el jefe comunal, y sin embargo a continuación agregó–: La situación social es muy mala en Salta, nuestros indicadores son similares a los de Africa. Estamos tratando de hacer una red que ayude a brindar contención que incluya estas brigadas. El problema es que acá nunca se han hecho planes de inclusión”.
El 13 de octubre se celebra en Salta el Día de los Cuerpos de Policía Infantil. Ese día, claro, no faltará el desfile de los pequeños uniformados, tratando de imitar el paso marcial.
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viernes, 18 de julio de 2008


Media hora en la guardia del San Bernardo supera a toda la filmografía de Tarantino.

Y como dijo Moe: tarde o temprano todos vamos a caer en el San Bernardo.

martes, 15 de julio de 2008

Cuarto Poder

Estos son los artículos publicados en la sección de "cultura" del semanario Cuarto Poder de Salta. Además de las reseñas de Kozarts, una nota de opinión del poeta Luis Ferrario.

La venganza de Chuky

A.K.

Uno la ve de lejos y ya le entran ganas de tirarle un zarpazo.
No, no me refiero a Yésica Cirio, sino al un nuevo número de la revista literaria salteña “Equus Pauper”, que dirige, edita, distribuye e imprime el poeta kamikaze Alejandro Luna.
Antes de hablar del contenido, de los textos que la conforman, es necesario resaltar el trabajo artesanal que se percibe ya en la tapa, toda trabajada a mano con dos extensives y, en medio un origami; cada revista es única y está numerada en la parte de atrás.
La revista es, en sí, una obra de arte y por suerte así lo han entendido los propietarios de las librerías céntricas, donde se pueden conseguir los últimos ejemplares.
En la primera edición de Equus Pauper, Luna presentó a poetas que actualmente están internados en el hospital psiquiátrico y en este segundo número publica poemas de Diego “Chuky” Ramos, salteño, aunque nómade por naturaleza. También, hay una crónica del viaje que Luna y Ramos emprendieron por Bolivia.
“Alguna vez dijo me voy de esta ciudad, el tiempo estimado en repetir esa frase fue el de dos meses y, cuando ya nadie le creía, estaba en Bolivia recorriendo lugares y viviendo en la calle. Se fue con menos que su ropa, y sobrevivió en la intemperie de otras soledades y otros paisajes… Cuando llegó de nuevo a la Argentina era una especie de Marco Polo ilusionando giles con su chamuyo, o quizás mejor, era una especie de Jackson Pollock tirando pintura para todos lados...”, escribe Luna, en el prólogo.
Hay algo que queda bien en claro cuando uno lee los versos que contiene la revista. Ramos (y lo mismo se puede decir de cualquier integrante del grupo kamikaze) no es un niño bien que escribe en los ratos libres ni un neogaucho que decide hacer turismo en la literatura mientras mira crecer los yuyos; Ramos escribe desde la periferia de una ciudad que excluye y decide contraatacar con sus versos.
En “La tradición”, dice “Cuatro siglos usa el mismo poncho/Valle hermoso e ingenuo/no vas ni venís/ Levantate los flecos, mirate/ los pies amputados”
También escribe: “Al progreso le duele la memoria/ los nombres, los uniformes/ el hambre profundo del pueblo a la noche/ en el basural/ no oyen nada en el escritorio”
Para leer los poemas completos de Ramos y las crónicas sociológicas de Luna va a tener que buscarse un ejemplar. Cierro esta nota con un verso de Chuky, verso que, intuyo, bien puede servir para definir lo que siente sobre la provincia: “Da pena este infierno que no sabe ni calentar”.
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Mirindas Asesinas

AK
Son apenas 11 minutos, pero es tiempo suficiente para descubrir el germen de un grande. En 1991, el español Álex de la Iglesia dirigió el cortometraje “Mirindas Asesinas”, que cosechó varios premios y que fue visto por los hermanos Almodóvar, quienes decidieron poner a disposición la productora (El Deseo SA, que, dicho sea de paso, también le dio una mano a Lucrecia Martel) para el primer largometraje de Álex: Acción Mutante (1993). Y después vinieron El día de la Bestia (1995), Perdita Durango (1997), Muertos de Risa (1999), La Comunidad (2000), 800 Balas (2003) y el Crimen Ferpecto (2004).Todas con un gran humor negro y bizarro, la marca registrada del autor. Para la televisión española, convocado por Chicho Ibáñez Serrador, hizo “La habitación del niño”, obra maestra del Terror (en la que se siguen percibiendo las huellas estilísticas del director. Y este año también se estrenó Los Crímenes de Oxford (de la cual no vamos a hablar porque da vergüenza ajena.)

Pero retornemos a ese corto. La trama es la siguiente: mientras pasan los títulos en fondo negro y letras blancas, escuchamos en inglés a un locutor que habla de un asesino serial y aconseja a las mueres quedarse en sus hogares. Después la cámara nos muestra, un bar, en donde se desarrollará toda la historia. Se encuentran el que atiende, un cliente más y entonces entra un hombrecito con unos anteojos enormes y un sobretodo negro: es la víctima perfecta.
Todo es en blanco y negro. La iluminación por momentos hace recordar a la del expresionismo alemán o a la de un film noir.

En el momento en que el hombrecito se acerca a hacer su pedido, al barman lo ilumina una luz potente desde abajo, le da un talante espectral, mete miedo, en contraposición al pequeño calvo, que solo pide que le de una Mirinda. La bebe y empieza a retirarse; el barman quiere cobrarle. El hombrecillo le explica nervioso que él le había pedido que se la diera, que no es posible que ahora se la quiera cobrar. Entonces saca una ametralladora y fulmina al barman.

Hay un solo hombre que ha presenciado el hecho. Pero el asesino no se va, sino que sigue tomando su Mirinda, como si no hubiera pasado nada y se pone a hablar de esa gaseosa que tanto lo fascina y el otro escucha, mientras tiembla de miedo. Este es sólo el comienzo; pero no pienso contarle cómo sigue. Busque este corto ya y véalo. Sólo once minutos magistrales. Se lo puede encontrar en youtube.com (escriba “mirindas asesinas” en el buscador) y en Google está el guión completo, que no tiene más de 3 páginas.

Los críticos han comparado a este cortometraje con “Un día de furia”, pero esta lectura es errónea, entre otras cosas porque en ese film se muestra toda una serie de acontecimientos que llevan al personaje que encarna Michael Douglas a estallar, mientras que “Mirindas…” es la historia de un demente en un bar; no podemos saber si antes era un tipo normal, o si siempre ha sido así. Los asesinatos son gratuitos, nadie lo provoca realmente. Si hay que trazar un parangón, el más preciso sería con “Boogie el aceitoso”, el personaje de historieta creado por Roberto Fontanarrosa.
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El lugar del Poeta

Luis Ferrario

Cuando yo era joven pensaba que la poesía podía darse el lujo de prescindir del entorno en el que había nacido. Consideraba que el tema del "compromiso social" del escritor no constituye un rasgo pertinente a la hora de valorar y justificar el hecho de dedicarse a la escritura de versos líricos. La doctrina del arte por el arte presidía mi convicción de convertirme en poeta y me hacia menospreciar, por lo tanto, la idea de tener que referirme a una temática determinada en los versos. La poesía es un ejercicio soberano que permite la libertad de levantar el pensamiento sobre todas las circunstancias de la vida, por lo que ceñir su inmensa gama de posibilidades creativas a un sector acotado de la realidad humana constituía un verdadero atentado contra la naturaleza del arte. Así lo tenía por cierto y así lo practicaba.

Después de mucho tiempo vengo a caer en la cuenta de que todo era justamente al revés.

Pero para llegar a este conocimiento de la poesía tuve que comprender primero la noción de "lugar desde donde se escribe" y recién desde allí concluir en que estaba rotundamente equivocado. La teoría del arte por el arte configura una absoluta insulsez del pensamiento poético. Es la teoría de los que se dedican a escribir desde el lugar del ganador, vale decir, desde el lugar del que está bien instalado en la vida y considera que no es necesario cambiar nada de la realidad porque las cosas así están bien construidas y todo es cuestión de hacer las cosas en orden. Para quien escribe desde esta postura las cosas le pasan a él y a nadie más. Se trata de reflejar en la poesía el universo privado de los propios afectos sin que interese de manera relevante el universo de los afectos ajenos, las formas de organizarse que tuvo la sociedad, los esquemas de dominio mental y físico que se ejercen sobre quienes tienen la fortuna o la desgracia de convivir en un ambiente determinado. El poeta se va a dedicar entonces, por ejemplo, al pensamiento metafísico, o a las celebraciones patrióticas, o a la exaltación de los vínculos familiares, religiosos y culturales por los cuales se va a sentir orgulloso de pertenecer a una clase, o bien se va a dedicar a poner de manifiesto su maestría en el dominio del verso conforme al canon de una belleza objetiva que se toma por rectora de todo su hacer. Sea como sea, va a escribir desde el lugar del hombre honorable, del sabio estudioso, del distinguido académico, del serio y reflexivo constructor de los grandes parámetros de la cultura.

Pero no. Yo he aprendido que el lugar del poeta no es el del vencedor sino el del derrotado total. El del humillado, el del caído que se ha metido hasta las cachas del corazón en la basura del mundo. El del que ha visto que la organización social, tal como ha venido dándose en la historia y continúa dándose sin visos de grandes esperanzas en el futuro, es un gigantesco y putrefacto monumento a la hipocresía. El poeta no tiene nada, nada, no tiene rango ni honor ni preeminencia de ningún tipo, es un paria, un croto que, como no tiene nada, sólo tiene la poesía en su haber. Todo lo demás es escoria, sobrante, mentira, impostura. Para ser poeta hay que beber aguas amargas. No se puede ser poeta desde la comodidad, desde una clase, desde un ámbito de dominio. No. Hay que experimentar la nada, hay que volverse nada, borrarse, no figurar, no ambicionar, no ser. Ese es el único orgullo del poeta. Todo lo demás: méritos, premios, distinciones, rangos, categorías, pertenencias, tradiciones, celebraciones y memorias de la historia, todas esas cosas que le hacen creer al poeta que su lugar es de un ganador en cualquier sentido que sea, no son más que un inmenso tacho de desperdicios (y perdón por el eufemismo). Por eso la poesía, o está comprometida con una realidad despedazada, injusta y violenta en la que unos cuantos tienen todo y un montón incalculable no tiene nada, o tampoco es más que un precioso tacho de excrementos.

lunes, 14 de julio de 2008

Diario de un escribidor (68)



Alejandro Kozarts


Visita de Rodrigo España. Le pasé un cuento, que escribí hace dos años y que, desde entonces vengo corrigiendo y puliendo sin lograr un resultado satisfactorio. Le dije que critique sin asco, a ver si tiene arreglo o si va derecho al tacho de la basura. En su momento pensé que iba a ser un gran cuento, era al menos el más ambicioso en cuanto a estructura, pero algo no funciona y no sé muy bien qué es.
Mañana subo las notas del semanario. Hubo una colaboración del poeta Luis Ferrario.

sábado, 12 de julio de 2008

Diario de un escribidor (67)


Alejandro Kozarts

Este diario anda medio descuidado, en parte porque estoy corrigiendo, al menos 3 horas por noche, los viejos cuentos y también he escrito uno nuevo (lo único que me preocupa es que la antisalteñidad está pasando a ser panfletaria y no quiero caer en eso). Revisar los viejos cuentos me agota, en cambio escribir algo nuevo me llena de unas energías que parecían ausentes.

Estoy leyendo con total libertad. Empecé, en estos días, con 2666, la novela de 1.200 páginas de Roberto Bolaño. Prestada, algo que lamento porque no la puedo subrayar ni comentar a los costados; pero doblo las puntas y marco con la uña los fragmentos que me interesan. Al mismo tiempo (cuando necesito un recreo de Bolaño), lectura de poetas y cuentistas salteños (pensando, asimismo, en las futuras reseñas para el semanario).

Visita de Alejandro Luna a casa. Trajo un ejemplar de la revista ya producida por los internos del loquero. Me comentó que se había puesto como régimen de trabajo, al menos dos horas de escritura por día. Yo le dije que eso era lo que había que hacer (aunque yo no lo haga). Unos días antes había visto una entrevista a Onetti (me acordé por la cita de Estrella en su blog) en canal Encuentro, en el que se refiere a una discusión que había tenido con Vargas Llosa. El peruano le había dicho que él se sentaba todos los días, de una hora determinada a otra, a escribir. Onetti le dijo a Mario que tenía una relación conyugal con la literatura, porque vos Marito sentís la necesidad de cumplir todos los días, o algo así, mientras que su relación era como la de un amante, a la que se acude cuando hay deseos y una pasión incontrolable. La diferencia entre el escritor-esposo y el escritor-amante me pareció interesante. Las dos posturas son válidas. (Faulkner decía que tenía tres musas: trabajo, trabajo, trabajo). En Salta muchos parecen optar por la última opción, pero hay que decir que son pésimos amantes, escriben uno o dos libros y después parecen retirarse de la literatura (cuando Onetti dejó una obra profusa). Muchos de los más importantes escritores y poetas locales hace años que no publican y algunos no han dado más de dos libros (parece que pretenden hacer la gran Rulfo). De esto charlamos un rato, el otro día en el hotel, con Rodrigo España y Juan Manuel Díaz Pas.

Las reseñas de cine siguen siendo muy improvisadas. Tengo que dedicarles más tiempo. Ayer alguien me preguntó por qué hablaba de películas viejas y no de las actuales. Le expliqué que a Salta los estrenos llegan, en general, tres o cuatro semanas de haberse proyectado en Buenos Aires y que, por ende, la mayoría de los salteños ya había leído críticas sobre esas películas. La idea de la columna es recomendar o dar a conocer obras olvidadas o intentar darle el estatus de arte a películas ninguneadas o mal vistas. Pero no descarto abordar el trabajo de artistas consagrados, como Buñuel o Godard, porque a decir verdad muchos cinéfilos recién ahora pueden acceder a esas películas. Ya falta poco para que se estrene la última de Martel (algunos carteles incluso la habían anunciado para Junio). Va a ser inevitable escribir sobre esa película.

Incursión al cine. La última de Woody, Los sueños de Casandra. Me pareció lamentable. Una de sus películas serias, bergmanianas. Recuerdo que cuando murió Bergman, Fresán escribió una nota para Página/12 en la que decía que el cine no perdía nada con su desaparición, y añadía: "nunca te perdonaremos lo que le hiciste a Woody Allen".

Novedades en los blogs: El joven cineasta Santiago De Salterain abrió blog:
http://salterainproducciones.blogspot.com/
Mario Favole tiene la mala costumbre de primeriarme con las notas (cuando quise escribir sobre Neustadt, ya estaba su nota; cuando me propongo a postear la denuncia de Quico contra el chavo por participar de las fiestitas de los narcos, él ya había armado una nota que no se podía superar. Pase por: http://www.elconjuro.blogspot.com/
Estrella de despidió justamente con una cita de Onetti, de un libro cuya existencia ignoraba. Click en http://www.muymuytantan.blogspot.com/
Y Monona empezó hace varios días la crónica de un ex fumador. La verdad que he leído esos textos con gran placer. Creo que ahí está su primera novela. Literatura pura en: http://psicologabaratayzapatosdecharol.blogspot.com/

sábado, 5 de julio de 2008

El criticón



A CONTINUACIÓN LAS RESEÑAS DE CINE PUBLICADAS EN JUNIO (TAMBIÉN ESTÁ LA PRIMERA DE JULIO) POR EL SEMANARIO CUARTO PODER.


Otro asesino por naturaleza

Esta es una película con bajo presupuesto, con encuadres torpes, actores malísimos y en la que hay todo un catálogo gratuito de violencia. Esta es una película que usted no puede dejar de ver.
Hablo de “Ocurrió cerca de su casa” (C'est arrivé près de chez vous) película belga de 1992. No llegó a los cines y tampoco la va a encontrar ni el más bizarro de los videoclubes (que ya están en extinción): pero para eso está internet, señor y señora (de ahora en adelante este semanario sólo recomendará películas para piratear con el emule).


Remy Belvaux, André Bonzel, Benoît Poelvoorde son los tres directores de este film, que tiene el formato de un documental, en blanco y negro (por momentos la textura de la peli hace pensar que fue rodada en 8mm.), trata de un asesino y ladrón que es seguido todo el tiempo por unos jóvenes cineastas que están armando un documental sobre él. A través de la cámara de los hacedores vemos al serial killer torturar personas, arrojarlas en un lago para hacer desaparecer sus huellas, después somos testigos de la vida “normal” de este asesino y lo vemos almorzar con la familia, tocar música clásica con una amiga y después vuelve con los asesinatos.


Un condimento importante que suma a la historia es que, un mal guionista, hubiera caído en el lugar común de mostrar cómo el asesino oculta su vida “oscura” a sus padres y amigos; en cambio acá todos saben de qué vive el joven y a veces lo apoyan o lo apañen. Otro punto a favor es la evolución del equipo de documentalistas. En un primer momento se limitan a filmar los asesinatos, pero después pasan a ser sus ayudantes, violan mujeres, ocultan los cuerpos y además incentivan los robos, porque parte del dinero es para seguir financiando la película: el asesino roba para que se pueda seguir haciendo su película. En el personaje central no hay ningún cambio y no tiene por qué haberlo: esperar que este tipo, que destripa ancianas y niños como si nada muestre algún arrepentimiento es de una ingenuidad espantosa. Una película yanqui talvez hubiera caído en ese final moralista, pero esto es cine independiente.


“No tengo nada claro si lo que he visto es una obra maestra del cinema verité o no es más que un cruel, sádico e innecesario divertimento perpetrado por unos niñatos….Si asumimos la película como una crítica de una sociedad deshumanizada, donde el crimen puede ser incluso motivo de chanza, no encontramos ante una pequeña joya. Resaltaríamos la naturalidad de las actuaciones, la honestidad a la hora de mostrar como un ser humano puede ser a la vez tierno y capaz de los más horrendos actos, como una persona puede mostrar inteligencia y sensibilidad y al mismo tiempo dejarse dominar por los más bajos instintos”, señala una crítica de un reconocido diario francés.


Ahora usted tiene que sacar sus propias conclusiones. No tiene que tomar en serio esta columna ni la de ningún diario. Busque esa película, véala completa. No puedo prometerle que le va a gustar; pero sí, que le va a dejar una sensación en el estómago que no se le va a ir en horas.


Mal Gusto

A Peter Jackson se lo conoce como el director de “El señor de los anillos”, o de “King Kong”, incluso la Academia lo ha premiado por esos trabajos; pero sus mejores películas no tienen nada que ver con estas megas producciones, sino que fueron hechas desde la pobreza, con un puñado de amigos. Pienso, por ejemplo, en “Tu madre se ha comido a mi perro" (Braindead) de 1991 pero especialmente pienso en Mal Gusto (Bad Taste), su opera prima de 1987, cuando Peter Jackson tenía 22 años y se convirtió en uno de los reyes del cine gore independiente (o sea que hay sangre, mucha sangre por todas partes) con esta película en la que es responsable del guión, fotografía, montaje, maquillaje, efectos especiales y de la producción (cine bien independiente).


La trama es la siguiente: unos extraterrestres invaden la tierra con el objetivo de atrapar humanos y así poder hacer hamburguesas intergalácticas que venden en un Fast-food del otro planeta; pero hay un grupo de amigos –que trabajan para el gobierno- que está dispuesto a detenerlos (cualquier parecido con El Eternauta es pura coincidencia) y allí se produce una matanza que no se detiene por 90 minutos. Explotan cabezas, hay vísceras y pedazos de cerebro, personas y extraterrestres horribles cortados en pedacitos… era lógico que se convirtiera en una película de culto.


Quizá la sangre les haga pensar que se trata de una película de Terror. No, nada que ver, aunque así la cataloguen la mayoría de las críticas (que he leído previamente para plagiarlas descaradamente). Esta película es comedia pura, es diversión garantizada.


El film está repleto de errores: en los encuadres se cuelan manos arrojando baldazos de sangre, los muñecos son notoriamente truchos y además, como la película se filmaba solamente durante los fines de semana, tomó 3 años terminarla, entonces los problemas de continuidad son notorios. Pero son errores que no restan, sino que suman.


Es una película memorable en la que se percibe, sobre todo, la enorme pasión por el cine.



Más Sangre


“El cine es magia y en determinadas manos es un arma.”
Esta es la primera línea de Cigarette burns (2005). Con esto, John Carpenter, su director, está advirtiendo que en los próximos 59 minutos va a golpear al espectador de una manera que no se lo va a imaginar nunca.


Un buen amante del Gore está acostumbrado a ver sangre, tripas y gente descuartizada, por supuesto, eso es normal; pero algo que nunca se ha visto es que un cineasta capture un ángel y, literalmente, lo torture frente a cámara, que agarre una motosierra y le tronche un ala como si nada, para después encadenarlo. Bueno, esto es uno de los puntos por los cuales hay que ver Cigarette burns.


Pero este film va mucho más allá. En esta obra maestra del séptimo arte, el director traza una fuerte reflexión sobre el cine comercial (mero entretenimiento) vs. el cine-arte, dentro del cual sitúa al gore.


La trama es la siguiente: un cinéfilo, que dirige una pequeña sala de cine en la que se exhiben solamente films de culto (lo cual lo condena a la ruina) es contratado por un millonario para conseguir una película maldita (“Le fin absolue du monde”), cuya única proyección terminó en una gran masacre: todos los que estaban en la sala se volvieron locos y se mataron entre ellos. Desde entonces la cinta está desaparecida. La historia de esta película es la de ese cinéfilo devenido en un detective que, a medida que se acerca a esas cintas, también lo hace a la locura.
Como toda obra de arte es difícil de encasillar: hay terror, desde luego, con un manejo impresionante del suspenso, pero también contiene una buena dosis de humor.


Esta película es el gran homenaje de Carpenter al género y a los directores que lo han hecho grande, entre ellos a Darío Argento (vemos una sala de proyección donde se exhibe “Rojo profundo”, la peli más lograda del italiano), un cineasta que ha reconocido tener un talento especial para matar gente.


Hay una enorme paradoja en esta película, en la que tanto se reflexiona sobre el séptimo arte: Carpenter no la filmó para el cine, sino para televisión, por encargo de un canal para una serie de unitarios titulada Maestros del Horror.

Darío Argento


No es sangre, es rojo, dice Godard, siempre tan obsesionado por destruir la verosimilitud en el cine.

No es rojo, es sangre, parece contestarle Darío Argento, el rey del sadist-art, que ha hecho muchas y buenas películas de terror (aunque sus mejores son de hace casi tres décadas: Rojo Profundo y Suspiria).

Darío Argento se inició en el cine como crítico, luego comenzó a escribir guiones a grandes directores como Sergio Leone (el director de El bueno, el malo y el feo) y además trabajó como asistente de dirección del maestro Mario Bava. A los 29 años, en 1969, dirigió su opera prima y desde ahí no ha parado de rodar.

Durante años se ha comparado a este gran director italiano con Alfred Hitchcock, ya que ambos realizaron películas en las que lo policial, el suspenso, el terror son los ingredientes fundamentales. “Argento es el Hitchcock italiano”, se suele decir.

Pero este parangón es de una torpeza tremenda y da cuenta de una ignorancia espantosa. El director de Vértigo es sutil, sus muertes son limpias y rápidas, jamás la cámara se va a regodear con alguien que agoniza; casi no hay sangre en los films de Alfred (No es sangre, es chocolate, dirían los amantes de Psicosis). Comparar a Hitchcock con Argento es como confundir a un esgrimista profesional con Conan el Bárbaro, solo porque los dos usan espadas. Allí donde el inglés es sutil, el italiano despliega muertes tremebundas.

Sin lugar a dudas, el crítico Jacques Rivette reescribiría su artículo sobre la abyección en el cine después de ver una de Argento (El integrante de la revista Cahiers du Cinema escribió: “Obsérvese sin embargo en Kapo el plano en el que Riva se suicida abalanzándose sobre la alambrada eléctrica. Aquel que decide, en ese momento, hacer un travelling de aproximación para reencuadrar el cadáver en contrapicado, poniendo cuidado de inscribir exactamente la mano alzada en un ángulo de su encuadre final, ese individuo sólo merece el más profundo desprecio”).

Se ve que la comparación lo afectó mucho, porque en el 2005 rodó “Do you like Hitchcock? (te gusta Hitchcock?), homenaje plagado de citas demasiado burdas y con actuaciones patéticas. La sutileza no es lo de Argento y el tele-film hace aguas por todas partes.
Pero, afortunadamente fue solo un traspié y ya ha vuelto a los orígenes.


Pequeños demonios

Hay una película en especial que lo va a dejar a usted temblando cada vez que se acerque el día del niño (y no justamente por el precio de los juguetes). Acaso piense que voy a hablar de “El pueblo de los malditos” (1995), esa peli que dirige Carpenter en la que unos chicos rubios, hijos de extraterrestres, tienen poderes mentales y han sido enviados para destruir el mundo, incluso recordará esa memorable escena en la que con sus poderes, una de esas criaturas obliga a la supuesta madre a introducir su mano en una olla con agua hirviendo.

Pero no, la peli en la que pienso es española, la dirige Chicho Ibáñez Serrador, uno de los grandes maestros del terror y se llama, justamente, “¿Quién puede matar a un niño?” (1976). El film comienza con imágenes documentales –en blanco y negro casi todas- de niños que han sido víctimas de guerras, del hambre, etc, mientras de fondo se escucha una canción infantil. El contrapunto de las imágenes de pequeños quemados, amputados, etc, golpea más al ser acompañadas por esa música.

Luego comienza la historia, que es la de una pareja de turistas ingleses que visita España. El detalle del idioma es fundamental, porque la imposibilidad de comunicación suma angustia y tensión a lo largo del film. Después de recorrer parte de una ciudad, deciden ir a una isla, en la que solo viven unos miles de habitantes. Allí empieza el espanto, porque cuando llegan, ésta parece deshabitada; hay uno que otro niño, pero ni un adulto. Recorren negocios y calles, hasta que, de la nada, ven, a lo lejos, cruzar apurado a un anciano. Después observan a una chica rubia, que alegre y cantando recorre la misma calle. Los protagonistas sienten alivios al ver a esa niña tan contenta, hasta que observan que la chica se acerca al abuelo, le quita el bastón y le empieza a dar en la cabeza con todo, una y otra vez, mientras la sangre brota a borbotones del cráneo. El hombre se acerca a socorrer al viejo, que a esa altura ya está en el piso semi inconciente, toma a la niña de los hombros y le recrimina en su perfecto inglés qué ha hecho y la chica solo se ríe; para ella es sólo un juego.

La situación es esta: en la isla no hay adultos porque de la nada todos los niños de la isla han empezado a matarlos. Nadie sabe muy bien cómo se originó eso, y cuando los dos turistas ingleses llegaron, solo quedaban dos hombres con vida. Los turistas inglés logran preguntarle a uno de los sobrevivientes por qué no habían escapado o se habían defendido, si total eran chicos y el español le dice que cómo le iban a hacer algo si eran sus hijos. Acá la parejita inglesa entiende algo: para escaparse hay que enfrentarse con los chicos, algo que les parece terriblemente cruel, especialmente porque la inglesa está notoriamente embarazada.

Si usted quiere saber cómo termina, va a tener que ver la peli.
Un gran acierto en el guión: en ningún momento se explica la causa del fenómeno, cómo se inició y por ende tampoco se sabe la forma de detenerlo (En Los Pájaros de Hitchcock pasa exactamente lo mismo). Cualquier explicación hubiera servido para dejar una sensación tranquilizadora y acá esa sensación no existe.

Hay una escena inolvidable, una escena que me sigue revolviendo las tripas cada vez que se proyecta en mi mente: los chicos están en una ronda cantando, uno al medio, con los ojos vendados, vemos que tiene un palo y está como jugando a la piñata; después la cámara muestra que no hay piñata, sino un viejo moribundo al que los niños han colgado de los pies y entonces percibimos que la criatura en la punta del palo tiene un cuchillo o algo punzante y después sólo hay unas paredes blancas, que se tiñen súbitamente de rojo.

viernes, 4 de julio de 2008

Extra, Extra!!




LA REVISTA LITERARIA SALTEÑA
YA ESTÁ EN LA CALLE.

miércoles, 2 de julio de 2008

RESEÑAS LITERARIAS

IMPROVISADAS, TORPES Y MEDIOCRES, ESTAS SON LAS RESEÑAS PUBLICADAS POR EL SEMANARIO CUARTO PODER DURANTE EL MES DE jUNIO. NO HE CORREGIDO NADA. MAÑANA, LAS DE CINE.
PREPAREN, APUTEN, FUEGO.

Alejandro Kozarts

VOLVER AL PASADO


Salta debe ser el único lugar en el mundo en el que la autobiografía se ha convertido en el género literario con más peso, y en todas sus variantes reinan las genealogías de nuestras ilustres familias.

Este año Armando Caro Figueroa publicó “Crónicas de un verano salteño –y otros relatos”-. No es 100% una autobiografía, pero algo de eso hay. El libro contiene memorias, notas de opinión política, denuncias y apuntes históricos. Es una mezcla extraña y, por ese motivo, es un libro disparejo.

Hay que señalar que casi todos los textos que conforman “Crónicas…” han sido publicados, previamente, en el sitio iruya.com y ese es el motivo por el cual este es un libro-collage, porque se lo pensó después de tener los textos. Y algunos de esos textos, escritos en el calor del momento, ya han envejecido: tenían sentido en su momento, pero al llegar al papel han perdido todo sentido: por ejemplo, en esos artículos en que Caro Figueroa se queja porque la humita subió a $1,50 o porque subieron las expensas.

Algunos análisis de la realidad política salteña actual también han empezado a envejecer, aunque sirven para dejar un testimonio impresionista –y superficial- de los momentos en que todavía se desarrollaba la campaña política en la que se disputaban el poder Juan Manuel Urtubey y Walter Wayar.

También es importante que se haya anexado la crónica de una fiesta desarrollada en el Club 20 en 1894, crónica escrita por un concurrente a ese evento. Allí, por ejemplo, se puede leer: “...pocas veces, tenemos que reconocerlo, el Club ha ofrecido un aspecto más hermoso, y hacía considerar aún más grandioso, esa unión de la comodidad con el buen gusto, produciendo maravillosos efectos que encantan los sentidos y proporcionan ese bienestar extraño, sinónimo del olvido de todo lo que no sea el lugar y el hecho que se presencia… .Un poco antes de las 11, estando ya casi llenas las salas, la orquesta comenzó la ejecución de nuestro hermoso Himno Nacional, que fue oído con esa emoción singular que siempre han producido en los argentinos sus sublimes notas, sea cualquiera el terreno y la situación de espíritu en que se encuentran. Y esta vez mucho más solemne debió parecernos: era escuchado de pie por un conjunto de respetables damas y hermosas niñas que hacían evocar la imagen de la Patria, grande y esplendorosa, como allá en los comienzos de nuestra historia ...”

El punto alto del libro es cuando Caro Figueroa ejerce la memoria y rescata, por ejemplo, la vida de Corina Lona, de cómo erigió el hogar para ciegos y además habla de Hilario Pistán, quien asistió a ese hogar y se convirtió en músico. Los textos históricos, en que aflora el humor, un humor lleno de nostalgia por otra parte, conforman las mejores páginas del libro. En esos pasajes se filtra un yo nostálgico, que ya ha dejado atrás una buena parte de su vida y que percibe una degradación y envilecimiento del tiempo presente. La batalla contra el olvido que plantea Caro Figueroa está perdida de antemano, pero siempre es conmovedor ver al hombre defendiéndose con uñas y dientes, tirando con lo que tiene a mano, construyendo, con palabras, una delicada máquina para luchar contra el olvido.



Un poco de imaginación



Se supone que entre los ganadores del concurso provincial de literatura uno va a encontrar a las mejores plumas que tiene Salta. Por eso es necesario, todos los años, sumergirse en esos escritos.
El libro de cuentos “Basta de imaginación” ganó el segundo premio en esa categoría en 1999. Pertenece al médico Edmundo del Cerro, que fue secretario de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y ha publicado numerosos artículos vinculados a su profesión (Historia de la medicina en Salta (1983), La medicina que forjamos y queremos (1988), etc.).

El título hace pensar que se trata de una humorada, que el señor Edmundo del Cerro adentro de ese libro va a hacer un despliegue inusitado de originalidad e imaginación, pero con llegar al segundo cuento uno percibe que “Basta de imaginación” es más bien una declaración de principios, o más bien una advertencia al lector sobre las páginas que siguen, en donde la imaginación tiene un espacio mínimo y erróneo (permiso, Borges). O no, sí hay imaginación, pero una imaginación desactualizada, una imaginación que ya no merece ese nombre.

El primer cuento tiene un buen arranque (“Siendo el primero en enero de 1667, a dos día de mi muerte, injustamente impuesta por la Real Audiencia de Lima, en diciembre del año anterior, yo, Pedro Chamijo, …”) Hacer que un fantasma o un muerto sea el narrador de la historia no es nuevo, pero ese es un gran comienzo y la voz del narrador a lo largo del cuento está bastante lograda; quizá sea el mejor cuento del libro, aunque el final es poco entendible.

La siguiente narración (Remembranzas) tiene poco y nada de narrativa: hay un collage de sentencias o aforismos con pretensiones poéticas que no conducen a ningún lado (“No soy Ortega para definir nada, si con lo puesto alcanzo a batirme en retirada para cada zancadilla diaria” o “todo el mundo está esperando que alguien lo quiera mientras en el acercamiento, la soledad queda como la luz en un tubo de plomo”, etc.)

El cuento “El gran secreto” inicia bien, hasta tiene pinceladas precesas de humor cuando habla de una pelea del narrador-periodista con turistas yanquis en Quijano; pero después descarrila en el fantástico donde el peso de la historia recae en un fantasma que habla sin que el narrador sepa que el otro es un espectro. Y remata el cuento así. “¡Ah, al revelar la foto, el viejo no estaba!” Con Poe eso sería excelente, también con Lovecraft, podría ser aceptable en Lugones y sus fuerzas extrañas, incluso en Quiroga; pero en este tercer milenio es una falta de respeto.

Lo patético es que esa estructura se repite en el mismo libro, es el eje sobre el que se construyen otros dos cuentos. En “Sueño perpetuo” el narrador cuida a un viejito, que le va dando claves sobre su vida (ya en el siguiente párrafo cualquier salteño sabe que se trata del Cuchi Leguizamón; las pistas son demasiadas obvias), aunque el narrador se empecina en mostrar su asombro y su total desconocimiento sobre quién es este hombre. ¿Cómo remata este relato? “Entonces me di cuenta de que estaba frente al doctor Gustavo Leguizamón”. El cuento que da el título al libro es similar.

En “El sueño perpetuo” tiene unas primeras páginas muy buenas, con un narrador licenciado en letras que hasta logra despertar carcajadas, con frases como “Nosotros, los ilustradísimos estudiosos de los otros, podríamos crear una institución, parafraseado esa canción de los Beatles “La Banda de los profesores amargados y su club de onanistas intelectuales solitarios”. Pero después el cuento vuelve a sumergirse en los lugares comunes, en lo predecible.


Pura oligarquía


Podría ser una historia provincial de la infamia o al menos una apología descarada de la oligarquía salteña, podría ser muchas cosas; pero este libro de Miguel Solá se queda en la mitad de todos los caminos.

Hablo del Diccionario Histórico Biográfico de Salta, editado por el gobierno salteño en 1964, aunque el libro ya había sido terminado en febrero de 1963. Solá hizo llegar el manuscrito al Ministerio de Gobierno, Justicia e Instrucción Pública, el cual, a través del decreto Nº 6422 señala en sus vistas que “El señor Miguel Solá manifiesta el deseo de donar al Gobierno de la Provincia los originales de su Diccionario Histórico Biográfico de Salta para su publicación…”, y el Interventor Federal decreta su aceptación y tomar “las providencias necesarias para la publicación de la citada obra”.

El prólogo, que lleva como título “Advertencia”, no hace ninguna aclaración sobre los criterios tomados por el autor para incluir o descartar quiénes deben estar dentro de este catálogo salteño de personas notables. “En este diccionario… figuran aquellas personas que han tenido una importante actuación pública en la Provincia de Salta, ya fueren o no nacidas en ella, siendo por lo tanto estas biografías de carácter histórico. Ello debe explicar que no figuren en sus páginas personas sin ese carácter, como tampoco figuran otras con actuación pública que no pertenecen al ciclo que comprende este diccionario”, escribe Solá. Sin embargo, no explica en esas breves líneas con qué parámetros se maneja ni con qué autoridad se siente él apto para hacer ese recorte; ni siquiera señala qué período abarca este diccionario. Sí dice que, con esta obra, “el autor ha creído cumplir una obligación de salteño y realizar un trabajo cultural”, con lo cual está diciendo, en cierta forma, que merecería estar dentro de este diccionario. Y si bien no se incluye, sí aprovecha para dar cuenta de su genealogía.

Solá no especifica si con lo de “significativa participación pública” quiere decir que ésta debe ser necesariamente buena, y abre el libro con Manuel Abad Illana, Obispo del Tucumán, quien parece haber conseguido, a lo largo de su vida, dos grandes logros: ser amigo de un gobernador y tener “una importante actuación durante la expulsión de los jesuitas, con quienes no simpatizaba.” Lo mismo sucede con Abreu, gobernador del Tucumán, quien dejó su huella en la historia por “mandar a degollar o dar garrote” (en ese orden, según Solá) a un ex gobernador.
Desconcierta mucho las exiguas referencias que acompañan a gran parte de los incluidos. Por ejemplo, de Aguirre, Gregorio solo dice: “Vecino de la ciudad de Salta en 1658” (sic); de Aguirre, Francisco: “Escribano Público de la Ciudad de Salta en 1568.” Esto se repite a lo largo de todo el libro, especialmente con los militares. Para Solá el haber estado en una batalla, con el rango que sea, es mérito suficiente para merecer estar dentro de esta nómina. De las 186 personas notables anotadas en el diccionario, casi el 70% son militares.
Como buen salteño, el machismo impera: Sólo hay 6 mujeres.

Los apellidos se repiten de una manera predecible y alarmante al mismo tiempo. Aunque los Arias y los Castellanos anegan esas páginas (8 de cada apellido) Solá no resiste a la tentación de regar su arbolito genealógico (Gombrowicz and Panchos, dixit) e incluye a 7 “Solás”. Para sorpresa del lector, esas biografías resultan ser las más profusas de todo el texto, en contraste con la prosa casi telegráfica que caracteriza el resto del libro. La única biografía realmente extensa es la de Martín Güemes y eso porque está alimentada de numerosas y largas citas.

Un libro inútil, olvidable, soporífero.

Muerte al amanecer


Por momentos similar a Macondo, acaso simpsoniana en sus mejores días y definitivamente buñuelesca en los peores, la realidad salteña puede llegar a ser ininteligible aún para el observador más avezado.

A veces, para lograr penetrar a las capas más profundas de una sociedad, hace falta una mirada foránea, capaz de desnaturalizar lo que el tiempo y la costumbre han hecho cotidiano, invisible. Este es uno de los motivos por los cuales hay que leer “Muerte al amanecer”, la novela histórica del venezolano José León Tapia, en la que Salta es uno de los escenarios sobre los cuales se desarrolla la trama.

El que une a Venezuela con Salta es el personaje principal, Domingo López Matute. “El calabozo de Salta, en plena tierra argentina, era oscuro, húmedo, fétido, con solo una ventana desde donde se divisaba el cielo que iba tornándose negro, envuelto en la noche pronta”, de esta manera arranca la historia de este hombre, sobre el cual, sabremos luego, se crió en Venezuela, luchó en contra y a favor de la revolución que encabezó Bolivar y también junto a Facundo Quiroga, en la insipiente Argentina. Este flashback es muy eficaz porque engancha de inmediato al lector para conocer cómo este soldado ha terminado en un calabozo salteño, esperando ser ejecutado.

Tapia antes de abordar la escritura de “Muerte al amanecer” llevó a cabo una minuciosa investigación y recopilación de documentos que aportaran datos sobre el Domingo López Matute de carne y hueso. Para eso tuvo que contactarse en esta provincia con el Licenciado en Letras Rafael Gutiérrez, quien le proporcionó la información necesaria y, finalmente, escribió el prólogo de la novela.

“El Dr. José León Tapia había leído mis artículos y, necesitado de un referente en las tierras que no conocía personalmente, pidió mi colaboración para novelar la última etapa de su historia, esa que transcurría entre la deserción en Bolivia, después de la Batalla de Ayacucho hasta la muerte de su personaje en Salta”, explica Gutiérrez.

En ese prólogo además Gutiérrez define perfectamente a Matute, cuando escribe que no es un soldado profesional ni un político, sino un hombre sencillo “que espera que la violencia termine para volver a una familia, a trabajar y criar hijos.”

También señala, con acierto, que “es la gran ventaja de la literatura que al narrar historias particulares muestra destinos comunes en los que se encuentran charros, llaneros, guasos, gauchos, en fin todos los hombres de a caballo que entregaron su vida a estas inconmensurables naciones y no fueron bien pagados. Es allí que nosotros, los lectores del siglo XXI nos leemos en esos destinos arrastrados por la violencia de una época y, aunque a pie y sin lanza, nos sentimos charros, llaneros, guasos, gauchos traicionados por quienes hacen las leyes y dictaminan los derechos y las obligaciones”.

La prosa es sencilla y efectiva, en la que se filtra una nostalgia tremenda en esas páginas, escritas con pasión y cariño, pero sin caer en idealizaciones o en lugares comunes. Es casi inevitable pensar en Zama, la gran novela de Antonio Di Benedetto, por la carga existencialista que sobrevuela toda la novela. Las referencias a personajes venezolanos no generan ningún ruido en la lectura, aunque es probable que alguien de ese país saque mayor provecho de esos tramos de la novela.

¿Pero qué es lo que lleva a Matute a esa celda, desde la cual da rienda suelta a los recuerdos? A Matute, que ha sobrevivido a tantas balas, lo condena el conservadurismo salteño y por eso grita: “…Soy inocente de toda conspiración, me van a matar para complacer a los curas y godos de este pueblo.”
Desde luego, para conocer el motivo o el incidente exacto que dispara la ira de los opas, hay que leer la novela.

“Cualquier parecido con nuestra realidad – advierte Gutiérrez- no es pura coincidencia”.